Quizá las nuevas generaciones no entiendan mucho de los que hablaremos en esta publicación, dado que siempre tienen un smartphone a la mano para cruzar esos largos caminos del aburrimiento en clase. Para nosotros, los más “viejos”, la escuela significó un montón de diversión, camaradería, aprendizaje y sobre todo momentos de aburrimiento.
¿Quién no recuerda aquellos días de tedio en la básica cuando el profe levantaba a “fulanito” para que diera lectura a la biografía de un héroe de la patria? Entre toda la cantidad de información sin sentido y el tono soñoliento con que el compañero leía, era imposible no sufrir los estragos del aburrimiento escolar.
Dicen que el ocio es la madre de todos los vicios, pero también es una prima lejana de la inventiva y es que, como haya sido, siempre encontrábamos una forma de pasar aquel calvario sin morir en el intento. Hoy solemos recordarlo con mucha nostalgia.
1. Hacer figuras con plasticina.
2. Si un personaje del libro no tenía bigote, siempre había una figura que le iba perfecto.
3. “Enchular” tus zapatillas siempre era una opción viable.
4. Hacer origami con el forro de las libretas.
5. Jugar en el papel.
El Gato siempre era el juego predilecto.
6. Rayar el uniforme.
7. Lanzar bolitas de papel.
8. Decorar tu mochila.
El espíritu artístico solía poseer a todo aquello que tuviéramos a disposición.
9. Rayar tu estuche.
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El estuche era uno de los artículos más afectados en la guerra de rayones. Y como nadie se molestaba en lavarla, siempre parecía sacada de la basura.
10. Jugar a despellejarte la colafría.
La cola siempre ofrecía una forma increíble de aliviar el estrés.
11. Pintarte las uñas con corrector.
12. Escribir “textos” con la calculadora.
“Ilesos” y “Hello” eran las únicas palabras que sabías, pero siempre buscabas descubrir alguna nueva.
13. Rayarte las manos.
Sabes que el tatuaje profesional no era una opción para ti, pero al menos lo intentaste.
14. Rayas las mesas y sillas.
Pero, sin duda, los objetos que más sufrían con tus momentos de ocios eran las pobres butacas, que a fin de año parecían pared de celda.