Hasta hoy él, mi padre, no sabe que existo. Le gusta, al personaje real, mantener su identidad bajo el seudónimo que lo hizo famoso como columnista político de un medio relevante, de esos que inciden en la opinión pública nacional. Observador implacable de la realidad durante años, mi progenitor seudonominal ha desplegado un humor negro, malicioso, en un ejercicio literario propio del género de la sátira, como él mismo ha declarado alguna vez.
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Este que nace hoy también es un ejercicio literario, que ha elegido como referente a un personaje construido, que basa su existencia en la autonomía de sus columnas. Con diferencias manifiestas, porque el hijo no es el padre y porque El Ciudadano no es El Mercurio, vamos a contrastar y confrontar la realidad desde ópticas distintas, pero desde el realismo más puro, pese a la subjetividad implícita en cada opinión y en cada decisión, como se nos enseña en las escuelas de periodismo.
Desde acá esperamos contribuir al debate, a la crítica y a transparentar aquello que no nos cuentan o nos revelan a medias. La política es un baile de máscaras y la economía va detrás sustentándola, todos idealmente alineados en la búsqueda del bien común, aunque algo pasa que no resulta. Algo anda mal. Está difícil llegar a fin de mes, la educación cada vez peor y la salud pública no levanta. Pero la clase política nos arrastra a discusiones inútiles, propias de un país que tiene sus necesidades fundamentales resueltas.
Joe, el padre, muchas veces ha sido crítico e irreverente, pero editorialmente no deja de estar condicionado y no ataca lo indefendible, aquello instalado por unos pocos que se benefician de reglas laxas. Jamás le pega al que paga la cuenta, al que se colude o al que se enriquece gracias al extractivismo. Tampoco le importan la concentración económica ni la integración vertical, ni que ese mercado que sus jefes tanto defienden esté lleno de distorsiones. Pero para eso está el hijo, que habrá de honrar el prestigio de la pluma del padre.
Hoy nace Joe Black Jr. y desde este lugar esperamos aportar a la discusión y al debate, con libertad, sin un marco editorial fáctico que condicione qué se dice y qué no. La pauta la determina la contingencia y la abordaremos desde la controversia y la tensión, sin presiones y con la máxima irreverencia posible.
Hasta hoy, él no sabe que existo, pero acá estoy. Sí Joe: llegué para tocar orejas de verdad, no como tú, que te fundes en la sátira inefectiva de una pluma noble con el lenguaje y devota de la gramática, pero infiel a la gente y débil frente al poderoso. Pero acá estoy yo, para saldar tu deuda y quedar sin pendientes.
Por Joe Black Jr.