Hoy se cumplen ocho años de la puesta en marcha del Transantiago, el sistema de transporte que reemplazó a las ya clásicas micros amarillas y que prometió mejorar la calidad del servicio público con renovadas y modernas flotas de buses, una tarjeta de pago y recorridos que funcionarían en conjunto con el metro. Pero que hasta hoy, en su octavo cumpleaños aún está en deuda con los santiaguinos.
Luego de que se implementara el sistema quedaron a la vista las falencias del transportes de la capital que comenzó a funcionar un día como hoy, el 10 de febrero de 2007. Desde entonces, han cambiado los buses, los recorridos, las formas de recargar la tarjeta Bip, las fiscalizaciones y las propagandas que fueron desde Iván Zamorano hasta las imágenes contra la evasión de la campaña Alto.
A pesar de las inyecciones de capital y los intentos de los distintos gobiernos por mejorar las falencias del sistema, el problema de la evasión sigue siendo el verdugo para las autoridades y concesionarias que invierten recursos en tapar ese hoyo que atribuyen a los usuarios. Pues en reiteradas ocasiones se ha dicho que el gran desafío de Transantiago es la evasión y en orden a eso se han inventado distintas estrategias para frenar este problema que, a nuestros ojos, radica en el alto costo del pasaje que para muchas familias significa más de un cuarto de sus salarios, y que es fijado y aumentado a pesar de la mala calidad del servicio.
¿El mejor sistema de la región?
La semana pasada, el ministro de Transportes y Telecomunicaciones, Andrés Gómez-Lobo hizo un balance del funcionamiento del sistema de transporte capitalino durante 2014 y se refirió a los avances y los desafíos que tiene el ministerio para mejorar la locomoción en la región Metropolitana. Gómez-Lobo aseguró que se trabajará en facilitar la rapidez de los buses por medio del aumento de corredores segregados, el ministro señaló «que esto es muy importante para darle prioridad a los buses, para que se muevan más rápido y sea más rápido moverse en transporte público en superficie que en automóvil privado». Aseguró que la medida “nos beneficia a todos, tener un sistema eficiente, que se mueva rápido, que ofrezca una alta calidad de servicio, que sea querido por la gente que es nuestro objetivo final”.
El ministro se refirió a los beneficios que se han implementado en los buses, específicamente a los mecanismos que permiten tener la información de los buses y recorridos y la integración de internet en algunas líneas. Sobre esta posibilidad de acceder a la red, Gómez-Lobo dijo: «Hemos introducido wifi solamente para aquellos que pagan su pasaje, como una forma de premiar a nuestros buenos usuarios, nuestros pasajeros usuales que usan el sistema habitualmente”. Frase que evidencia la preocupación de las autoridades en fomentar las sanciones por sobre el congelamiento de las tarifas y la mejora en la calidad del servicio.
Según Gómez-Lobo, “Nuestro sistema de transporte es reconocido en la región como uno de los mejores, sino el mejor debido a su integración, por tener un subsidio en el transporte público que es necesario, cobertura geográfica y horaria alta”. Además, se refirió a los sistemas que se han instalado para saber de los horarios y cercanía de los buses, el ministro dijo: “Tenemos sistemas de información a usuario, que dicen cuando va a llegar el bus al paradero, lo que permite planificar el viaje”. También agregó que: “Queremos que los usuarios sientan que este es un sistema que les provee buen servicio y les facilita la movilidad en la ciudad”.
Pero desde la perspectiva ciudadana, ¿Es el Transantiago un sistema que satifisface las necesidades de la población? o ¿Al menos presta un servicio acorde a su valor? La respuesta parece evidente , sobre todo si se considera la forma en que debemos meternos a los vagones del metro para no llegar tarde a nuestros destinos, las vejaciones a las que han sido sometidas algunas mujeres producto del hacinamiento en los carros, la forma en que debemos ir colgados de los buses que en sus vaivenes nos empuja de un lado a otro, pendientes de una cuerda para no caer sobre el resto de los pasajeros y las alzas que cada cierto nos golpean el bolsillo, a pesar de las bajas internacionales de los combustibles.
El Transantiago ha mejorado tímidamente desde el 2007, pero la visión optimista del ministro nace de que probablemente ellos y los «expertos» en la materia, rara vez se movilizan a sus trabajos o a los colegios de sus hijos en las micros modernas del Transantiago. Claro, y mucho menos con las guaguas y paquetes al hombro. Por eso, para ellos es un orgullo y una verdad decir que el sistema es la envidia en el cono sur, pues el costo y las incomodidades ya sabemos quién las paga.
Alzas y Evasión
Cerramos el 2014 con la lamentable noticia de que el pasaje subiría 10 pesos para estudiantes y 20 para la tarifa normal a contar del 1 de enero. La noticia justificada por el Panel de Expertos que atribuyó la nueva tarifa a índices como el IPC, el precio del dólar y un cálculo que sólo ellos entienden, dio el puntapié al 2015 sin considerar las bajas en el precio del petróleo a nivel a mundial.
Como si eso fuera poco, información publicada en distintos medios apunta a que posiblemente entre marzo y abril próximos, se fijarán nuevas tarifas de no aprobarse el millonario subsidio anunciado por Gómez-Lobo la semana pasada, fijado por ley en 13 mil millones de dólares. Juan Enrique Coymans -presidente del panel de expertos del sistema de transporte público capitalino- señaló que «de no aprobarse el aumento del subsidio se produciría un déficit que obligaría a subir la tarifa entre marzo y abril próximos».
Para Alto Evasión, organización dependiente del Grupo Alto, es encargada de evitar el no pago de los buses y disminuir la evasión en la red de buses de Alsacia, señaló este es el principal problema de Transantiago. Para su gerente general, Juan Cristobal Palacios “El subsidio anual es de US$ 750 millones al transporte público, por lo tanto, la evasión se lleva más del 50% del subsidio estatal que tiene al año el Transantiago para operar”. Además aclaran que las cifras de evasión llegan a un 28%. Cifras que coinciden con las entregadas por Víctor Barrueto, de la Asociación de Concesionarios de transporte urbano de Superficie (Actus) quien señaló que “Se habla siempre de un 20% o un poco más de evasión, pero yo creo que se queda corto, porque es más alto”.
Cabe señalar que la empresa Alto generó bastante polémica con su campaña contra la evasión en micros al instalar fotografías pixeleadas de rostros, incitando a la denuncia por parte de los testigos. Una verdadera caza de brujas contra las personas que saltan el torniquete, pasan por debajo de este o suben por las puertas traseras. La campaña publicitaria acorde a los intereses de los empresarios y en contra del pueblo que transita de a pie, fue una muestra de los insistentes esfuerzos por sancionar y castgar moralmente a quienes evaden el pago, sin ir más allá de la situación casi catalogada de criminal. Pues para algunas personas transportarse en estas micros significa dejar de comer, de comprar remedios o de hacer otro recorte en sus presupuestos.
La gran deuda de las autoridades es con el pueblo y radica en la venda que cubre sus ojos para darse cuenta que la realidad a la que está obligada a luchar la clase trabajadora y más pobre. Mala calidad y políticas ineficientes concentradas sólo en facilitar las cargas de la tarjeta y no en congelar el precio es el regalo que el transantiago nos da año tras año. Los ministros y los expertos deberían replantearse sus estrategias para intentar subsanar un sistema que sólo a sus ojos es bueno. Pues para nosotros, que a diario lo usamos, sigue siendo un servicio caro y de mala calidad que lamentablemente estamos obligados a ocupar.
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