Es 8 de septiembre 1986, a las 5 de la mañana, y el periodista José Carrasco, conocido por sus colegas periodistas y amigos como Pepone, es sacado de su casa ubicada en Santa Filomena Nº 111, departamento 209, en pijama y sin zapatos. Su pequeño hijo y su pareja ruegan para que no se lo lleven o que, por último, que le dieran tiempo para que se ponga los zapatos.
A esta última petición, uno de los miembros del autodenominado comando “11 de septiembre” de la CNI que irrumpió en su hogar, le dice con burla: «No los va a necesitar el ctm».
Pasan un par de horas, y finalmente el cuerpo del periodista de la Revista Análisis, aparece en Américo Vespucio con El Salto, a las afueras del cementerio Parque del Recuerdo con 14 balazos en el cráneo y el cuerpo destrozado.
Hoy se cumplen 36 años del brutal asesinato del comunicador en mano de las fuerzas policiales de la dictadura de Pinochet. En este día recordamos tanto su legado como su deceso, para no olvidar el actuar criminal y vengativo de la derecha chilena y que, como periodistas, estaremos al pie del cañón para defender la libertad de prensa.
Pepe, el periodista con el alma dividida
Los amigos y conocidos del periodista militante del Movimiento Izquierda Revolucionario (MIR) lo consideraban un hombre apasionado, donde su identidad principalmente se basaba en su profesión.
La periodista investigadora María Eugenia Camus, comentaba en una columna de opinión de 2019 que recuerda a Pepone como un hombre que tenía el periodismo en la sangre y con un férreo compromiso social:
“Su alma estaba dividida: por un lado, esta pasión por su profesión y por otro, su férreo compromiso político que cristalizó en su militancia y trabajo en el MIR. Para él ambas opciones no se contraponían, sino que era su respuesta al compromiso social que tuvo desde pequeño.” Explica Camus en su columna con un dolor y cariño a ambas partes, palpable en su texto.
No alcanzaron a ser compañeros de carrera, porque mientras el terminaba su quinto año de Periodismo, ella recién estaba entrando a escuela de la Universidad de Chile, sin embargo, todas esas generaciones de comunicadores emblemáticos se encontraron de una u otra forma. Algunos, en medios que prevalecen hasta el día de hoy, y otros que desaparecieron con el poderío del duopolio de prensa que tomó fuerza después del fatídico 11 de septiembre del ‘73.
“Como periodistas queríamos participar y cubrir los grandes hechos de esos tiempos donde la adrenalina, el entusiasmo y las ganas de difundir todo lo que pasaba llenaba nuestros días.”
Esa energía fue detenida de golpe con la persecución, presidio y asesinatos masivos por parte de la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte. El 6 de diciembre de 1974, Pepe fue detenido en Concepción por efectivos de la Armada y conducido a la Base Naval de Talcahuano y deambuló por diversos campos de concentración como Cuatro Álamos y Puchuncaví, situación a la que fue sometido hasta 1976. Se exilió en México con su esposa, la periodista Olivia Mora, con quien tuvo dos hijos, Iván y Luciano, regresando al país en 1984.
Javiera Olivares, ex presidenta del Colegio de Periodistas, recuerda a José Carrasco en uno de los tantos aniversarios de su muerte, por su lucha histórica por la libertad de expresión, los DD.HH., y además, su vida como dirigente y militante gremial, “algo que va más allá del ejercicio periodístico, ya que se relaciona con la militancia de sus ideales. En este sentido, el acto tiene una perspectiva de construcción histórica que mira el futuro.”
Olivares explica que “La batalla que dio ‘pepe’ por democratizar un país es también válida hoy, porque si bien no estamos bajo una dictadura, sus resabios han permitidos que la libertad de expresión sea un derecho sometido a los marcos regulatorios del mercado.
Desde allí, respecto al futuro nos preguntamos qué diría hoy ‘Pepe’ sobre el debate de la nueva constitución, qué diría de la concentración mediática, cómo manifestaría su lucha por la libertad de expresión que no es sólo de los periodistas, sino de toda la ciudadanía. La construcción de historia y memoria es necesaria, no sólo para el Colegio de Periodistas, sino que para la democracia en general”.
Asesinato cuádruple en venganza a la operación “Siglo XX”
El secuestro a Carrasco Tapia, no fue el único perpetrado esa madrugada de lunes. A las 2 de la mañana, Felipe Rivera Gajardo fue secuestrado en su casa en Cerro Navia y ejecutado en Américo Vespucio, frente planta Toyota, de seis balazos. El profesor Gastón Vidaurrázaga Manríquez también fue detenido a las 04:00 en su domicilio de calle Maestranza frente al Nº 627 y por último Abraham Muskablit Eidelstein, fue detenido a las 02:15 del martes 9 de septiembre de 1986 en calle 27 de Septiembre Nº 0423, Población Casas Viejas, comuna de Puente Alto. Ejecutado en Camino a Lonquén a la altura del Nº 2360, de nueve balazos.
Estos asesinatos fueron obra del comando “11 de septiembre” en respuesta del intento de magnicidio a Pinochet en camino el Melocotón con un lanzamisiles, el cual fue repelido por el chofer del dictador, obra del Frente Patriótico Manuel Rodriguez
La justicia que la familia de Pepe nunca pudo ver
El caso del asesinato a sangre fría a estos trabajadores, profesores y periodista se mantuvo impune hasta 2007 ya que, a finales de ese año Alvaro Corbalán, ex jefe operativo de la CNI, junto a 13 agentes fueron condenados a 18 años de cárcel además de otras condenas sumatorias debido a otros crímenes cometidos por los criminales de la CNI.
“En esta sentencia de primera instancia ninguno de los criminales recibió beneficios carcelarios, por lo tanto deberían cumplir penas efectivas de cárcel. Brito condenó además al fisco a pagar 250 millones de pesos (unos 470.000 dólares) a las viudas, madres e hijos de las víctimas y unos 75 millones de pesos (141.000 dólares) a cinco hermanos de ellas.” Según dicta el archivo de prensa del medio rebelión.
A pesar de esto, ni los padres de José Carrasco, ni su hijo Luciano, vivieron para ver el fin de la impunidad ya que su hijo se habría suicidado 5 años antes lanzándose a las vías del tren con tan solo 31 años.
Luciano Camilo Carrasco Mora, muere la madrugada de un lunes, igual que su padre a la altura del kilómetro 19 en la comuna de Pedro Aguirre Cerda. Según sus familiares, Carrasco Mora estaba afectado por una seria depresión que nunca fue tratada y persistió debido al asesinato de Pepe Carrasco.
A día de hoy el periodista sigue siendo recordado como un padre, hermano e hijo afable, comprometido con un proyecto social que nunca llegó a ver.
En tiempos donde el periodismo cada vez se ve más alejado de la ética profesional y sigue a merced de las familias y grupos más poderosas de este país, el rol de los medios independientes sigue más vivo que nunca. Lo que no quita que esta batalla titánica sea cada día más difícil de llevar, mucho más considerando la dura derrota eleccionaria del domingo, donde la mentira, la ignorancia y el interés de unos pocos sigue primando en Chile.
Por el momento, solo queda seguir luchando por registrar y resaltar la lucha en las calles, en los territorios y hacer visibles las injusticias. Tenemos a muchos compañeros caídos que esperarían que siguiéramos luchando por ello.