Por Pamela Poo
El antropocentrismo, según la Real Academia Española, se define como la “teoría que afirma que el hombre es el centro del universo” (RAE, 2020). Lo anterior es sin duda uno de los elementos que cruzan muchos de los problemas que el hombre ha desatado en las últimas décadas sobre la naturaleza y sus componentes. La crisis climática y ecológica es consecuencia del antropocentrismo, en el cual están inmersas las élites económicas y políticas del mundo, las que independiente del sistema ideológico que defiendan, todas buscan de algún modo dominar la naturaleza desde una visión en donde la humanidad se encuentra por sobre ella y no como parte de esta.
La pandemia originada por el Covid-19 a fines del año 2019, es una de las tantas alertas que nos está dando la naturaleza de que el mal desarrollo (Gudynas, 2015), basado en la extracción intensificada de elementos de la naturaleza nos lleva directo al colapso de la vida como la conocemos, ya el IPBES en el año 2019, en un informe planteaba que se encuentran en peligro de extinción alrededor de un millón de especies entre animales y vegetales de no contar con un “cambio transformador”.
El Covid-19, no es ninguna casualidad, avisos de este tipo de virus propagados por la zoonosis donde:
“las enfermedades zoonóticas son un grupo de enfermedades infecciosas que se transmiten de forma natural de los animales a los seres humanos. El mayor riesgo de transmisión de enfermedades zoonóticas se produce en la interfaz entre el ser humano y los animales a través de la exposición directa o indirecta a los animales, los productos derivados de estos (por ejemplo, carne, leche, huevos) o su entorno.” (OMS, 2020).
La zoonosis entre animales y seres humanos se está intensificando debido a varias causas, entre ellas la pérdida de biodiversidad, en donde los seres humanos van empujando la frontera de intervención de los ecosistemas, haciendo que las especies queden más expuestas a los humanos y se produzcan la transmisión de enfermedades. Otra de las causas se debe a la industria de la carne, en donde las enormes granjas de animales, la mayoría de las veces se encuentran hacinados, lo que implica que sean importantes focos de transmisión de enfermedades por zoonosis, como también los mercados de animales exóticos.
A su vez la crisis climática y ecológica en materia de nuevos virus representa una amenaza, debido al acelerado derretimiento de los polos y el permafrost correspondiente al suelo congelado (Gajardo, 2020), lo que implica que, en un futuro muy próximo, de no cambiar el rumbo se liberaran antiguos virus que aún no conocemos, teniendo como resultado una nueva amenaza.
El Covid-19, ha sido una gran alarma para el mundo en relación al modo a como nos estamos desarrollando, ya que ante nuestros ojos hemos visto las consecuencias de lo que significa estar viviendo una crisis sin preparación alguna. Esto es consecuencia de la grave explotación de la naturaleza, lo que nos está llevando a un desequilibrio en nuestras formas de vida, colocando en jaque a la sociedad y su exacerbado consumo de bienes y servicios.
Si el Covid-19, ha representado un tremendo golpe para el mundo, sin duda el antropocentrismo con el que hemos construido la relación con la naturaleza nos llevará a una crisis mayor a ésta, y de complejo manejo. La crisis climática y ecológica esta generada por un desarrollo basado en el uso de combustibles fósiles y en un extractivismo sin límite, lo que ha conllevado en la profundización de la transacción de los bienes de la naturaleza como commodities, definidos como recursos naturales que se exportan con bajo procesamiento y que sus precios se fijan a nivel internacional (Svampa, 2016), lo que ha generado una alta dependencia de la exportación de materias primas.
Por otra parte, lo anterior se ve intensificado por las relaciones globales entre los países del norte y el sur, siendo históricamente el sur el proveedor de las “materias primas”, para los países desarrollados, aumentando cada vez más la deuda ecológica. A su vez dicha crisis ha sido profundizada por la inmovilidad e inoperatividad del mundo político a nivel mundial, ya que no han logrado anteponer los intereses que buscan la protección del medio ambiente, de los ecosistemas y las personas.
Lo anterior nos ha llevado a pasos acelerados a un riesgo que se transformará en la nueva realidad, ya lo advertía Beck (1998) en la sociedad del riesgo, en donde se presenta que el riesgo hará del mundo un lugar completamente inestable y en donde constantemente la sociedad se verá sometida ante la incertidumbre.
Ha sido tal la profundización de la lógica antropocéntrica que incluso se plantea que “nadie puede negar el carácter humano de las crisis ambientales” (Ruiz & Mercado, 2006). Incluso la transformación que ha realizado el ser humano en la tierra ha tenido tal nivel de impacto que ha generado el cambio de era geológica pasando del Holoceno al denominado Antropoceno, en donde se reconoce el potencial del ser humano de modificar el planeta.
El cambio de edad geológica de la tierra, se propuso en el año 2000 por el químico Paul Crutzen y el biólogo Eugene Stoermer (2000), quienes plantearon que “la noción de Antropoceno trata de reflejar el impacto cuantitativo que la masiva influencia de los seres humanos sobre los sistemas biofísicos globales tiene sobre el medio ambiente planetario provocado en las relaciones entre los seres humanos y el medio ambiente global por la masiva influencia de aquellos sobre los sistemas naturales que componen éste.”
Si bien el termino se acuño el año 2000, recién en el año 2016, tuvo la aceptación generalizada, con el fin de mostrar el rol que han tenido los seres humanos al modificar de menara profunda los componentes de la naturaleza. A su vez Arias (2015) describe varias de las actividades que están produciendo cambios en la naturaleza y generando contaminación, pérdida de biodiversidad entre otros:
“El cambio climático es el resultado más espectacular y emblemático de semejante desarrollo, pero está lejos de ser el único: añádanse la desaparición de la superficie virgen, la urbanización, la agricultura industrial, la infraestructura de transporte, las actividades mineras, la pérdida de biodiversidad, la modificación genética de los organismos, los avances tecnológicos, la creciente hibridación, la acidificación de los océanos. Puede comprobarse que no se trata de procesos súbitos, sino de largos recorridos históricos acelerados desde la Revolución Industrial” (Arias, 2015).
Por otra parte, existen algunos que incluso han renombrado esta Era como Capitoloceno, con el fin de plantear una mirada crítica en torno al desarrollo y la economía que se despliega a nivel mundial, destacando que:
“El Capitoloceno está relacionado con procesos desposesión, con procesos paralelos de desterritorialización-reterritorialización, y aumento de desigualdades entre seres humanos y entre humanos y no humanos, causadas por las concepciones que los diferencian, basadas en la noción binaria de naturaleza-cultura y también asociadas a procesos de creación, apropiación y globalización de las naturalezas” (Ulloa, 2017).
Para Maristella Svampa (2016), el Antropoceno critica de lleno el tan manoseado concepto de desarrollo sustentable:
“El concepto de Antropoceno también es sumamente critico porque anula el concepto de desarrollo sustentable. Es decir, no considera que la naturaleza sea un simple socio de la economía o una nueva columna en la contabilidad de las grandes empresas, sino que coloca un cuestionamiento general frente al avance de la destrucción de los ecosistemas y sobre todo señala que el discurso del desarrollo sustentable se asentaba sobre la base de una idea de la naturaleza lineal y reversible, con la cual podíamos retroceder y volver sobre un punto diferente de mayor conservación, esto es, un régimen estacionario óptimo”.
De lo señalado por Svampa, el Antropoceno, implica el reconocimiento de que la sociedad en su conjunto se encuentra en un punto sin retorno. Tras el Covid-19 las amenazas de profundizar el extractivismo, para la reactivación de la economía es una tentación permanente, las señales indican que la arremetida del modelo será en dicha senda, lo que además implica la rebaja de estándares ambientales, colocando en peligro a los ecosistemas y la ciudadanía que por largo tiempo ha tenido que soportar las cargas ambientales.
Por último, la oportunidad que existe de enmendar el rumbo para nuestro país y salir de la lógica antropocéntrica se encuentra en la construcción de una nueva constitución que se haga cargo del difícil panorama que tendremos que enfrentar ante la amenaza que representa la Crisis Climática y Ecológica, ya que necesitamos ajustar la legislación, con el fin de abordar la adaptación y resiliencia, como algo vital que nos permita enfrentar un cambio climático peligroso, como también la perdida de ecosistemas, entre otras amenazas.
Referencias
Arias, M. (2015). El giro antropocénico. Nuevos horizontes de la Teoría Política: la especie en la era digital. (págs. 1-13). San Sebastián: Universidad de Málaga.
Beck, U. (1998). La Sociedad del Riesgo, Hacia una nueva modernidad. Barcelona: Paidós.
Gajardo, M. (28 de Mayo de 2020). El Mostrador. Obtenido de El Mostrador: https://www.elmostrador.cl/cultura/2020/05/28/virus-y-bacterias-congelados-bajo-hielos-milenarios-podrian-ser-liberados-por-el-calentamiento-global/
Gudynas, E. (2015). Derechos de la Naturaleza: ética biocéntrica y políticas ambientales. Argentina: Tinta Limón
RAE. (20 de Septiembre de 2020). Real Academia de la Lengua Española. Obtenido de Real Academia de la Lengua Española: https://dle.rae.es/antropocentrismo
Ruiz, A., & Mercado, A. (2006). El concepto de las crisis ambientales en los teóricos de la sociedad del riesgo. Espacios Públicos, 194-213.
Svampa, M. (2013). El Consenso de los Commodities y lenguajes de valoración en América Latina. Nueva Sociedad, 30-46.
Svampa, M. (13 de agosto de 2016). La izquierda diario. Obtenido de La izquierda diario: https://www.laizquierdadiario.com/El-Antropoceno-un-concepto-que-sintetiza-la-crisis-civilizatoria
OMS. (14 de Septiembre de 2020). Organización Mundial de la Salud. Obtenido de Zoonosis y Medio Ambiente: https://www.who.int/foodsafety/areas_work/zoonose/es/
Ulloa, A. (2017). Dinámicas ambientales y extractivas en el siglo XXI: ¿es la época del Antropoceno o del Capitaloceno en Latinoamérica? Desacatos, 58-73.
Sobre la autora:
Pamela Poo
Experta en incidencia política y tramitación de proyectos de ley en el Congreso Nacional. Se ha desempeñado como asesora tanto en el parlamento como en organizaciones no gubernamentales y movimientos de bases (Recicladores de base y Agua Potable Rural). Posee amplios estudios en materia medio ambiental, entre los que se destacan agua, energía, minería y conflictos socioambientales. Ha formado parte de organizaciones como Greenpeace, Chile Sustentable e Instituto de Ecología Política. Ha realizado actividades de docencia en distintas universidades.
Licenciada en Ciencias Políticas de la Universidad de Concepción, Administrador Público de la misma casa de estudios, Magíster en Sociología de la Universidad ARCIS. Posee diplomados en Estudios Europeos, Ecología Política y Diplomado Internacional de especialización, Derechos Humanos, Empresa, Extracción de Recursos Naturales y Políticas Públicas para el Desarrollo Sustentable.