¿Cómo iniciar la creación de una Nueva Civilización? (VIII)

Presentación: Comunidad virtual ‘Nueva Civilización’: Creativa, autónoma y solidaria Serie: «¿Cómo iniciar la creación de una Nueva Civilización?«

¿Cómo iniciar la creación de una Nueva Civilización? (VIII)

Autor: Wari

Presentación: Comunidad virtual ‘Nueva Civilización’: Creativa, autónoma y solidaria

Serie: «¿Cómo iniciar la creación de una Nueva Civilización?«. Capítulos I a VII

VIII. Se examina la solidaridad como una energía social que surge de la unión de conciencias, voluntades y emociones: el ‘Factor C’.

Examinaremos ahora la solidaridad como una fuerza activa y como un elemento constituyente de la nueva civilización, más allá de lo que ya vimos que era: una condición necesaria que han de poseer los iniciadores de aquella.

La solidaridad es una fuerza, una energía poderosa, más allá de constituir una ‘virtud’ de las personas (si bien la palabra ‘virtud’, etimológicamente significa precisamente ‘fuerza’). Para ser más precisos y relacionar ambas nociones, digamos que la solidaridad es un valor que se constituye en las relaciones y actividades intersubjetivas, que al vivirse y practicarse concretamente se constituye como una virtud en las personas, que las fortalece.

En las elaboraciones teóricas que hemos realizado en torno a la economía solidaria, formulamos y desarrollamos el concepto del ‘Factor C‘, que identificamos precisamente como ‘la solidaridad convertida en fuerza productiva‘. Vamos ahora a extender este concepto, que en realidad es aplicable también a la nueva política y a la nueva cultura (que como veremos más adelante, han de ser una política de solidaridad y una cultura de solidaridad), y es válido para todo el proceso de creación de una civilización nueva y superior.

A la solidaridad convertida en fuerza la denominamos Factor C. ‘Factor’, porque multiplica, porque actúa de manera eficaz, produciendo efectos significativos. En economía, se habla de los ‘factores productivos’ para referirse a las ‘fuerzas productivas’, a los ‘recursos productivos’. A la solidaridad como factor la representamos con la letra C, porque con esta letra comienzan muchas palabras que nos permiten identificar sus contenidos reales. Así, comunidad, colaboración, cooperación, comunión, común, compartir, comunicación, comensalidad, y todas aquellas que comienzan con el prefico ‘co’ en su significado de ‘hacer algo juntos’.

Pero ¿qué identifica realmente a este Factor C? ¿Cómo podemos definirlo? El Factor C es, concretamente, el hecho que la unión de conciencias, voluntades y emociones de un grupo de personas, en pos del logro de determinados objetivos o de la realización de ciertas actividades, incrementa, multiplica el logro de dichos objetivos, la eficacia de esas actividades.

Decimos: ‘unión de conciencias, de voluntades y de emociones’ tras el logro de ciertos objetivos.

La unión de conciencias no significa pensar todos igual, sino compartir conscientemente objetivos, orientarse en una cierta dirección común, haber logrado un significativo nivel de comunicación entre los integrantes del grupo, asociación o comunidad en referencia.

Unión de voluntades significa compartir propósitos y querer fuertemente realizarlos, aplicarse al logro de objetivos comunes, desplegar actividades coordinadas para avanzar en un proceso querido por todo el grupo.

Unión de emociones significa, por ejemplo, alegrarse todos ante un hecho que beneficia al grupo o a cualquiera de sus integrantes, entristecerse frente a situaciones negativas imposibles de enfrentar, animarse unos con otros ante las dificultades, y en general, compartir sentimientos de afecto entre los participantes del colectivo, quererse.

Que la unión de conciencia, voluntades y emociones multiplica las realizaciones y potencia el logro de los objetivos compartidos en un grupo, es una experiencia universal, un hecho psicológico, sociológico e histórico que tiene muchísimas manifestaciones y múltiples evidencias. En una familia unida en sus propósitos, donde sus integrantes se apoyan y se quieren, todos ellos son más felices, los niños crecen armónicamente y obtienen mejores resultados escolares, los padres alcanzan más logros en sus trabajos, la integración en la comunidad es mejor realizada, y en general se cumplen de mejor modo los proyectos familiares, que en otras familias donde abunden las desaveniencias. En un club deportivo donde los jugadores están unidos, hay buena integración con los técnicos, hay afinidad con los directivos del club, y los hinchas se ponen firmemente la camiseta del equipo, éste convierte más goles, gana más partidos, obtiene mayores triunfos. En la historia hay numerosos ejemplos de ejércitos menos numerosos y peor armados pero muy cohesionados por la convicción de la causa por la que combaten, que han vencido a ejércitos más numerosos y mejor armados pero menos cohesionados y con poca convicción o conocimiento de las razones de su lucha. En política, partidos y movimientos cohesionados logran mayores adhesiones ciudadanas y obtienen más realizaciones que aquellos en que hay facciones y grupos que lo dividen internamente. Lo mismo en el ámbito religioso o cultural, la atracción de fieles y la convicción de la fe de quienes participan en ella, depende en grandísima medida de la comunidad de conciencia y de voluntad, así como de los afectos que unan a sus integrantes. Y también en el campo económico, una empresa en que sus trabajadores, técnicos, gestores y propietarios están cohesionados y ‘se ponen la camiseta’ de la empresa, su productividad se incrementa y es muy superior al de aquella atravesada por conflictos internos.

Es importante comprender cómo actúa esta energía comunitaria, esta fuerza de la solidaridad, que la convierte en factor multiplicador de las realizaciones.

Un primer modo es que el Factor C (como lo hemos nombrado), potencia a cada uno de los individuos que forman parte del grupo. Los potencia en cuanto la pertenencia a un grupo integrado refuerza las convicciones, la autoestima, las capacidades realizadoras. Al contrario, quienes están aislados o se sienten solos son más débiles, tienden a creerse incapaces de grandes realizaciones. Cuando un individuo se plantea objetivos compartidos por otros, y tiene una conciencia, voluntad y emociones que lo integran a un grupo de pertenencia, indudablemente se siente fuerte y capaz de grandes cosas, porque sabe, siente y comprueba que no es el único que lo desea y actúa en la misma dirección.

El segundo modo en que actúa el Factor C es potenciando al grupo como tal, al colectivo, comunidad o red, pues la coordinación de las acciones se hace más fluida, la complementación de las capacidades permite la realización de obras que de otro modo serían imposibles. Digamos que un grupo unido integra la fuerza de todos sus miembros y agrega algo más.

Y un tercer modo en que actúa el Factor C haciendo más eficaz la actividad de todos es que la unión que se verifica en su interior, vista y apreciada por quienes están en las cercanías del grupo, atrae las voluntades positivas de quienes lo rodean. La unión de un grupo atrae a otros que al apreciarla desean y aspiran pertenecer al mismo grupo, mientras que la observación de un grupo atravesado por desaveniencias, luchas y conflictos, repele, aleja a quienes lo perciben, pues en general las personas no desean involucrarse en conflictos ajenos.

Así actúa el Factor C, así es como la solidaridad alcanza eficiencia y eficacia. Pero hay más que decir al respecto, cuando el proyecto consiste en iniciar la creación de una civilización superior. Lo veremos en el próximo capítulo.

Luis Razeto Migliaro

El Ciudadano


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