Lyndsey Hoover pesaba 150 kilos a los 18 años. La mujer tenía una dieta muy llena de carbohidratos y grasas, sin cuidar nada su cuerpo, teniendo muchos excesos. En total, comía 4.000 calorias diarias, y los especialistas comenzaban a temer por su vida.
Más allá de lo complicado que era esto físicamente para ella, y de la inseguridad que provocaba, también estaba poniendo su vida en peligro. Estaba al borde de la diabetes, tenía problemas en la espalda, y siempre estaba asustada por estas situaciones.
No fue hasta el cumpleaños número 21 de ella, que al regresar a su casa en avión se dio cuenta de que el cinturón no le cruzaba. Eso le hizo «click» y decidió cambiar sus hábitos.
«Siempre me imaginé celebrando con amigos, pero no había nada que celebrar. No podía ir a los shows porque no cabía en los asientos, no podía ir a los restaurantes bonitos porque era demasiado grande para entrar en los puestos. Ser talla 30 (60 América Latina app.) significaba que sólo podía comprar en dos tiendas y yo era la talla más grande en el colgador».
Así fue como la joven acudió a un doctor en busca de ayuda. Había decidido hacerse una cirugía gástrica, pero antes de eso tenía que hacer cambios profundos en su rutina. Lyndsey redujo su dieta al consumo de 700 calorías diarias, y una rigurosa relación con el deporte.
De inmediato comenzó a ver los resultados, pero tuvieron que pasar dos años para lograr sacarse 90 kilos. Era otra, pero aún faltaban ciertos detalles que no había tomado en cuenta.
Aún tenía toda la piel de sobra del peso que logró perder, como le ocurre a muchos pacientes que se someten a la cirugía después de extrema obesidad. Y tenía una nueva motivación: su esposo Randy.
«Mi marido, Randy, de 25 años, se casó conmigo cuando estaba más ‘gorda’, siempre me vio de manera diferente y nunca se dio cuenta de lo grande que era realmente. Mi dieta se componía de comida rápida y bebía tres litros de Coca Cola todos los días, yo era adicta y podía fácilmente comer 4.000 calorías al día. Pero mi peso estaba teniendo graves efectos sobre mi salud, yo era pre-diabética y sufría de dolor de espalda severo».
Decidió hacerse la cirugía y hacer otro pequeño arreglo de «vanidad»: aumentar sus senos. Al final de todo, se había esforzado para verse como siempre había querido. Pero como en todas historias, hay personas que no le creían que era la mujer que mostraba en sus fotos, de hace 2 años.
Así que Lyndsey decidió compartir una imagen para callarlos a todos: probarse un pantalón que usaba antes, y ¡cabía completa en una de sus piernas!
La mujer está orgullosa, y quiere compartir su historia para motivar a otros:
«Ahora siento que estoy viviendo la vida que siempre soñé. Puedo usar un bikini y no me siento como que tengo que inventar excusas sobre cómo me veo de gorda, o cómo se ve mi exceso de piel, por fin puedo mirar en el espejo y ver una mujer hermosa devolviendo la mirada».