¿Cómo iniciar la creación de una Nueva Civilización? (XXIII)

Presentación: Comunidad virtual ‘Nueva Civilización’: Creativa, autónoma y solidaria Serie ¿Cómo iniciar la creación de una Nueva Civilización? Capítulo I al XXII

¿Cómo iniciar la creación de una Nueva Civilización? (XXIII)

Autor: Wari

Presentación: Comunidad virtual ‘Nueva Civilización’: Creativa, autónoma y solidaria

Serie ¿Cómo iniciar la creación de una Nueva Civilización? Capítulo I al XXII.

XXIII. Reflexión sobre los «adversarios» en la nueva política y cómo relacionarse con los que la impugnan.

Otra pregunta que surge al pensar en un nuevo paradigma de política se refiere a los adversarios. ¿Existen adversarios en la nueva estructura de la acción transformadora? ¿Quiénes serían, o cómo pueden identificarse los adversarios? ¿Qué tipo de relaciones establecer con los adversarios?

En la política propia de la civilización moderna, para cada partido y movimiento político los adversarios han estado claramente delimitados. Los adversarios son establecidos como tales adversarios, a menudo incluso como enemigos, por cada sujeto político, por cada partido. Los adversarios son los otros, los distintos, los que piensan de otro modo, los grupos sociales a los que no pertenecemos. Así, en la civilización moderna, la política es lucha y confrontación entre adversarios, y la identificación de los adversarios es una cuestión fundamental y decisiva para cada partido político. Sin adversario pareciera que no hay política, que no existiera una ‘causa’ por la cual luchar.

De hecho, la política moderna tiene muchas características bélicas, lo que se evidencia en que muchos de sus conceptos han sido tomados del lenguaje militar y guerrero. Palabras como militancia, conquista, estrategia y táctica, trinchera, ganar o perder posiciones, estrategia de movimientos y estrategia de posiciones, maniobras y alianzas, avances y retrocesos, correlación de fuerzas, son todas palabras que provienen del lenguaje militar, y que se emplean abundantemente en la política de los partidos.

Cuando se trata de crear una nueva civilización, podemos pensar en algo así como los adversarios, pero la palabra ‘adversario’ adquiere un sentido completamente diferente al que tiene en la política moderna. En una forma superior de la política los adversarios serían aquellos elementos, características o aspectos de la realidad, que no quisiéramos que sigan presentes en la nueva civilización. Por ejemplo, adversarios serían el hambre, la injusticia, la delincuencia, la pobreza, el individualismo competitivo. Adversarios serían los problemas de la sociedad que queremos superar, transformar, conducir a niveles superiores. La nueva política tiene una dimensión crítica y antagonista respecto a aquellos aspectos de la realidad que no queremos que sigan presentes en la nueva civilización. Pero no pensaremos a las personas, comunidades, organizaciones o grupos distintos al propio, como adversarios que vencer o doblegar.

La relación que en la nueva política correspondería establecer con las personas y grupos que antagonicen con el proyecto de la nueva civilización y con la nueva política, debiera ser ante todo, de conocimiento de sus motivos, y en base a ello, de valoración de sus potencialidades. Es posible, más aún, en realidad es seguro, que esas personas y grupos que nos adversan, expresen ciertas exigencias, ideas y valores que podríamos incorporar, aunque sea en un plano subordinado, en el propio proyecto. Sobre esta base, será posible establecer con esos supuestos ‘adversarios’, una relación orientada a generar en ellos determinados procesos de desarrollo, de transformación y de perfeccionamiento; procesos que por sí mismos realicen, si bien favorecidos por nuestra comunicación con ellos, y que los lleven a integrarse a la nueva civilización.

Relacionado con esto, recojo un concepto de Antonio Gramsci que me parece muy lúcido. Dice Gramsci que «Encontrar la real identidad bajo la aparente diferenciación y contradicción, y encontrar la sustancial diversidad bajo la aparente identidad, es la más delicada, incomprendida y sin embargo esencial cualidad del crítico de las ideas y del historiador del desarrollo histórico.» Pienso que esta cualidad intelectual es aplicable también a la nueva política.

Si hemos definido la nueva política como actividad organizadora del orden social y dinamizadora de las transformaciones, hay que actuar sobre el conjunto de los sujetos que forman la sociedad actualmente existente, para desarrollarlos, dinamizarlos, e integrarlos a todos en la nueva civilización. En una civilización superior como la que estamos concibiendo no puede haber ni excluidos ni sometidos.

Es por ello que Gramsci plantea que el ‘centro de elaboración unitaria’ de la nueva cultura, debería llevar un seguimiento de todos los movimientos y centros intelectuales que existen y se forman. De todos, excluyendo apenas a aquellos que tienen un carácter arbitrario y loco; si bien incluso éstos, con el tono que se merecen, deben ser al menos registrados. Agregaba que es preciso ‘dibujar’ una especie de mapa intelectual y moral, o sea identificar a los grandes movimientos de ideas y los grandes centros, llevando cuenta de los impulsos innovadores que se verifican en ellos. Agregaba que no hay que esperar que hayan adquirido toda su fuerza y consistencia para ocuparse de ellos, y tampoco es necesario que estén provistos de las dotes de coherencia y de riqueza intelectual, pues no siempre son los movimientos más coherentes y los intelectualmente más ricos, los que triunfan.

La razón de este ‘seguimiento’ no es simplemente para tener un conocimiento de la realidad cultural, sino principalmente para organizar la propia actividad de difusión y de universalización del proyecto de la nueva civilización, actuando sobre esos movimientos culturales existentes, criticándolos en lo que requieren superar, y llevándolos a su mejor desarrollo en lo que pueden aportar, buscando siempre su integración en la nueva civilización. En todos los casos, se trata de ampliar el campo de la conciencia posible, entrando en comunicación y diálogo, con lo cual el propio proyecto se enriquece y amplía, hasta acceder progresivamente a la necesaria universalidad.

En ocasiones, la crítica ha de ser dura, incluso despiadada cuando sea necesario para superar la mentira y el engaño, la dominación y la explotación; pero habrá que dejar siempre espacio a la acogida, a la integración, al reconocimiento de aquello de valor que pueda estar representado por quienes nos contradicen y adversan.

Seguiremos reflexionando sobre la ‘nueva política’ en el próximo capítulo.

Luis Razeto Migliaro

El Ciudadano


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