A 310 años de la rebelión Mapuche Huilliche en Chiloé

La rebelión comenzó a principios de febrero de 1712 y fue sofocada una semana más tarde por medio de combates y matanzas. Según crónicas, significó la muerte de varios cientos de huilliches y de varios españoles, que trajo como consecuencia un importante cambio demográfico en el centro del archipiélago​ y procesualmente al fin del servicio del sistema de encomenderos, forma de esclavitud a la población originaria.

En el largo plazo acarreó la promulgación de las ordenanzas de Casa Concha y una tensión entre habitantes originarios y españoles que concluyó solo con el fin de la encomienda en Chiloé, siete décadas más tarde, manifestándose paralelamente al gobierno español en el archipiélago, formas de autonomías y autogobierno indígena.

La invasión del imperio español en Chiloé, ocurrió en 1567. La guerra de Arauco cuya frontera se había marcado en el Bio Bio, no logró frenar la introducción española en este territorio. Según crónicas, hacia 1710 casi se produjo una rebelión, pero finalmente los huilliches optaron por esperar y ver si eran escuchados por el nuevo gobernador de Chiloé, que resultó ser José Marín de Velasco, quien en 1711 reemplazaría a Lorenzo de Cárcamo. Marín de Velasco no prestó oídos a las quejas de los mapuche huilliche y, por el contrario, él mismo obtuvo provecho del servicio personal y se puso de parte de los encomenderos.

Según Rodolfo Urbina (1990). «La rebelión indígena de 1712: los tributarios de Chiloé contra la encomienda», “Los dos principales campamentos de los huilliches, de unos 200 hombres cada uno, se establecieron en Quetalco, el punto en que terminaba un planchado para acortar camino entre Chacao y Castro, y en Huenao, en la costa de la isla Quinchao que da hacia la Isla Grande. Además, distribuyeron grupos más pequeños en puntos estratégicos de la costa para impedir la fuga de los españoles y el arribo de refuerzos desde el norte”.

Un relato de la época sobre los encomenderos y que da cuenta del ambiente y los motivos del levantamiento huilliche: “Era común no dar alimento a los encomendados, solamente insultos y palos, el encomendero Joseph Andrade odiaba que sus esclavos se enfermaran, y cuando esto pasaba los iba a buscar, y los envolvía desnudos con ortigas, su hijo Bernardo de Andrade, en una oportunidad castigó a Martín Pequén golpeándolo con un sueco en un ojo hasta reventárselo, raptaban a hijos e hijas para traficarlos como esclavos, y uno de los principales motivos del alzamiento fue cuando Andrade azotó cruelmente los órganos sexuales de Martín Antucan con ortigas, y luego prendió fuego a las mismas”.

Memorial en Huenao

El sector de Huenao tiene abundante vegetación en el cerro cuya extensión llega a una amplia playa y humedales marinos y de agua dulce. Desde las alturas, el cerro Huenao presenta una vista panorámica hacia la isla grande de Chiloé y el valle de Curaco de Vélez. En estos terrenos se vivió una de los más importantes combates de la rebelión huilliche, considerado uno de los puntos de inicio de 1712.

Cabe señalar que en el archipiélago de Quinchao existe una importante característica con respecto a las diferentes toponimias territoriales, donde se combinan palabras de origen Mapuche y de la cultura Chona. Así, se desprende que la palabra Huenao, sería compuesta entre la lengua Mapuche de Huenu (entrada, altar al cielo o mundo cósmico-espiritual) y Ao, que sería palabra chona que haría referencia a espacio, lugar o refugio.

En estas tierras, en el 2020, se levantó un importante memorial a los caídos huilliche por el ejército y encomenderos españoles. La iniciativa fue impulsada por la escritora de Curaco de Vélez, Olga Cárdenas, junto a la junta de vecinos de Huenao, la agrupación cultural el Rodezno y comunidades huilliche, instalación que busca recuperar la memoria de un hito histórico de gran importancia que ha sido poco conocido o mal difundido por la historiografía, siendo uno espacio único en Chiloé que hace esta conmemoración.

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