Y el quiebre en el movimiento comunista anárquico y libertario.
Las Elecciones Presidencial, Parlamentarias y de Consejeros Regionales de este año 2013, sin duda, han acaparado como nunca antes desde el ‘Plebiscito del Sí y el No’ la atención de la llamada opinión pública. Es la primera elección de Presidente y Parlamento con voto voluntario e inscripción automática (desde los 18 años), la primera ocasión que se realizan primarias, por vez primera se podrá elegir a los CORES, y por primera vez en Chile se presentan tantos candidatos a Presidente de la República, como son los 9 participantes. Los últimos meses han estado marcados por la propaganda electoral masiva e invasiva en las calles, plazas, transporte urbano, entre otros, por un seudo debate presidencial de 2 días televisado, por entrevistas en medios de comunicación masivos, en internet ocupando las redes sociales, por salidas a terreno y por actos de campaña a lo largo del país. Las últimas encuestas en torno a las elecciones dan por ganadora a la candidata del pacto ‘Nueva Mayoría’[i] Michelle Bachelet, pero aún no está claro si será en primera o segunda vuelta, ni menos quien acompañaría a ésta en segunda vuelta, ya que con la apabullante baja que ha sufrido la derecha con su candidata Matthei, el abanico se abre. Ahora veamos cuáles son los fenómenos y procesos que han desencadenado el actual panorama.
En el territorio de Chile desde el año 2006 se abre un ciclo de luchas destacando la de estudiantes secundarios –conocida como ‘Revolución Pingüina’-, de trabajadores contratistas del cobre de CODELCO, y de pobladores en torno a la problemática de la vivienda con los deudores habitacionales y los allegados (sin casa) en pleno gobierno de Bachelet; dando con esto el puntapié inicial para la multiplicación y visibilización de estas luchas. Pero sin duda, es el año 2011 el que marca un antes y un después para el Chile actual. La segunda década del siglo XXI comienza expresando un salto cualitativo en la Lucha de Clases en el territorio, con el conflicto por el gas natural en Punta Arenas, XII región de Magallanes, al extremo sur del país. Este fenómeno sería el primer conflicto regional que le toca enfrentar al gobierno de derecha de Sebastián Piñera, al que se sumarían huelgas de sindicatos en el campo laboral, además del conflicto principal y más profundo por la Educación, que es transversal a todo el territorio extendiéndose aproximadamente por 10 meses desde el mes de mayo con mayor visibilidad. La masividad de las movilizaciones sociales, su proliferación y radicalización en el sector estudiantil, sindical, territorial, regional y en el pueblo-nación mapuche en lucha desde el 2011 nos lleva como organización política a releer la realidad social del Chile contemporáneo. Es así que visualizamos que como pueblo y sociedad de esta larga y angosta franja de territorio, estamos comenzando a despertar de un profundo sueño y letargo, a perder el miedo a organizarnos con nuestras/os compañeros de trabajo, de estudio y vecinas/os. ¿Pero es que acaso este despertar implica que se vuelve importante para las/os trabajadores y el conjunto del pueblo quien salga electo presidenta o presidente de la República por los próximos cuatro años? ¿Se vuelve condicionante para nuestros intereses quienes salgan electas/os senadores, diputados o consejeros regionales?
Desde nuestra postura política, en base a un análisis materialista histórico de la realidad, consideramos que sigue siendo irrelevante quien sea presidenta/e, senador/a, diputado/a y consejeras/os regionales: tendremos que salir a trabajar o estudiar de todas maneras, tendremos que seguir luchando y organizándonos por reconquistar los derechos usurpados a sangre, fuego y terror en Dictadura. A pesar de que una encuesta con trayectoria como la CEP[ii] en su muestra concluye que las/os habitantes de Chile quieren reducir las diferencias de ingresos (85%), nacionalizar el cobre (83%), en educación privilegiar la universitaria gratuita (74%), descentralizar el país (73%) y realizar una reforma tributaria (67%), esto no nos puede llevar a establecer de forma mecánica y determinante que el movimiento popular o que el pueblo y la sociedad chilena están preparados y dispuestos a organizarse y luchar por estas demandas. Es debido a lo anterior que candidaturas anti-neoliberales con atisbos de anti-capitalismo como las de Roxana Miranda y Marcel Claude no generan mayor aceptación ni expectación, siendo más bien candidaturas testimoniales de denuncia y programas irrealizables en el contexto actual, porque no existen grandes bases de apoyo en la población popular que las socialice, que opte por ellas y que las materialice. Más que apostar en términos tácticos por visualizar un programa de gobierno y reformas estructurales, hay que apostar por seguir creando, construyendo y fortaleciendo a nivel social, organizaciones populares con vocación de independencia de clase; con capacidad creativa, constructiva y orgánica autónoma y contraria a los intereses de los partidos políticos del bloque dominante (duopolio político Alianza por Chile/Nueva Mayoría), y de fuerzas y/o partidos políticos aventureros de izquierda que las pretendan representar (incluso en el caso de defender sus intereses), por arriba dentro de la institucionalidad democrático-representativa mediante la consecución de puestos en Municipios, Intendencias, Parlamento u obteniendo un Gobierno. Esto no debe leerse como una negación de la política, sino todo lo contrario como su afirmación más plena. La política debe estar presente y se debe avanzar en terminar con su disociación con lo social: pero la política debe estar anclada en el campo popular, surgir desde, con y para las/os trabajadores y el conjunto del pueblo.
Nuestra caracterización del período que se inicia en la segunda década del siglo XXI (concretamente el año 2011), hace hincapié en reconocer que, en general, la sociedad del territorio de Chile está cambiando y, en particular, la clase trabajadora y el conjunto del pueblo también: en clave de hastío de tanto abuso, robo, mentiras y promesas incumplidas que hemos sufrido desde 1990, cuando las/os políticos y tecnócratas que luego nos gobernaron por 20 años (la Concertación) nos instaron a inscribirnos y votar en el Plebiscito por el No con el lema ‘Chile, la alegría ya viene’. Pero la alegría nunca llegó y se convirtió en un trago amargo, y como somos una sociedad y pueblo alcoholizados fueron varios tragos amargos hasta que empezamos a despertar de esa larga resaca, a levantar cabeza en búsqueda de esa negada dignidad.
Sin duda esos cambios se han materializado en concientización, organización y lucha por parte de franjas del pueblo, las/os trabajadores y la sociedad en términos principalmente de reivindicaciones económicas sectoriales (estudiantil, laboral, vecinal), transversales (medioambientales, regionales), culturales-nacionales (pueblos originarios) y demandas por avances en derechos sociales (salud, previsión, educación, vivienda, transporte público) y/o servicios básicos (gas, luz, agua). Sin embargo, el grueso de la movilización y organización social se mantiene parcelado y con vocación gremialista, careciendo de tácticas, estrategias y objetivos comunes. No existe un plan o plataforma de lucha intersectorial potente en los campos sindical, estudiantil y territorial a nivel provincial, regional y nacional, que no haya sido elaborada por militantes y referentes más politizados de izquierda; sin duda que esto es un avance, pero debemos apostar a construir como movimiento popular en conjunto organizaciones profundamente democráticas, participativas y autónomas que avancen en clave clasista libertaria en lo orgánico, táctico, estratégico y programático; apostando a referenciar un proyecto sociopolítico intersectorial con unidad desde las luchas, que se sustente sobre la base del apoyo mutuo y la solidaridad de clase al interior del movimiento popular, esto es desde las/os trabajadores y el conjunto del pueblo organizado. La solidaridad de clase expresada por los trabajadores portuarios a nivel nacional con sus pares del puerto de Mejillones, materializada en el paro de actividades; así como el paro del 26 de junio del presente año -bajo la consigna ‘A recuperar el cobre para la Educación’- convocado por CTC [Confederación de Trabajadores del Cobre], el SITECO [Sindicato Interempresa de la Gran Minería y Ramas Anexas], la Unión Portuaria de Chile y otros sindicatos portuarios, así como por la CONFECH [Confederación de Estudiantes de Chile], ACES [Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios] y CONES [Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios], entre otros, constituyeron hitos importantes en pos de dar pasos importantes en la configuración de un proyecto sociopolítico clasista intersectorial y un salto cualitativo de las correlaciones de fuerzas de los procesos de Lucha de Clases en el Chile actual; sin embargo, no debemos pecar de un optimismo voluntarista traspasando un fenómeno y contexto determinado al conjunto del movimiento popular; por lo demás tener claro que dicho paro del 26 de junio, en el mundo de los trabajadores fue principalmente promovido por dirigencias y fuerzas políticas, y que dichas organizaciones sindicales aún no son tan democráticas, honestas, participativas y clasistas como lo deseamos. A consecuencia, es necesario seguir fomentando las luchas reivindicativas y socioeconómicas en el seno de la clase trabajadora y el conjunto del pueblo para de esta forma, en praxis dialéctica, ir avanzando en la conformación de una conciencia de clase para sí y la politización de las/os trabajadores de base. Esto último bajo un prisma materialista histórico de la realidad social y de la lucha de clases, rechazando lecturas apresuradas e idealistas que apuestan a que desde el mundo político, desde la democracia representativa en sintonía burguesa, en definitiva desde el Estado -Gobierno y Parlamento- se puede romper el cerrojo de la institucionalidad dictatorial heredada y la Constitución de 1980. Contrariamente a lo planteado por algunos, es precisamente esta táctica electoral aventurista la que contribuye a disociar lo político de lo social, al apostar a realizar las transformaciones por arriba, avalando la profesionalización de la política al interior de una democracia representativa con cimientos dictatoriales que permite la participación y toma de decisiones políticas-legales a un puñado de ‘profesionales’- a una élite política-, excluyendo al pueblo y mundo social mediante el acostumbramiento a la delegación de la participación y la toma de decisiones que nos atañen a todas/os, limitándolo al voto en urnas cada 4 y/o 6 años. Las apuestas electorales que en sus supuestos abogan por transformaciones estructurales profundas del sistema económico (Capitalismo neoliberal) y político-jurídico (Democracia representativa, Constitución de 1980) deben -para no terminar siendo cooptadas y absorbidas por la praxis del bloque dominante- necesariamente apostar por construir un frente social de masas a nivel nacional, de las/os trabajadores y el conjunto del pueblo, con capacidad de auto-conducción y plena autonomía de clase, con unidad táctica y programática desde la lucha concreta, y con una praxis en clave de acción/democracia directas de masas; esto es un programa que apunte a avanzar en conquistas materiales (sociales y económicas) en áreas como trabajo, previsión, salud, educación, vivienda, transporte público y medioambiente, mediante dos mecanismos que van a la par de manera dialéctica: la organización social de lo particular a lo general, de lo comunal a lo provincial, de lo regional a lo nacional, con la asamblea y el federalismo como metodologías orgánicas; y por medio de la presión social ejercida en las calles por las organizaciones populares que lo compongan abarcando un abanico de opciones operativas de la movilización social: marchas, mítines, volanteo, actividades político-culturales, foro-debates, talleres, barricadas, recuperaciones, y técnicas de autodefensa y violencia revolucionaria de masas como mecanismos de resistencia a la represión y terror del sistema imperante. Es decir, las transformaciones estructurales y avances en reformas político-jurídicas necesarias para romper con la herencia dictatorial-neoliberal deben surgir desde el movimiento popular y ganarse en el campo social; en el caso de que el frente social de masas apueste por la dualidad de hacer política desde lo social y desde lo electoral-institucional, se debe mantener su autonomía de clase supeditando el componente electoral al sociopolítico enraizado en las organizaciones de base. Pero sin duda que esto no será fijado por decreto, sino que se verá en la praxis, en las disputas ideológicas, tácticas, programáticas y estratégicas de las diversas fuerzas políticas que lo compongan; por lo cual dependerá en gran medida de la capacidad de referenciar y tendenciar que las/os militantes de sectores políticos comunistas anárquicos[iii]-en particular- y libertarios -en general-, tengamos al interior de las organizaciones de base, de un posible frente social de masas y del movimiento popular en su conjunto.
En torno al debate abierto al interior de las/os comunistas anárquicos y las/os libertarios: disputa democrática v/s disputa revolucionaria.
Más arriba ya hemos dado luces de nuestra posición respecto a las Elecciones 2013 y la táctica electoralista al interior de los sectores de izquierda, clasistas y potencialmente revolucionarios. Ahora queremos abocarnos particularmente a lo que ha estado sucediendo al interior de nuestro sector político comunista anárquico, en particular, y libertario, más amplio, en lo sociopolítico. En primer lugar, este posicionamiento no se refugia en lecturas estáticas y a-históricas de la lucha de clases y la realidad social, como ya se ha dejado entrever más arriba; no establece lecturas idealistas como pueden ser las puristas-moralistas, principistas y/o dogmáticos. No desea abrir un debate que ya está en curso y del cual, humildemente pensamos, se deben tomar posiciones al respecto. No deseamos revelar una suerte de verdad absoluta, de orden metafísico o mesiánico frente a qué es ser anarquista y/o libertario y qué no lo es (o cuando se deja de serlo); tenemos bien presente que hay lecturas diferentes con una flexibilidad táctica en base al diagnóstico y a la estrategia del período que haya tomado tal o cual organización o plataforma de trabajo, es decir, existen praxis distintas; esto sin duda ha sucedido en la historia de la izquierda en general y del movimiento anarquista/libertario en particular. Sin duda, como movimiento, nos hemos hecho más conocidos por nuestra coherencia entre medios y fines, que por una política homogénea. Es por esto que nuestro posicionamiento no contiene la equivocada tendencia de confundir los principios con la táctica o estrategia, sino más bien se articula a partir de la necesidad de mostrar una línea de soporte del trabajo político que hemos venido desarrollando un amplio sector anarquista/libertario y que se ha visto emplazada frente a las postura tomada por la ‘Red Libertaria’[iv] al interior del movimiento. Esto último, sin duda, se debe a la falta de estrategia que ronda en gran parte del movimiento. La tarea a nuestro juicio para el período que se abre con la segunda década de este siglo XXI, es plantearse tácticas, lineamientos programáticos y estrategia unitarias al interior del movimiento anarquista/libertario, que tengan la ardua tarea de llevar a otra etapa la Lucha de Clases en Chile posicionando el clasismo libertario como un referente gravitante dentro del movimiento popular, teniendo en cuenta los últimos avances en materia de lucha reivindicativa de un no menor sector de trabajadores y de otros sectores en lucha en el territorio del Estado chileno.
Respecto al debate y a la opción táctica-estratégica denominada Ruptura Democrática tomada por un sector del movimiento comunista anárquico/libertario, reflexionamos los siguientes puntos:
1.- Ruptura Democrática v/s Ruptura Revolucionaria como horizonte estratégico: estamos conscientes que la ruptura democrática es entendida a nivel coyuntural y táctico como socialización de un programa de gobierno, pero que sobre todo es una estrategia para el período a construir. Sin embargo, ante esta estrategia entendemos que las/os comunistas anárquicos y libertarios debemos oponer el horizonte estratégico de la ruptura revolucionaria, desde las bases y por fuera de la institucionalidad burguesa estatal del gobierno y parlamento, oponiendo como estrategia el clasismo libertario.
2- Construcción social de pueblo organizado desde las bases: apostar por la democratización profunda y radical barriendo con las burocracias al interior de las organizaciones populares y de clase en base al método de democracia directa, asamblearismo y federalismo, para no sólo dotarlas de perspectiva clasista libertaria, sino que además transformando su lógica vertical-autoritaria, por una horizontal y antiautoritaria, en búsqueda de cambiar sus estatutos orgánicos. Abogar por la unidad de las luchas (multisectorialidad), por el diálogo fraterno desde estas mismas luchas al interior de nuestro movimiento. Por último, desarrollar la capacidad de avanzar en procesos de autogestión social en el seno del movimiento popular.
A modo de conclusión, bajo un análisis materialista histórico retrospectivo, planteamos que no debemos ilusionar a las masas con la vía electoral, ya que esto sería insistir en un experimento político que fracasó, lo cual implicaría llevarlas al matadero, como sucedió con el Golpe de Estado en 1973, donde se barrió con las esperanzas de democracia socialista.
Con la derechización del Partido Comunista, queda vacante un espacio político que sectores de izquierda pretenden copar apostando a la lucha electoral e insistiendo en la ‘vía democrática’, sin asumir los aprendizajes que, a nuestro juicio, nos deja la historia del movimiento popular en Chile.
Finalmente, reflexionar sobre el quiebre que ha provocado en el movimiento comunista anárquico y libertario la estrategia de ruptura democrática y la táctica de apuesta electoral del movimiento TALM [Todas/os a la Moneda] y la candidatura de Marcel Claude. Planteamos al sector que ha optado por esta vía, reflexionar sobre los costos y oportunidades que ha tenido (y que seguirá teniendo) el asumir esta postura en la actual coyuntura electoral, precipitando un quiebre político justamente en un momento de acumulación de fuerzas y experiencias de lucha a nivel social y sociopolítico, estancando e hipotecando, en cierto grado, el crecimiento cualitativo y cuantitativo de las mismas. Una lectura idealista, dejando en segundo plano el materialismo histórico, ha llevado a querer transformar la realidad social no sólo de abajo hacia arriba, sino también desde arriba hacia abajo. Esta lectura privilegia la apuesta por las transformaciones políticas, las que al abrir el cerrojo institucional permitirían el rearme orgánico del movimiento popular y el avance en sus reivindicaciones socioeconómicas.
Esta división de aguas ha desnudado la falta de correlación de fuerzas al interior de nuestro movimiento, así como la ausencia de organizaciones sociales, sociopolíticas y políticas con una clara perspectiva clasista libertaria. La subjetividad política de nuestra clase trabajadora y del conjunto del pueblo no ha cambiado significativamente, como para aventurarse en proyectos que ni siquiera colocan como componente central el clasismo y el anticapitalismo. Estas apuestas pueden inclinar la balanza hacia una salida socialdemócrata al creciente conflicto social y lucha de clases en el Chile actual, desplazando la vía de ruptura revolucionaria; y es en este sentido que se puede esbozar que su planteamiento programático es más propio de la colaboración de clases que de la lucha de clases.
Para cerrar, hacemos un llamado a los grupos, militantes, referentes y sujetos de nuestro movimiento comunista anárquico y libertario (a nivel regional y nacional) a entrar en un proceso de profundo debate fraterno en pos de la refundación orgánica del Comunismo Anárquico en Chile, con el objetivo de establecer lineamientos tácticos, programáticos y estratégicos unitarios y comunes transversales, que permitan posicionarnos como un referente sociopolítico gravitante al interior del movimiento popular que permita llevar a otro nivel la Lucha de Clases en el territorio del Estado chileno.
Noviembre, 2013
REFERENCIAS
[i] Ex pacto Concertación de Partidos por la Democracia, que gobernó por 20 años Chile (1990-2010). Desde este año 2013 suma al PCCH [Partido Comunista de Chile] y al MAS [Movimiento Amplio Social] convirtiéndose en pacto ‘Nueva Mayoría’.
[ii] Nos referimos al último ‘Estudio Nacional de Opinión Pública’ (Septiembre-Octubre 2013) del Centro de Estudios Públicos [CEP] de Chile, con experiencia en estudios desde 1987. Más información en: http://www.cepchile.cl/
[iii] El término ‘comunista anárquico’, para el caso, lo entendemos como sinónimo de: ‘anarquismo de lucha de clases’, ‘anarquismo organizado’, ‘comunismo libertario’ o ‘anarco-comunismo’. Refiere a la unidad político-ideológica característica de una organización política. En cuanto al término ‘libertario’, lo entendemos con mayor amplitud que el anterior y referente más que todo a la unidad táctica y programática, a la vez que una metodología de construcción social en el seno del movimiento popular.
[iv] Para conocer esta posición, revisar el comunicado público disponible en: http://www.elciudadano.cl/2013/07/01/72475/declaracion-publica-de-la-red-libertaria/
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Frente Anarquista Organizado -FAO-
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