I. EL ESTADO COLORADO
El Estado Colorado del Paraguay, oficialmente conocido como República del Paraguay, es un régimen unipartidista hegemónico controlado, sostenido, mantenido y amplificado por la Asociación Nacional Republicana (ANR, el Partido Colorado) en el territorio que abarca el Estado paraguayo. Este régimen controla y regula la interacción entre los poderes del Estado, las administraciones departamentales, municipales y la sociedad civil, así como con las organizaciones, movimientos sociales y partidos políticos con el objeto de mantener y potenciar su hegemonía, mediante procedimientos que van desde lo electoral hasta lo judicial, pasando por lo económico, cultural, etc.
El Partido Colorado con presencia nacional a través de las seccionales -sus oficinas locales- es el aparato orgánico y legal que la élite paraguaya e internacional sostiene como herramienta de estabilidad en el Paraguay. El control colorado, legítimo y legal, se da a todos los niveles estatales y paraestatales paraguayos: tanto en los poderes judicial, ejecutivo y legislativo. como en la fiscalía, las hidroeléctricas, las empresas estatales, los sindicatos mayoritarios, las universidades públicas (excepto la Universidad Nacional de Pilar) y privadas, así como da su impronta a la cultura en general, a la elite, a los negocios de todo tamaño.
La hegemonía colorada se ha mantenido en el tiempo convirtiéndose en una cultura que impregna toda la sociabilidad paraguaya [2]. Esta cultura hegemónica colorada es una mezcla de patrioterismo básico, de machismo desvergonzado, de autoritarismo desenfadado y de viveza y oportunismo criollo. Una cultura que es también política, posible de ver desplegada en todo proceso electoral durante los cuales las candidaturas, tanto coloradas como de oposición, recrean el estilo colorado (mbarete/fuerte), paternalista y condescendiente para llegar al electorado [3] con escazas y muy honrosas excepciones.
Cualquier persona extranjera que visite Paraguay notará cómo predominan los tonos rojizos en la pintura de las instituciones públicas, también verá cómo las seccionales coloradas ocupan más espacio que juzgados o municipios: el coloradismo es una estética también. La hegemonía colorada es un conocimiento social y popular refrendado por una mitología siempre actualizada, así la creencia de que “hacerse colorado” allana el camino hacia el éxito o el ascenso social (basado en la experiencia de la dictadura estronista) fue recientemente actualizada por el expresidente y de facto actual co-presidente de Paraguay, el empresario Horacio Cartes quien aseguró que afiliación a la ANR era «la esperanza de poder estudiar y tener un trabajo digno»[4]. La afiliación partidaria es masiva en Paraguay, para todos los partidos y esto debe entenderse también como otra herencia, actualizada, de las prácticas dictatoriales bajo Stroessner. Ahora bien, el Partido Colorado casi duplica en afiliación al siguiente partido en cantidad de afiliados [5].
La sociabilidad paraguaya está teñida de colorado. Por ello las críticas a la ANR por temas de corrupción, que son constantes y permanentes, tanto mediáticas como judiciales, no tienen efecto político, dado que la cultura colorada favorece y glorifica la viveza y el oportunismo, especialmente si está combinada con el ejercicio impúdico de la autoridad. Criticar, entonces a la ANR, por la corrupción en sus gobiernos y cargos, es como criticar al agua por ser húmeda. En cambio, criticar a la oposición por corrupta o prebendaria siempre dará resultados, en tanto es justamente lo que no se espera de ella, su diferencial [6].
II. EL MITO DEL BIPARTIDISMO EN PARAGUAY
Hace lustros circula este mito: que Paraguay es bipartidista [7] en tanto sistema político. Este mito abunda en el progresismo y la oposición en general, entre sus militantes e intelectuales. Una razón para que prospere este mito es porque es conveniente tanto para los sectores progresistas, incluyendo la izquierda, como para el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y para la propia ANR.
El mito bipartidista conviene a la izquierda y el progresismo porque les sirve como diferenciador al mismo tiempo que les permite poner en un mismo saco a los dos contrincantes históricos de la izquierda en Paraguay: el liberalismo y el coloradismo. Conviene además al PLRA, ya que da la ilusión a su militancia de que llegar al ejecutivo está a un paso, a una elección, puesto que… el país es bipartidista. Conviene principalmente a la ANR porque este mito del bipartidismo ayuda a legitimar la hegemonía colorada, porque permite compartir con el PLRA las culpas y errores sin compartir el poder, escondiendo el control general que mantiene la ANR sobre todas las estructuras-país en Paraguay y con ello esconde las plenas responsabilidades políticas, sociales y criminales que la ANR tiene en la plena injusticia que se vive en el país [8].
El mito del bipartidismo se basa en una lectura optimista de la historia paraguaya, pensada en exclusiva desde los nombres de los partidos, sin considerar sus ideologías y cambios en esas ideologías. Así, décadas del s. XIX del Paraguay postlopizta [9] son consideradas “coloradas” por el partido que encabezó la mayor parte de esos gobiernos, pese a que los ideales del coloradismo en esos años eran tan o más liberales que los del Partido Liberal. Desde inicios del s. XX hasta el inicio de la década de los años 40 de ese mismo siglo el Partido Liberal llevó la conducción del ejecutivo, con un pequeño pero fundamental interregno entre 1936 y 1937, breve período en el cual Rafael Franco asume la presidencia con un claro programa antiliberal, antiliberalismo que desde los años 20 venía permeando incluso al Partido Liberal, como demuestra que, sin oposición, el Mariscal Estigarribia asumió la presidencia en 1939 como presidente liberal, con un programa antiliberal que plasmó en la nueva constitución de 1940 [10], basada en el “Estado Fuerte”, de acento nacionalpopulista.
El hecho de que el Partido Colorado retome el ejecutivo a contar del gobierno de Higinio Morínigo en 1940, sirve como base para esta mitología bipartidista, ya que habría solo dos partidos que han gobernado en la historia del Paraguay (exceptuado el gobierno de Rafael Franco): la ANR y el PLRA. Para ello se debe hacer caso omiso de que la ANR del s. XIX en nada se parece a la ANR influida por el nazi-fascismo de los años ’40 o por la influencia estadounidense a partir de esa misma década. También esconde el dato fundamental de que, incluso considerando ese dato, el coloradismo ha gobernado 11 de 15 décadas de historia paraguaya postlopizta.
El Estado colorado es unipartidista [11], con hegemonía de la ANR que permite competencia y subordinación de otros partidos, incluido el PLRA que es presentado como un igual por razones de estrategia política simbólica y diplomática. Es más aceptable como mito el bipartidismo, por ejemplo, que el mote de dictadura perfecta que tenía otro partido en circunstancias similares: el PRI mexicano [12].
El bipartidismo [13] clásico describe una situación de predominio compartido y alternado de dos partidos en competencia efectiva, la cual es demostrada por esa misma alternancia histórica. Los casos de EEUU y Gran Bretaña son clásicos en esto y los gráficos demuestran esto:
En Paraguay los gráficos presidenciales muestran que no hay alternancia significativa. Sólo dos gobiernos no colorados desde 1943 a la fecha, cinco años en 78, dos gobiernos en 17. De esos dos gobiernos no colorados solo uno de ellos estuvo a cargo de un presidente liberal [14] y duró… un año.
El Estado colorado que sufrimos no es bipartidista [15]: no hay alternancia que la demuestre, no la ha habido desde 1942/43 (y antes) e incluso en las elecciones municipales, que se alegan como señal de ese bipartidismo, la diferencia a favor del Partido Colorado duplica o triplica al PLRA [16].
La mitología progresista del bipartidismo paraguayo cuya finalidad es marcar una distancia y una diferencia respecto al rol opositor con el liberalismo, es funcional a que sigamos viviendo la ilusión de que esto es una democracia y no una dictadura tan perfecta como la del PRI mexicano. La interpretación interesada del sistema político paraguayo como bipartidista favorece al coloradismo [17], el cual, como hemos visto este 2021, se fortalece hasta en las municipales. Apenas, ahora, alguna analista progresista se atreve a matizar lo de bipartidismo poniendo el apellido “asimétrico” [18].
III. ORIGEN Y PERMANENCIA DEL ESTADO COLORADO
El Estado colorado que sufrimos en Paraguay tiene su origen en la dictadura de Higinio Morínigo, quien en 1942 desterró al liberalismo del ejecutivo, y en 1943 forzó la legalidad de su gobierno con elecciones, al estilo autoritario de la época. Urgido por el afán antifascista de los EEUU, desde ese mismo año fue deshaciéndose de los sectores más proEje [19] de su gobierno y acercándose cada vez más al Partido Colorado. Las ansias de dar continuidad a su régimen, así como de congraciarse con EEUU, le forzó a generar aquello que ahora se conoce como «Primavera democrática» entre 1946 y 1947, corto ciclo que se cerró con una guerra civil que puso al Partido Colorado y a un sector de las Fuerzas Armadas de un lado (el vencedor) y al Partido Liberal, a los seguidores de Rafael Franco y a sectores de izquierda del otro (perdedor). La guerra civil concluyó con el país en manos de la alianza entre las Fuerzas Armadas paraguayas y la ANR. La cárcel y sobre todo el exilio fueron el destino de la oposición.
La alianza FFAA-ANR no vino a superar sus conflictos internos (hubo entre 1948 y 1954 una serie de golpes palaciegos y cambios en el ejecutivo) que persistieron hasta que Alfredo Stroessner asumió la presidencia en 1954, tras un nuevo golpe (de palacio) militar colorado.
La larga dictadura de Alfredo Stroessner sentó las bases económicas, culturales, y políticas del Estado Colorado, sin poder consolidarlo puesto que tenía el defecto internacional y nacional de ser una dictadura con parlamento y elecciones, al estilo de las democracias socialistas de Europa del Este. La ANR era el partido dominante, prioritario, de gobierno, que estaba acompañado por dos partidos permitidos para hacer una oposición limitada y restringida (los partidos Liberal y Febrerista (Franquista)).
La dictadura de Stroessner se acaba mediante un golpe de estado militar en 1989 que, nuevamente, las Fuerzas Armadas coloradas dan a un gobierno colorado. El objetivo declarado del general Andrés Rodríguez (yerno de Stroessner) para dar su golpe militar era salvar al Partido Colorado de la posible pérdida de poder que la mantención de la dictadura implicaba en un escenario internacional de fin de los totalitarismos y dictaduras y fortalecimiento de las democracias formales en el marco neoliberal.
Es Rodríguez entonces el fundador del Estado colorado tal cual lo conocemos, al cual entrega legitimidad mediante una operación constitucional que, aboliendo la constitución estronista y con la participación activa de toda la oposición, genera un documento –la Constitución de 1992- que cumplía todos los estándares democráticos internacionales al uso. Rodríguez toma la precaución de dejar el aparato electoral bajo el control de los partidos políticos mayoritarios, en un sistema de cuotas, que en definitiva ayuda a la ANR a seguir manteniendo el control político.
Rodríguez triunfa en la construcción del Estado Colorado al agregar a ella una oposición legítima y legitimadora, que participa de las elecciones, que se ilusiona con el triunfo, que hace competencia electoral, y que- con algunos triunfos municipales- realiza gestos simbólicos que dan la impresión de haber puesto fin a la cultura estronista [20].
Tras Rodríguez, las disputas internas coloradas, dividido el partido en sectores anti y pro Lino Oviedo, con intentonas sangrientas de golpes de Estado [21], durante fines de los ’90 y principios de los 2000 dio lugar al momento de mayor debilidad del Estado colorado en el Paraguay, llegando en 1999 a haber un gobierno de “unidad nacional” [22] encabezado por el mismo Partido Colorado. Las oposiciones no supieron aprovechar el momento estratégico y se conformaron con apenas lograr el cambio en el ejecutivo, mientras la ANR iba rediseñando el control del resto de poderes e instituciones estatales, como la operación del presidente colorado Nicanor Duarte (2003-2008) para que el Partido Colorado controlara totalmente el Poder Judicial [23]. Nicanor Duarte, quien remilitariza el país [24], renueva la alianza colorada-fuerzas armadas, rehabilita al golpista Lino Oviedo, marca una renovación del Estado colorado del Paraguay, de tal consistencia que no sólo sobrevive sino que se fortalece en la experiencia del único quinquenio no colorado desde 1942: los gobiernos del Lugo y Federico Franco (2008-2013).
La derrota electoral del coloradismo en 2008, propiciada por la división en tres sectores (gobierno, oposición y oviedistas) llevó a la ANR a reafirmar la política del “abrazo colorado” y unidad electoral a todo trance. El impulso de la candidatura (y triunfo) de Horacio Cartes en 2013 puso en práctica esta estrategia.
La permanencia del Estado colorado se sostiene en la herencia cultural del estronismo, que dejó en las mentes paraguayas la idea y certeza de que la afiliación al partido colorado se ve muy bien en el curriculum a presentar en las instituciones públicas y muchas de las privadas. Durante la dictadura de Stroessner habían puestos, cargos, empleos, reservados a quienes estuvieran afiliados a la ANR, ingresar a las Fuerzas Armadas era uno de esos lugares específicos para militantes colorados. La empresa privada, necesitada de contratos con el Estado, aprendió también a preferir el relacionamiento con el Estado colorado. Toda esta impronta persiste y, como hemos visto, es retroalimentada en un ejercicio de coloradización permanente de la burocracia estatal y paraestatal, representada en la figura del Kavaju [25] que incluyen el empleo universitario, en industrias estatales, en las hidroeléctricas, gobernaciones y municipios, ONGs sostenidas por el Estado (coloradas principalmente).
Se sostiene también en un sistema electoral que da a los partidos políticos el control de las mesas de votación y todo el sistema de control electoral, asimismo quienes votan en Paraguay ven el voto “útil” como aquel voto al cual pueden sacar un provecho concreto, económico o aspiracional, por ello el voto “útil” por antonomasia es el voto colorado, el cual, incluso se paga. Eso, visto como anatema por la oposición bien pensada, el votante colorado lo ve como un derecho adquirido. Las ilusiones de que el cambio al voto electrónico frenaran la compra y venta de votos, o los fraudes y presiones, fueron rápidamente rotas durante las elecciones municipales de este año [26].
Ayuda a sostener este Estado colorado, también, la idea mitológica que mantiene el progresismo de que esta es una democracia formal (y no la dictadura informal que es), y la creencia según cual se puede negociar con la ANR en provecho propio, cuando toda interacción con el partido hegemónico en sus marcos fortalece el unipartidismo [27].
IV. NARCO Y/O TRÁFICO
En 2013 se advirtió la actualización narco [28] del renaciente Estado colorado, que había sobrevivido y aprendido del corto impulso de la alianza libero-progre de Fernando Lugo [29]. Esta actualización narco venía de la mano de un candidato y después presidente que, en tanto empresario, se le vinculaba al lavado de dinero proveniente del narco, hecho por el cual alguna breve persecución judicial tuvo. La novedad respecto al tráfico era el narco, referido tanto a cocaína como a marihuana. Novedad, porque uno de los componentes heredados del estronismo es la laxitud de los controles fronterizos como parte de una economía del tráfico y contrabando que involucra a toda la región. Esta economía del contrabando/tráfico es noticia actual cada vez que el campesinado paraguayo se queja de la competencia desleal que los supermercados paraguayos, mediante el contrabando, hacen a la comercialización de sus productos [30]. También es noticia cada vez que cigarrillos paraguayos de contrabando aparecen en países cercanos como Brasil o lejanos, como Venezuela. Forma parte de la mitología e instalación cultural del tráfico y Estado Colorado las anécdotas respecto a la admiración de productores de moda por las falsificaciones de muy buena factura de sus productos hechas en Ciudad del Este. El tráfico, así en general, es un componente estructural de la economía paraguaya y de los manejos de la élite paraguaya, siempre dependiente de que las fiscalías estadounidenses no se interesen en investigar. La participación paraguaya en el negocio mundial narco forma parte de su inserción paraestatal en los negocios de tráfico y contrabando en general.
La legalidad económica cumple una función de blanqueo y lavado de la base ilegal de su desarrollo, así el crecimiento de la ganadería y la soja se ha hecho quebrando una ley de “deforestación cero”, violando todas las leyes medioambientales; legalizando mediante intervenciones fiscales, la deforestación que expresa el “rollotráfico [31]”. Los humedales, protegidos por leyes medioambientales, ahora son pasto de arrozales (para usar una metáfora que sea una redundancia). Las agresiones a las comunidades campesinas van desde el bombardeo químico producto de fumigaciones extensivas e intensivas a la persecución fiscal a quienes pretenden luchar por mantener o recuperar tierras que, por ley, debieran ser del campesinado sin tierra, así como el blanqueo del saqueo de tierras destinadas al campesinado [32].
La economía paraguaya es extractivista, desde hace mucho tiempo. La pérdida de la masa boscosa del país (¡¡cuánto ha cambiado el paisaje paraguayo sólo en los últimos 50 años!) da cuenta de eso. La elite económica, inmersa en esta estrategia de crecimiento, se ha aliado e integrado plenamente al coloradismo y es otro de sus sostenes principales. La última elección municipal asuncena mostró que no hay millonarios liberales, y al único que pudieron traer a sus filas, lo perdieron [33]. Dejando, de paso, muy claro que los millonarios son parte integral del coloradismo. La elite económica forma parte sustancial del unipartidismo hegemónico que sufrimos puesto que lo financia y profita de él.
Para el contexto regional el interés en sostener el coloradismo es que, con todo, es una estabilidad, una estabilidad en la precariedad, pero estabilidad macroeconómica, al fin y al cabo. Esta estabilidad es útil a la región, sirve como refugio en tiempos difíciles, como lugar de negocios en tiempos fáciles, y hay la certeza regional de ser un lugar en el cual la legalidad se puede forzar mediante buenos acuerdos económicos, como lo supo Macri con Cartes [34].
Este extractivismo está desplazándose del campo a la ciudad, y los municipios en lógica colorada, van destruyendo las ciudades para ponerlas al servicio del negocio inmobiliario y de obras públicas. El triunfo colorado en las últimas elecciones municipales es el triunfo del extractivismo urbano que, en el caso de Asunción, tiene como objeto decretar el fin de la ciudad liberal, es decir, de aquella construida entre 1870 y 1940, para construir sobre ella gasolineras, estacionamientos y edificios fortaleza. La memoria de una ciudad bajo otro régimen está siendo derrumbada con permiso municipal, y solo se dejarán unas cuatro mansiones como museos en uso.
V. EL COLORADISMO COMO FASCISMO [35]
La ANR ha sabido domesticar a una parte clave de la oposición, o la ha contratado a su servicio, ganando con ello un conocimiento estratégico sobre sus oponentes, que le ha permitido intervenir en los espacios que se pretenden escapar a su control, tales como la Intendencia de Asunción o algunas facultades universitarias. En esas intervenciones, sectores de la oposición han sido útiles y/o serviles a la retoma colorada. Esto, porque no se percibe al coloradismo, todavía, como el particular fascismo (neo/actual) del Paraguay.
Este fascismo paraguayo impera bajo un malestar domesticado que se ilusiona con que su expresión electoral sea exitosa. Dejar los problemas al ritmo electoral no genera ninguna fricción en el poder como está establecido en Paraguay, con lo cual el coloradismo puede gestionar el estrés social que generan los lentos cambios que el mismo coloradismo va impulsando en la vida real y simbólica de quienes habitan el Paraguay.
Este fascismo local es, como todo fascismo, aglutinante, abarcador, populista, extremista y moderado al mismo tiempo, machista, ‘pro-vida’ y autoritario, pero siempre con voces progresistas, garantistas y demócratas en su interior, que le permitan captar los votos incautos del típico pensamiento de “mal menor”, que es uno de los paradigmas trágicos de la eterna oposición paraguaya.
VI. PERSPECTIVAS
Hay voces valientes en Paraguay que llaman a romper el mito del bipartidismo y todas sus consecuencias [36] y otras voces también valientes, que llaman derechamente a romper las urnas [37]. Pero, como en todas las cosas, la voluntad y el ejemplo son sólo uno de los ingredientes de los procesos de cambio. Reconocer la situación en la que se está y el conformismo ritual con esa situación es uno de los otros ingredientes.
Dado que sufrimos el Estado colorado perfeccionado desde 1989, y en su entera brutalidad desde 1942/43, una revolución en Paraguay será anticolorada o no será.
Ha habido dos grandes momentos de crisis del Estado colorado en Paraguay: uno en 1945/47 en el cual la presión internacional convirtió al dictador Morínigo en demócrata por un día, y se saldó con el compromiso anticomunista del coloradismo, lo suficientemente lejos del nazifascismo como para no verse feo a ojos de la embajada yanqui, compromiso que sostuvo a Stroessner exactamente el tiempo que ese compromiso era necesario internacionalmente. El otro momento fue a fines de los ’90 y principios del actual siglo [38] y se saldó con un momentáneo triunfo de la oposición al coloradismo y una reacción y aprendizaje de la ANR que le ha permitido retener el control estatal completo desde 2013 hasta ahora.
Lo común a ambos momentos es la inestabilidad, política, económica, y de paradigma estratégico. En 1947 la respuesta colorada a la crisis fue la administración total del Estado. En el segundo caso, la respuesta fue la misma. En ambas oportunidades la inestabilidad dio oportunidad de cortar el ciclo de reproducción del coloradismo y en ambas oportunidades ese intento fue débil, fallido, apenas de carátula. La oposición al coloradismo en ambos momentos no hizo más que una diferenciación cosmética con el coloradismo y no logró asociar, internacionalmente, inestabilidad con ANR, cosa que era obvia a cualquier observador.
Una posibilidad, entonces, es salirse de la esperanza ritual de que las elecciones cambiarán el contexto, y pasar a recrear lo que ha funcionado en la historia paraguaya bajo el Estado colorado: un contexto inestable ha traído cambios en las elecciones. La estabilidad es aliada del coloradismo y de una oposición cómoda, satisfecha, triste y reaccionaria.
NOTAS
[1] Conferencia telemática dada el 27 de octubre de 2021, trasmitida por la Red Antimilitarista de América Latina y el Caribe, Ramalc, disponible en este enlace https://fb.watch/9aLqoCwZkX/
[2] http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-19182018000100181
[3] http://ea.com.py/blogs/sacarse-a-stroessner-de-encima/
[5] Datos de 2015 y 2021 https://www.conacyt.gov.py/sites/default/files/upload_editores/u294/correligionarios_lachi.pdf y https://elsurti.com/oligarquia/reportaje/2021/03/30/me-afiliaron-sin-mi-consentimiento/ respectivamente, considerar denuncias de afiliaciones ilegales y dobles afiliaciones.
[7] Expresiones de esto: https://tererecomplice.com/2021/10/08/sabias-que-entre-2001-y-2015/ https://tererecomplice.com/2021/09/14/trayectoria-historica-del-bipartidismo/ https://www.celag.org/paraguay-bipartidismo-en-crisis/
[8] https://www.abc.com.py/edicion-impresa/politica/pobreza-es-culpa-del-bipartidismo-460685.html
[9] Período después de la derrota paraguaya en la Guerra de la Tripla Alianza, con el fin del gobierno de Francisco Solano López.
[11] Sobre unipartidismo: https://gsj.global.ucsb.edu/sites/secure.lsit.ucsb.edu.gisp.d7_gs-2/files/sitefiles/Rezai.pdf , http://132.248.82.60/handle/IIS/4936 https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5073076 https://revistas.ucm.es/index.php/CHCO/article/view/CHCO9898110299A/7026
[12] https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6900017
[13] https://knoow.net/es/ciencias-sociales-humanas/politica-es/bipartidismo/
[14] Federico “Florero” Franco, quien sucedió a Fernando Lugo como vicepresidente tras el golpe parlamentario de 2012. Lugo, no liberal, gobernó de 2008 a ese año.
[15] Más sobre bipartidismo https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=57402
[16] https://tererecomplice.com/2021/10/08/sabias-que-entre-2001-y-2015/
[17] http://ea.com.py/blogs/marito-cartes-la-misma-pandemia-colorada/
[18] https://nuso.org/articulo/los-colorados-fortalecen-su-poder-en-paraguay/
[19] Contexto II Guerra Mundial.
[20] https://www.ultimahora.com/el-dia-que-stroessner-fue-derribado-del-cerro-lambare-n992614.html
[21] Tal como entre 1948 y 1954.
[22] https://www.cidob.org/biografias_lideres_politicos/america_del_sur/paraguay/luis_gonzalez_macchi/
[24] https://wri-irg.org/es/articulo/2018/desmilitarizacion-y-remilitarizacion-en-paraguay
[25] Martens, J. (2009). Paraguay. Ley y Proceso Penal, instrumentos de persecución a militantes sociales. En Palau, Marielle (coord.) Criminalización a la lucha campesina. Pág 79. Asunción, Base Is, RLS
[26] https://www.instagram.com/p/CU7Kf-er6KJ/?utm_medium=share_sheet
[27] http://ea.com.py/blogs/el-estronismo-democrata-defendido-por-el-progresismo-bienintencionado/
[28] http://ea.com.py/preparandonos-para-el-narcopoder/
[29] Inició su mandato como representante de la Alianza Patriótica para el Cambio, que incluía a casi toda la oposición al gobierno anterior.
[31] Contrabando de troncos de árboles.
[32] https://www.baseis.org.py/senado-deja-impune-robo-de-tierras-y-abona-el-desalojo-de-campesinos/
[33] https://www.ultimahora.com/lo-hicimos-correr-nuestro-unico-millonario-n2967987.html
[34] http://ea.com.py/blogs/marito-cartes-la-misma-pandemia-colorada/
[35] http://ea.com.py/blogs/coloradismo-el-particular-fascismo-de-paraguay/
[36] http://ea.com.py/blogs/abajo-el-estado-colorado/
[37] https://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/cultural/2021/10/10/patea-las-urnas/
[38] http://biblioteca.clacso.edu.ar/Paraguay/base-is/20120917031235/Doc101.pdf
Por Pelao Carvallo
Integrante del Grupo de Trabajo Clacso ‘Memorias colectivas y prácticas de resistencia’.
Asunción, Paraguay, 11 de noviembre de 2021