La conocida actriz y activista feminista está atravesando por la peor campaña de acoso y derribo en las redes sociales por parte de grupos de ultraderecha y sectores antifeministas. Asegura que se siente fuerte, pero que su familia teme por su vida. Hablamos con ella sobre su situación actual.
Pamela Palenciano (Andújar, Jaen, 1982) es una conocida activista, actriz, feminista y monologuista de su propia historia de violencia de género y maltrato. Lleva 18 años con su proyecto personal: el monólogo No solo duelen los golpes, que nació después de una sesión de terapia con su psicóloga, y que ya ha representado en infinidad de teatros de toda España y del mundo; así como en multitud de colegios e institutos.
Durante hora y media, Palenciano representa diez personajes. Es ella misma cuando apenas era una adolescente y se enamoró de Antonio, el que fuera su novio y su maltratador. Ella también es Antonio en su puesta en escena. Y su mejor amiga, y otros tantos que fueron testigos de su caso y no se dieron cuenta hasta que quizá fue demasiado tarde.
La activista está sufriendo una campaña de acoso brutal y escarnio público en las redes sociales por parte de sectores antifeministas y del partido político Vox a partir de un vídeo de una de sus representaciones en un instituto de Linares en 2018. En la imagen se ve cómo unos alumnos salen del aula, riéndose de la situación. El vídeo lo ha vuelto a poner sobre la palestra una diputada de este partido de ultraderecha en Madrid, que quiere implantar el pin parental en esta comunidad. Ahora Palenciano no para de recibir amenazas de muerte.
Su texto es incómodo por la realidad que representa y es objeto de ataques por parte de estos sectores que han calificado su monólogo de «chorradas». Han conseguido que la veten en varios centros educativos bajo la mirada indiferente de la Administración a pesar de la gravedad del asunto, y su familia teme que sufra una agresión por la calle. En menos de una semana ha acudido a la comisaría dos veces para denunciar los hechos.
¿Por qué empezaste a hacer tu monólogo, Pamela?
Empecé mi monólogo en el 2003. El proyecto empezó como una exposición de fotos, a raíz de que mi psicóloga me incitó a hacerlo, a contar públicamente lo que me había pasado con mi primer novio. Que el arte fuera un canal y un vehículo para sanar. Y también para hacer un poco de justicia y de reparación, no solo para mí, sino para las mujeres que me pudieran escuchar.
Entonces, primero fue una exposición de fotos, después se convirtió en un taller y cuando me fui a El Salvador a vivir, se convirtió en monólogo. Allí conocí el teatro y transformé el proyecto.
¿Cómo te diste cuenta de la realidad de lo que te había pasado, de tu maltrato? ¿Cuándo hiciste click? Te lo pregunto porque seguramente muchas mujeres que lean esta entrevista puedan sentirse reflejadas en tu experiencia…
Una psicóloga me dijo: «No solo duelen los golpes». Yo no me atrevía a reconocer que había sido una mujer maltratada, y en aquel momento, en el 2003, no se hablaba de violencia machista.
Pero de repente fui consciente de que lo que me pasó no fue un hecho aislado, o sea, no es que tuve la mala suerte de enamorarme del malo de la película, del malo del pueblo, sino que tiene que ver con una construcción del amor romántico, de lo que es la violencia hacia las mujeres.
Cuando yo empecé, incluso, creía que era una cosa que me había ocurrido a mí por ser yo. Y yo decía: «Pues seré la más tonta, que me he enamorado del más malo». Pero te das cuenta de que no cuando pasas por tantas terapias como he pasado yo, por tanta formación feminista. Ahí te das cuenta de que la culpa es del sistema.Por eso el monólogo sigue muy vivo, y llevo 18 años con el proyecto y me siento muy bien porque veo lo que genera en la gente que lo ve, que es una transformación muy profunda.
¿Qué genera en la gente que lo ve? Me gustaría que me hablases de las cosas buenas y de las cosas malas también.
Lo que genera es lo que a mí me hubiera gustado que hubiera generado a mí. Esto parte porque la psicóloga me dijo: «¿A ti qué es lo que más rabia te da?». Y yo: «A mí me da rabia que no me hubieran dado una charla en el instituto».Y mi psicóloga me dijo: «¿Por qué no lo cuentas tú?». Y yo: «Anda ya, voy a contar yo mi historia…».
Mi monólogo es un espejo. En positivo, hay chicas que me han dicho que les he salvado la vida. Me lo siguen escribiendo estos días con todo el ataque en redes: «Me salvaste la vida, gracias a ti me di cuenta de con quien estaba». Brutal, eso ha sido brutal siempre, las palabras tan bonitas.En lo negativo, sí que alguna vez un tío se ha sentido incómodo, algún adolescente en el instituto. Es normal porque les mostraba un espejo muy feo.
¿Por qué crees que justo ahora se viraliza una campaña de acoso contra ti, han sacado un vídeo a relucir que es de hace dos años?
Es la campaña en contra más grande que he tenido en cuatro años y no es casual. He sufrido todas las campañas de odio, y esta es la más gorda y es porque se está poniendo en juego el pin parental en Madrid. Quieren usarme como arma arrojadiza para decir: «¿Ves como sí que hay que poner el veto parental por culpa de esa tía?». Ese es el problema, no un monólogo que han sacado de contexto de hace dos años. Van a por mí porque soy yo la cara, pero en realidad están buscando otra cosa.
¿Qué fue lo que pasó exactamente con esos chicos que salieron del aula en mitad de tu monólogo en un instituto de Linares?
Yo hasta me había olvidado de lo que había pasado con estos chicos. Eran mayores de edad, estaban desde el principio del monólogo interrumpiendo. Se pusieron a hablar entre los tres, a reírse, a hacerme gestos bastante polémicos de sacarme el dedo, a hacerme gestos como que me iban a dar ahí en el cuello.
Pero también se cuidaron porque se habrían dado cuenta los profes. Es muy grave decir: «Te voy a matar» delante de un profesorado, no se puede. Pero lo hacían en pequeños gestos y no paraban de hablar. Salieron a fumarse un cigarro y volvieron a entrar. Y cuando volvieron a entrar, como no paraban de hablar y yo no quería mandarlos callar, porque no me apetecía, porque no, porque no soy profe, desde el personaje de Antonio, yo, en el público, me bajo esa vez del escenario y hago un juego de role-playing, que esto en pedagogía teatral está avalado como una técnica que funciona para ponerle el espejo a la gente, para que ellos vieran en mí cómo se estaban comportando.
Entonces, ellos decidieron en ese momento levantarse. Pues yo, seguí el role-playing y los acompañé hacia la puerta desde mi personaje de Antonio. No estaba imitándolos a ellos, estaba haciendo de mi maltratador. Una vez que salen y cierran la puerta, yo dije un «toma», e hice como un aplauso, o sea, como una palmada, y ahí dicen que si les pegué… Yo no les pegué.
El público aplaudió cuando se salieron. El público fue cómplice, estaban hartos, estaban molestando a la gente que me quería escuchar.Y este es el vídeo que han sacado de contexto dos años después.
¿Quién lo sacó?
Lo sacó Alicia Rubio Calle, que es una diputada de Vox de la Asamblea de Madrid. Esta señora saca en Twitter un hilo hablando de la basura de las aulas, y saca este corte de este vídeo. O sea que eso quiere decir que hay alguien que investiga todos mis vídeos para encontrar cualquier cagada, entre comillas, para poder atacarme.
Si es un vídeo de hace 2 años, ¿por qué no lo sacaste en 2019 ese vídeo? Lo sacas en el 2021… Ahí hay mano peluda.Ella saca este hilo, ella es muy correcta, es diputada; diciendo que es necesario el pin parental, que esta es la basura que hay en las aulas, feminazis que insultan a los niños. Claro, ella tira la piedra, esconde la mano y, a raíz de eso, salen un montón de youtubers de esta ideología política antifeminista que encuentran en mi vídeo oro.
Y ahora estás colgando las amenazas que estás recibiendo en tus redes sociales para visibilizarlo…
Las estoy colgando como una medida colectiva de hacer justicia porque no es un ataque a mí. No es un ataque a mí como Pamela Palenciano, es un ataque al feminismo. Solo que a las que somos más públicas nos toca enfrentar todo esto.Es un ataque para todas. Que es lo que me gustaría que quedara claro.
¿Cuál crees que es el plan de esta diputada?
El plan es que Vox quiere pedirle al PP que le deje Educación aquí en Madrid, y quieren presionarle para que pongan el pin parental.Ese es el juego político y me han usado a mí como arma arrojadiza, como ya lo hicieron hace un año, en 2020, que hablaron del pin parental y me pasó lo mismo y me vetaron en la Asamblea de Madrid y tuve que hacer mis monólogos en la calle.
Y, además, creo que está saliendo a relucir todo esto porque el movimiento antifeminista ha crecido mucho en los dos últimos años. Mucho, mucho. Porque han visto el poder que tenemos como movimiento, lo que logramos transformar todas las feministas cada vez que abrimos la boca. Que transformamos vidas, salvamos a muchas mujeres porque ven por fin su relación de violencia.
Y tiene que ver, en este momento, porque se está pidiendo un indulto para Juana Rivas. Tiene que ver porque Rocío Carrasco acaba de sacar por primera vez en el prime time en la historia de España, cosas que no se han hablado nunca en a ese nivel de máxima audiencia en televisión.
¿Qué nos pasa en España que no paran de matarnos? Siete mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas hombres en menos de dos semanas.
Bueno, Miguel Lorente tiene un escrito muy bueno sobre lo que él creía que iba a pasar después del confinamiento, y él decía que esto iba a pasar. Que después del confinamiento muchas mujeres se iban a enfrentar a su maltratador, que iban a denunciarle para poder salir de ahí.
Lo que está pasando es que el poder del movimiento feminista ha sido muy grande, y hablo en pasado porque ahora mismo, en presente, estamos muy divididas, y están aprovechando esta división interna para poder quebrarnos más.
A mí me llega a pasar esto en el 2018 y coincide con Juana Rivas, con lo de Rocío Carrasco, lo de Sindy Takanashi; y estaríamos todas en la Puerta del Sol y en todas las plazas de todos los pueblos de España. Porque en el 2018 el movimiento feminista estaba muy fuerte. Fue la huelga más grande que tuvimos.
Y ahora los hombres que no quieren que haya igualdad y que quieren que las feministas callemos y que nos sigan matando y violando, están asociados.Son los que generan discursos con un aparataje político. Todos tienen denuncias de malos tratos previas. Hay un discurso fuerte a su favor y tiene mucho que ver con la ultraderecha. Si la ultraderecha crece, en cuanto a pensamiento, sus tres patas de política son antifeminismo, anti-inmigración y la España única unida.
¿Crees que deberían dirigirse campañas educativas también hacia los hombres?¿Se podrían evitar futuros maltratos a mujeres con una mayor concienciación?
Claro que sí. Mira, yo estuve en nueve centros penitenciarios en Cataluña con el monólogo, y los grupos que me pusieron para trabajar eran todos hombres condenados por violencia machista, por violación y por pederastia. Era un grupo muy, muy difícil.
Uno de ellos vino a abrazarme llorando y me dijo: «Ahora entiendo por qué la maté, no porque estaba borracho, que lo estaba, sino porque soy un machista de mierda y si me lo hubieran contado antes, no lo hubiera hecho».
Para mí esa es la prueba más clara y máxima de que se puede prevenir la violencia y que cuando tienen 14 o 15 años, si tú llevas un taller, un monólogo, una canción, lo que sea, para prevenir que ellos se conviertan en futuros agresores, se puede conseguir.
Mi monólogo es para las mujeres y también para ellos, porque hago el papel de Antonio, que fue mi maltratador, y es incómodo. Pero para que esto siga funcionando nos tienen que dejar entrar en las aulas. Si no, los referentes de los chavales van a ser los youtubers.
Y eso sería un poco desastroso, porque no habría filtro.
¿Y cómo contrarrestamos nosotras ese discurso de Youtube si no nos dejan entrar en el aula y debatir con los adolescentes? Pues ganan las redes. Yo creo que, a nivel nacional, debería hacerse algo para decirle a la gente que la educación no puede estar solo en la familia y en la escuela, sino que tenemos que aparecer terceras personas en las aulas, profesionales externos, para poder acompañar en la educación de los jóvenes y niños.
Y las redes sociales deberían tener en su decálogo de funcionamiento que cuando haya cuentas que denigren, violenten y maltraten a las mujeres o que hagan bullying o promocionen el racismo o cualquier tipo de ataque violento, cerrarlas inmediatamente.
Pero de manera concreta, ¿qué debería hacer el Estado?
El Estado necesita poner ya en marcha la ley de violencia digital y considerar violencia machista la violencia que afrontamos las mujeres en las redes.El Estado tendría que presionar a estas empresas para instaurar un decálogo interno y oponerse a cualquier cosa que tenga que ver con un pin parental.
¿Cómo estás gestionando esta situación? ¿Cómo estás?
A nivel personal esta campaña es la tercera campaña de odio grande mediática que enfrento, y ya tengo callo. Esta es más fuerte que la anterior, y estoy más fuerte, es verdad.
A mí lo que me afecta y me duele profundamente es ver a mi hija mal. Mi hija es la que peor lo está pasando. Tiene 15 años, y este vídeo se ha colado en TikTok. Y este vídeo en TikTok tiene 1.200 comentarios. Y de los 1.200 comentarios, más de la mitad son horribles.
Mi hermana está muy asustada por todas las amenazas de muerte, y por ella es por la que voy a comisaría, para que se quede más tranquila, porque ella piensa que me va a pasar algo físicamente, que me van a hacer algo.Pero yo vengo de vivir en El Salvador ocho años. He vivido en uno de los países más violentos del mundo y ya tengo un poco de callo.
Soy humana, me duele, ayer lloré por el cansancio porque llega un momento en el que te agotas de leer tanta basura.
Tu monólogo se llama “No solo duelen los golpes”. ¿Qué más duele, Pamela?
Pues duele la indiferencia, el silencio, la broma, las malas palabras, la manipulación. Duele que te ignoren, duele que te hagan chantaje emocional, que te manipulen, que te hagan sentir que tú eres la mala. Todo eso es lo que duele, aparte de los golpes.
Cortesía de Esther Yanez Illescas Sputnik