La escenita en la que un carrito de motes con huesillos era estropeado por un trío de carabineros, fue distante de los tiempos en las que el dictador atemorizaba con las fuerzas armadas. Pero resucitó el horror y para nada dejó de ser un acto aislado, dispuesto al olvido. La indolencia y el descontrol de los uniformados fortalecieron la sospecha que sostenía que tras la muerte del genocida, resucitaba el pinochetismo más duro. Pero esta vez sumaban un gobierno defensor de la represión.
Hubo varios episodios detestables que involucraron a carabineros en el antiguo gobierno. Emblemático es el del joven mapuche Matías Catrileo, asesinado por la espalda por el cabo Walter Ramírez, al que refugiaron en la Región de Aysén, en la central de comunicaciones de la institución. El hecho, demostró un blindaje y rienda suelta para actos que consideraron ser parte del orden. Eran tiempos de operaciones violentas y Felipe Harboe, era el subsecretario de Interior.
Más episodios como este han abierto el debate sobre la institución mejor evaluada de Chile. Se instaló el cuestionamiento con imágenes inmortales, donde según hemos visto, La Nueva Forma de Gobernar se ha encargado de poner el control de la gran mayoría de los medios de comunicación. Incluso en históricos, como es el caso de La Nación, cerrando las puertas, bloqueando la objetividad. Pero los filtros no han funcionado, la institución de Carabineros no ha dejado de temblar y hoy la ciudadanía los desaprueba.
Por los hechos ahí latentes, da la impresión -para no caer en la cizaña- que la Concertación implementó la misma fórmula de control y por qué no decir: las autorizó. Si examinamos sutilmente el contexto, tal vez consigamos comprobar que las medidas utilizadas son la evidencia de la maquinación que resguarda actos cavernarios, destinados a justificar el control social. Permitiendo atrocidades que pasaron desapercibidas y que hoy son la punta del iceberg.
Los puntos de vista pueden ser variados. Habrá quienes apuntarán a los hechos aislados y ajenos a la escuela del dictador. Otros más osados, apuntarán que Carabineros, como en antaño, se tomó la represión en serio y sólo esperaban el instante preciso para atacar. Los más intensos, hablarán que el gobierno anterior, ocultó estos actos y que el actual, por estar en rodaje, no mantiene el control en los medios de comunicación y que los actos violentos de carabineros siempre han existido, simplemente los ocultaron.
Las visiones turbias, serías o justificatorias, guste o no, en menos de un año han enlodado a la institución mejor evaluada de Chile. La imagen de tortura a un adicto, el consumo de drogas en la institución y el libre albedrío con las coimas son sólo el inicio de lo que se aproxima en los hombres de verde.