Los niños deprivados de cuidados amorosos sufren una falta de desarrollo de la sustancia blanca en partes importantes del cerebro, en comparación con los que han sido criados en ambientes más afectuosos. Puede que estas observaciones no sean tan sorprendentes, porque los efectos de la negligencia en el comportamiento de los niños son más o menos evidentes. Sin embargo, lo que este estudio hizo fue identificar y medir las áreas del cerebro que están más afectadas.
La parte alentadora del estudio es que este daño puede ser reversible si los niños reciben buen cuidado desde los 24 meses, pero aun si esto se comprueba, aún no está claro hasta cuándo hay tiempo para prevenir daños de por vida.
El gobierno de Ceausescu, en Rumania, prohibió la anticoncepción y el aborto, dando como resultado a miles de niños abandonados. Las condiciones de las instituciones en las que se criaban -mal llamadas orfanatos- eran siempre horrendas, pero empeoraron en los ’80, cuando la economía colapsó. Luego de la caída del régimen, organismos de caridad internacionales lucharon por hacerse cargo del problema, pero aún permanece el debate acerca de cuánto han mejorado las condiciones.
En un intento por recuperar algo de este desastre humanitario, investigadores y organizaciones benéficas han estado estudiando los efectos del abandono en los niños. Las instituciones dieron una oportunidad de determinar los efectos en niños educados en condiciones de nutrición y refugio medianamente adecuadas, pero donde los cuidadores no tenían tiempo para establecer interacciones humanas de afecto, aun queriendo.
El Proyecto Bucarest de Intervención Temprana asignó a un grupo de niños de dos años de forma aleatoria, para que algunos permanecieran en instituciones mientras otros fueron trasladados a cuidado adoptivo. Se han realizado muchos estudios con estos niños, que ahora ya son adolescentes.
Un informe en JAMA Pediatrics compara imágenes de los cerebros de los niños a las edades de 2 y 8 años, tomadas con tensores de difusión (una forma de IRM). La muestra incluyó a 26 niños institucionalizados, 23 que fueron adoptados desde los 2 años y 20 de un grupo de control de familias locales.
Los niños que pasaron sus infancias en hogares de menores tenían la materia blanca mucho menos desarrollada que los niños de la comunidad local, en al menos cuatro partes del cerebro. Como es de esperar, las regiones del cerebro responsables de las emociones, están particularmente muy afectadas, pero también lo están aquellas asociadas con mantener la atención, con las funciones ejecutivas e incluso con los procesos sensoriales. Otros estudios se han realizado con los mismos niños, llegando a conclusiones similares.
A los 8 años, los niños que habían estado en instituciones pero que fueron puestos en adopción, estaban entremedio de ambos grupos en el estado de su materia blanca. Los investigadores concluyeron que sus cerebros se parecían más a los de niños criados por sus padres, pero se necesita una muestra más grande para tener mayor certeza en este resultado. Se espera que en el futuro existan oportunidades para ampliar esta investigación.
Aún hay controversia acerca de la ética en el estudio de niños educados en estas condiciones, pero al haber 8 millones de niños que mundialmente se crían en instituciones, la relevancia del estudio es significativa. Muchas organizaciones de ayuda están disponibles para quienes quieran hacer una diferencia inmediata, ya sea ayudando en la búsqueda de hogares de adopción, o asistiendo a padres que tienen problemas para optar por la crianza de sus hijos.
Trad: CCV
Fuente: IFLScience