Activistas ambientales latinoamericanos hablan sobre los retos que enfrenta la región de cara al Calentamiento Global

Los últimos reportes sobre el clima de Naciones Unidas indican que, de continuar aumentando la temperatura global, el mundo va en camino a llegar a los 2,7 ºC a finales de siglo

Activistas ambientales latinoamericanos hablan sobre los retos que enfrenta la región de cara al Calentamiento Global

Autor: Sofia Belandria

Cientos de miles de activistas, autoridades y políticos están reunidos en Escocia por la crisis ambiental. Entre ellos, hay decenas de jóvenes de América Latina que quieren hacer oír su voz. La suya es la de una de las regiones más vulnerables al cambio climático. Conoce las preocupaciones y propuestas de la juventud de Perú, Chile y Argentina.

Los últimos reportes sobre el clima de Naciones Unidas indican que, de continuar aumentando la temperatura global, el mundo va en camino a llegar a los 2,7 ºC a finales de siglo. De cumplirse, América Latina será una de las regiones más afectadas, porque ya está padeciendo las graves consecuencias del cambio climático.

En 2020 el sur de la Amazonía sufrió una de las peores sequías en 50 años. Centroamérica vivió un récord de huracanes e inundaciones, que contribuyó a que Guatemala perdiera casi el 80% de su cosecha de maíz. La ONU asegura que los desastres se agravarán «si no se logra detener urgentemente la emisión de gases de efecto invernadero» (GEI).

Los expertos aseguran que la próxima década será crucial para invertir la tendencia y no sobrepasar los 1,5 ºC por encima de los niveles preindustriales, y reducir así la gravedad de los impactos del cambio climático.

Mientras, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que desde el 30 de octubre se celebra en la ciudad escocesa de Glasgow, Reino Unido, los jóvenes de América Latina luchan por alzar su voz en un contexto de emergencia sanitaria y desfinanciamiento.

Sputnik entrevistó a cuatro de ellos: Patsy Contardo, integrante del equipo organizador de Cumbre Climática de la Juventud Local —LCOY por sus siglas en inglés— en Chile; Eyal Weintraub, activista argentino del colectivo Talk2U; Kelly Guevara, coordinadora de la Conferencia Local de la Juventud sobre Cambio Climático en Perú; y Azul Schvartzman, de Jóvenes por el Clima Argentina.

¿Cuáles son los principales problemas ambientales en tu país, y cómo se enmarcan en los del resto de la región latinoamericana?

Contardo: Chile vive actualmente una crisis socioambiental multisistémica, que se evidencia a través de la contaminación del aire, la crisis hídrica, la crisis de la vivienda y el hábitat, la conflictividad ambiental en las mal llamadas zonas de sacrificio, la falta de participación ciudadana vinculante e incidente —especialmente joven—, situaciones que se replican en mayor o menor medida a lo largo de la región.

Guevara: En Perú, el primero es que aún sigue siendo limitada la transición hacia las fuentes de energía renovables. (…) Segundo, no tenemos una cadena de producción equilibrada, que sea responsable con su huella de carbono. Tercero, la agricultura utiliza demasiada agua y energías, y no se encuentra adaptada al uso de conocimientos ancestrales, la principal fuente de conocimiento para que nuestros productos realmente sean sostenibles con el medioambiente. Todo esto se relaciona con América Latina: como región aún nos falta hacer mucha presión hacia la transición energética limpia.

Weintraub: Uno de los principales problemas socioambientales de Argentina es la falta de organización de los barrios populares, que no haya una red eléctrica extendida ni acceso a cloacas en todos lados… Porque los problemas de hábitat, son problemas ambientales también. Después, hay una grave falta de fiscalización y efectivo cumplimiento de la legislación ambiental existente, y faltan nuevas normativas para proteger a ecosistemas tan diversos como los humedales. También tenemos que luchar fuertemente contra las actividades de megaminería que suceden sin ningún tipo de consenso y contaminan el agua y disminuyen el nivel de vida de las poblaciones cercanas.

Schvartzman: Los principales problemas en nuestra región son los que tienen que ver con el modelo de desarrollo que se ha llevado adelante históricamente. Básicamente prácticas extractivas de recursos naturales sin planes a largo plazo, desarrollo de capacidades soberanas y sin pensamiento en la sostenibilidad. No es casual que en nuestra región veamos una y otra vez conflictos relacionados a la actividad minera, petrolera y agroindustrial.

¿Cómo se conectan los reclamos latinoamericanos con el movimiento global para detener la crisis climática y ambiental?

Contardo: Pese a que América Latina apenas contribuye con un 10 al 14% de emisiones GEI, se ve en gran vulnerabilidad climática sumada al extractivismo imperante en la región propiciado por el consumo del Norte global, los que ponen en riesgo una serie de ecosistemas vitales no solo para la región sino que para todo el planeta, dada la interrelación existente. Estas circunstancias se vinculan con el movimiento global buscando la descarbonización de las economías, el cambio de los patrones de consumo y una transición justa.

Guevara: Latinoamérica se caracteriza por ser una de las regiones que genera mayor activismo social; no puede haber justicia ambiental sin justicia social. Y eso que constantemente estamos en crisis —económica y política— que realmente afectan a la toma de decisiones de protección de nuestra biodiversidad. Asimismo, a gran parte de las empresas aún le falta comprometerse para poder reducir su huella de carbono. Y eso se debe a que muchos de los gremios del globo Norte afectan al globo Sur, quienes principalmente se encuentran desprotegidos ante los estragos del cambio climático.

Weintraub: Latinoamérica cumple un rol especial relacionado a la lucha contra la crisis climática y ecológica en el sentido de que no emite una gran cantidad de emisiones —en total es el 5%— pero sí va a sufrir muchas de las consecuencias más graves de la crisis. A la vez, contamos con muchos de los reservorios de los bienes comunes —bosques, humedales, selvas, sistemas que siguen intactos y proveen al mundo en su totalidad de funciones ecosistémicas necesarias para continuar la vida en la Tierra—, y tenemos la responsabilidad de protegerlos.

Obviamente que apoyados económicamente por los países más desarrollados, que también son quienes más han colaborado a la destrucción del ambiente y, por ende, tienen una responsabilidad más grande. Latinoamérica tiene que liderar la lucha por una efectiva transferencia de los 100.000 millones de dólares que se prometieron de países desarrollados hacia países en desarrollo desde 2020, justamente para financiar las medidas de mitigación necesarias, y también poner sobre la mesa algo que todavía no está: todo lo relacionado a daños y pérdidas. (…) Hay que pensar qué hacer con esas personas, comunidades que sufren daño, cómo se las va a retribuir.

Schvartzman: El movimiento latinoamericano tiene un reclamo claro y central que es que las responsabilidades de la crisis que enfrentamos sean comunes pero diferenciadas. ¿Qué quiere decir esto? Que quienes más aportaron a la problemática sean los que más tengan que poner para resolverla. Esto refiere a financiamiento, pero también a transferencia tecnológica y de capacidades, ambición en sus políticas públicas y compromiso con la lucha climática.

¿Cuáles son los principales desafíos de su país y la región para alcanzar los objetivos propuestos en la Cumbre del Clima?

Contardo: En el caso de Chile, los compromisos de contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) se centran en monocultivos, más intensivos en uso hídrico —en medio de una crisis hídrica—, por sobre cultivos diversificados y autóctonos, lo que implica replantearnos nuestros NDC hacia adelante, junto con la descarbonización acelerada de nuestra economía. En el caso de Latinoamérica en general, la descarbonización de las economías y la transición justa son vitales.

Guevara: Hace poco Perú aumentó su ambición climática para reducir en 40% sus emisiones de carbono hacia el año 2030, pero necesita que los demás países de la región acompañen y puedan tener el mismo compromiso. En este caso, que los países de América Latina se encuentren firmando el Acuerdo de Escazú. Además, para generar una transición a toda la sostenibilidad de nuestra región, tenemos que tener inversión. Las finanzas sostenibles apoyan bastante a proteger nuestra biodiversidad, reducir los riesgos climáticos, y proteger finalmente a nuestras poblaciones.

Schvartzman: Para Argentina, el principal tema es instalar el concepto del canje de deuda por crisis climática y otros instrumentos innovadores de financiamiento. Veremos cómo se desarrolla esta agenda en las próximas semanas.

Weintraub: Ver efectivamente cómo se van a financiar todas las medidas de mitigación, adaptación, daños y pérdidas que tienen que suceder para frenar digamos, las peores consecuencias de la crisis climática y ecológica, y ver qué sucede con los 100.000 millones de dólares que se han prometido hace más de una década y que van a empezar en 2020 y que bueno, aún no se ha visto nada de eso.

¿Qué consecuencias traerían las medidas acordadas en la COP26 para América Latina, una de las regiones más vulnerables frente al cambio climático?

Contardo: Lograr concretar estos aspectos permitiría contar con más y mejores recursos financieros y organizacionales para la mitigación y la adaptación climática, así como para la transición justa.

Guevara: En general, las medidas acordadas tienen que ser en el marco de la participación de nosotros (…) para generar una medida de reducción de afectación de las medidas ante el cambio climático.

Schvartzman: Las consecuencias pueden llegar a ser amplisimas. El principal tema que nos afecta es el financiamiento, y cómo esos flujos de fondos pueden llegar o no a nuestros países. También la ambición de las negociaciones va a marcar la agenda de la política nacional de los diferentes países de la región.

Weintraub: América Latina necesita una transferencia de recursos muy grande por parte de los países desarrollados como para poder efectivamente avanzar en las medidas de mitigación, y principalmente de adaptación y de resarcimiento de daños y pérdidas que se necesita. A la vez, nuestra región está extremadamente endeudada, y por eso cualquier avance (…) será trascendental para ver efectivamente cómo podemos financiar estas medidas.

¿Cómo ha vivido convertirse en una voz representante de los jóvenes que se quieren hacer escuchar ante la emergencia medioambiental y que, además, tienen propuestas claras?

Contardo: Creo que una de las grandes ventajas de los activismos jóvenes es que no se trata de convertirse en representantes de otres jóvenes y apropiarnos de sus luchas, sino de empoderar a otres y que puedan alzar sus voces. Creo que ese empoderamiento ha sido clave para canalizar propuestas y ser capaces de generar, no solo en Chile, declaraciones nacionales de la juventud. Los procesos internacionales como la RCOY LAC [Cumbre Climática de la Juventud de Latinoamérica y el Carib] o la COY16 [Conferencia de la Juventud para el Cambio Climático de la ONU] son vitales para que les jóvenes de distintos lugares del mundo podamos compartir experiencias que nos permitan fortalecer nuestras luchas locales.

Guevara: El voluntariado en Perú ha sido totalmente relegado hacia acciones netamente primarias y no tan estructurales, entonces uno de los principales desafíos ha sido poder insertarnos como colectivo —en este caso como colectivo de Jóvenes Peruanos Frente al Cambio Climático—, hacia procesos de toma de decisión, y generar espacios de participación ciudadana en las juventudes. Otra de las luchas ha sido en materia económica, y en la brecha del idioma. Económicamente el voluntariado no es valorado dentro del campo laboral, y es necesario que nuestros países generen empleos verdes para que el activista climático pueda insertarse pero con condiciones habilitantes que le pueda permitir fortalecer su activismo. Sobre el idioma, hay que tener en cuenta que la segunda lengua más hablada en nuestro país es el quechua, entonces tenemos que tener mucha más responsabilidad con los orígenes del Perú, pero también con los temas del inglés, para generar más presencia en negociaciones internacionales.

Schvartzman: Creo que la pregunta no tiene que ser como lo viví yo, sino, cómo lo vive la juventud en general. Y en ese sentido, la respuesta para mí es autoorganizándonos. Les jóvenes vemos que no hay todavía la voluntad suficiente para avanzar esta agenda, por ende tendemos a organizar nosotres procesos de participación para alzar nuestras voces e ideas.

Weintraub: Esa es la responsabilidad y un peso enorme, pero que no se lleva nunca desde la individualidad. Nos hemos convertido como colectivo en un gran conjunto de jóvenes en la voz de una generación que lucha contra la crisis climática y ecológica, que cree que puede y necesita vivir en un futuro no solamente de forma más sustentable desde la perspectiva ambiental, sino más justa y equitativamente, desde una perspectiva social. Tenemos que construir un ambientalismo que entienda que las cuestiones ambientales tienen que cerrar con las personas adentro, y me parece que eso es un poco lo que venimos a traer.

Los objetivos de la COP26 en Glasgow

La COP26 tiene la premisa de lograr acuerdos rápidos y duraderos para combatir la emergencia climática.Entre los principales objetivos de la COP26, están:

  • Nuevos compromisos de reducción de emisiones de GEI.
  • Cerrar el libro de reglas del Acuerdo de París de 2015: establecer cómo ponerlo en práctica, donde se reguló la emisión de GEI y se acordó limitar el calentamiento global a 1,5 ºC. Además, se espera lograr el consentimiento de los 175 países que lo firmaron.
  • Garantizar 100.000 millones de dólares anuales desde los países desarrollados a países en vías en desarrollo para financiar la lucha contra el cambio climático y ambiental.

En la apertura del evento, la jefa del clima de la ONU, Patricia Espinosa, reclamó «más ambición (…) para cumplir las metas de reducción de emisiones», en especial a los países del G20 —que incluye a Brasil, China, India, Alemania y Estados Unidos—, que son responsables de cerca del 80% de los GEI globales. El presidente de la COP26, Alok Sharma, remarcó que el diálogo es «la última y mejor esperanza».

Sin embargo, el riesgo al fracaso está presente. El Secretario General de la ONU, António Guterres, lanzó una dura advertencia, disimulando apenas su escepticismo. «Seamos claros: existe un grave riesgo de que Glasgow no cumpla», declaró. El primer ministro británico, Boris Johnson, se pronunció en la misma línea: dijo que estaba «muy preocupado», y llamó a «pasar de las aspiraciones a la acción».

Al igual que Guterres y Johnson, Weintraub reconoció que «hay una posibilidad real de que salga mal y (…) que se prioricen los intereses del capital para hacer negocios meramente. Eso es un riesgo gigantesco porque en ese caso el mercado de carbono podría hasta empeorar la situación», remarcó.

Cortesía de Sputnik


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