En el año 2025, los anillos de Saturno dejarán de ser visibles temporalmente, aunque no se trata de la desaparición literal del sistema de escombros que rodea al planeta, sino de un juego de perspectivas, producto de su comportamiento mientras orbita alrededor del Sol.
Saturno es el planeta con la estructura de anillos más extensa y brillante en el sistema solar. Desde la Tierra parecen finos discos de polvo que cortan el espacio.
En realidad están formados por innumerables rocas y fragmentos de hielo que se extienden a lo largo de 400 mil kilómetros. Esta distancia es mayor que la que hay entre la Tierra y la Luna, estimada en 360 mil kilómetros.
Al igual que la Tierra, Saturno tiene su propio movimiento de oblicuidad. Esto significa que, en ocasiones, el ecuador de Saturno apunta hacia arriba y luego va hacia abajo, siempre en relación al Sol. El movimiento de oblicuidad es el responsable de que en la Tierra se experimente la primavera durante marzo en el hemisferio norte y en septiembre en el hemisferio sur. Mientras tanto, cuando la luz incide directamente sobre el ecuador, en el punto medio de este desplazamiento, se produce un equinoccio.