Este año 2023 el Cáucaso sur conmemora una fecha importante en materia de ir resolviendo situaciones, que han tensionado esta región durante década: la recuperación de gran parte de la región de Karabaj a manos de la República de Azerbaiyán. Esto, tras una guerra entre los años 1988-1994 que significó la ocupación del 20% del territorio azerbaiyano a manos de Armenia y luego el año 2020 cuando Bakú en una conflagración, que tuvo una duración de 44 días, reconquistó tres cuartas partes de su territorio, que comenzó así a entrar en una nueva fase de desarrollo. Periodo donde se busca el desarrollo integral y regional (1) Y, que el gobierno azerbaiyano conmemora como el Día de la Victoria, en un hito representado por la firma del alto al fuego bajo el triunfo de las fuerzas azerbaiyanas.
Tal conflicto bélico significó la liberación de varias ciudades y casi 300 asentamientos y aldeas, que bajo las condiciones de paz significó entregar también otras zonas. Esto bajo supervisión de los garantes representados por la Federación Rusa y Turquía. Indudablemente, el recuperar territorios que bajo el derecho internacional estaban bajo la denominación de ocupados (2) significó un duro golpe para el gobierno armenio y para una población que tras casi tres décadas de ocupación de facto pensaba que esa situación anómala no podía cambiar. Efectivamente mutó y lo hizo de una manera que generó un trauma difícil de superar, no sólo para Ereván, sino para la diáspora armenia –que duplica a la población que habita el país del Cáucaso Sur- que ejerce gran influencia en países como Francia, Argentina y Estados Unidos.
En el caso de Washington los grupos de presión armenios suelen marcar la línea de política exterior en la zona del Cáucaso sur, como sucede también en otras zonas del mundo, dependiendo de la fuerza de los grupos de presión. En el caso de Ereván, influye el del gran número de descendientes de armenios que allí habitan (3) y que el pasado septiembre iniciaron una fuerte movilización para presionar al gobierno de Biden a intervenir directamente en una campaña bélica contra el gobierno de Bakú. Una idea peregrina y que no recibió mayor grado de seriedad de Washington. Los puntos exigidos por esa diáspora fueron fundamentalmente tres: en primer lugar, un llamado para que fuerzas militares estadounidenses intervinieran para detener lo que Armenia llamó ataques mortales contra la población de Karabaj de origen armenio. En segundo lugar, el fin de toda asistencia militar a Azerbaiyán acorde con la denominada ley de apoyo a la libertad. Y, finalmente, generar un puente aéreo humanitario para evacuar a la población armenia tras las acciones militares azerbaiyanas, que en menos de un día derrotaron a las fuerzas separatistas, que intentaron revertir el resultado de la guerra del año 2020.
La aceptación de la derrota el año 2020 y una escaramuza de grupos separatistas armenios en septiembre pasado, significó, como fue mencionado precedentemente, que en menos de 24 horas, en una operación relámpago, una capitulación que echó abajo el llamado gobierno pro armenio de la zona de Karabaj –que dejará de existir ineludiblemente antes del 1 de enero del año 2024-. En un decreto, Samvel Shajramanyan, dirigente del enclave de mayoría armenia, anunció la disolución de “todas las instituciones gubernamentales y organizaciones (…) al 1° de enero de 2024″. Una decisión que casó un trauma en Armenia y una oleada de protestas contra el gobierno de Nikol Pashinian, que, a pesar de sus acercamientos a Estados Unidos en desmedro de la Federación Rusa, no pudo obtener rédito alguno que beneficiara una postura de revertir una situación que ya no tiene vuelta atrás: el retorno de Karabaj a la soberanía azerbaiyana. Y, con ello, la salida, propiciada por una narrativa de temor a Bakú de gran parte de los armenios que habitaban Karabaj a pesar de los llamados de Bakú respecto a que toda persona que quisiera quedarse en Karabaj podría hacerlo, pero bajo la soberanía azerbaiyana. Prueba de tal conducta es el hecho reconocido por organismos internacionales que en la salida de los habitantes de origen armenio de Karabaj no hubo incidentes graves que lamentar.
Más bien la tensión se trasladó al plano de las ya tirantes relaciones entre Azerbaiyán y Francia, pues este último país, aliado de Armenia, a través de la ministra de asuntos exteriores del país galo, Catherine Colonna, en una visita efectuada a Armenia y en entrevista con el primer ministro Pashinian, prometió al gobierno de Ereván “equipamiento militar destinado a asegurar la capacidad defensiva de Armenia”. ¿Por qué esta postura francesa de atizar el fuego de la contienda y no propiciar un desarrollo armónico entre ambas naciones visto: la derrota ya sumida y la necesaria visión de desarrollo que se está generando en esta zona, para convertir en un foco de progreso donde se una en el concepto y práctica a países como la propia Armenia, Georgia, Turquía y la República Islámica de Irán? Proyectos de infraestructura vial, ferroviaria, portuaria, vía de oleoductos y gasoductos. Indudablemente hay que limar asperezas muchas veces avivadas por potencias extrarregionales, que suelen velar más por sus intereses que de los pueblos de la región.
El Día de la Victoria conmemorada por Azerbaiyán debe significar -y los proyectos de desarrollo integral en la región así parecen demostrarlo- beneficios para el conjunto del Cáucaso sur. No es sólo un recordar hechos militares, sino constatar la necesidad de que los procesos de respecto a la integridad territorial de las naciones se cumpla, que la ocupación de territorios que no pertenece a fuerzas que ocupan y colonizan dichos territorios viola el debilitado derecho internacional. Ya en la conmemoración del segundo año del Día de la Victoria el presidente azerbaiyano Aliyev trazó los ejes estratégicos para fortalecer la región del Cáucaso Sur, incluso con obras que significarán beneficios para Armenia, entre ellos concretar el corredor de Zangazur, que significará un cambio en la manera de llevar adelante un desarrollo acelerado del transporte y comercio. El recuperar territorios no sólo es dar importancia al recuerdo, a la memoria de lo que significan años de ocupación, sino también renovar las relaciones con los vecinos, que tendrán esta condición en forma permanente y por tanto hay que desarrollar proyectos que contribuyan al bienestar general.
Lo mencionado implica inversión, desarrollo, pero también integración, propiciando a su vez, lo que las autoridades de Azerbaiyán denominan el gran retorno a Karabaj. Proyecto que no deja fuera a las otras naciones de la zona, incluyendo a Armenia. “Azerbaiyán presentó cinco principios fundamentales para la normalización de las relaciones –sostuvo Aliyev en octubre del año 2022, en una reunión con el presidente ruso Vladimir Putin y que está plenamente vigente– las relaciones entre Azerbaiyán y Armenia deben normalizarse sobre la base de estos principios. Estos son principios fundamentales del derecho internacional. Creo que sobre esta base se puede lograr la normalización de las relaciones” (4).
Estos principios mencionados por el mandatario azerbaiyano son: el reconocimiento mutuo de la soberanía, la integridad territorial, la inviolabilidad de las fronteras internacionales y la independencia política. En segundo lugar, la confirmación mutua de la ausencia de reclamaciones territoriales de los Estados entre sí y la obligación legal de no plantear tales reclamaciones en el futuro. En tercera mención se señaló la necesidad de abstenerse de amenazar la seguridad de la otra parte en las relaciones interestatales, de utilizar las amenazas y la fuerza contra la independencia política y la integridad territorial, y de otras circunstancias incompatibles con los propósitos de la Carta de la ONU. El cuarto principio es la delimitación y demarcación de la frontera del Estado, establecimiento de relaciones diplomáticas. Y, finalmente, la apertura de los transportes y las comunicaciones, el establecimiento de otras comunicaciones adecuadas y la cooperación en otros ámbitos de interés mutuo (5). El gobierno de Azerbaiyán, a pesar de la oposición de Armenia, ha declarado que reintegrará pacíficamente Karabaj a su soberanía y que ello implica garantizar los derechos de los armenios étnicos. Es parte de las promesas por el Día de la Victoria, que cumple ya su tercer aniversario.
Por Pablo Jofré Leal
Artículo para SegundoPaso ConoSur
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1.-https://radio.uchile.cl/2022/11/02/karabaj-busca-su-desarrollo-integral/
2.-La primera de estas resoluciones fue la N° 822 del 30 abril de 1993. Adoptada tras la ocupación de la ciudad de Karavachar, donde se señaló la necesidad de que las fuerzas armenias se retiraran del territorio, pues se ponía en peligro la estabilidad de toda la región de Cáucaso Sur. Posteriormente, se emite la resolución N°853 del 29 julio 1993. Emitida tras la conquista de la ciudad de Agdam. Mediante esta acción legal se llamó a las partes a un alto al fuego, exigiendo el repliegue total de las fuerzas armenias de las regiones ocupadas hasta ese momento. Posteriormente, vino la Resolución N° 874 del 14 octubre de 1993. Acordada, tras la ocupación de las ciudades de Fuzuli, Cebrail y Qubadli y, finalmente, la Resolución N° 884 del 12 noviembre 1993 cuando Armenia ocupó la ciudad de Zengilan. En estos documentos, la ONU exige que Armenia abandonase de inmediato y sin condiciones los territorios azerbaiyanos ocupados
3.-Andrés Koribko. Septiembre 2023. https://www.radiofarodelnoroeste.es/secciones/internacional/item/19862-armenia-y-su-lobby-de-la-diaspora-con-sede-en-estados-unidos-quieren-que-estados-unidos-declare-la-guerra-a-azerbaiyan
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