Alejandra Placencia y el derecho a decidir: entrevista a la candidata a la alcaldía de Ñuñoa

Alejandra es profesora de filosofía en la Usach y ese rol docente lo confirmé cuando, por coincidencia, mientras transcribía esta entrevista, pude escuchar los relatos de un par de sus alumnas, quienes reafirmaron su dedicación por enseñar y hacer crecer a quienes la rodean. A través de Zoom, ella en Santiago y yo en el sur, conversamos principalmente sobre el aborto y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, esto porque ella, tiempo atrás había relatado cómo fue cuando necesitó interrumpir su segundo embarazo no viable.


Autor: Ciudadano

Tu experiencia seguro hoy podría servir como apoyo y compañía para alguna mujer en Chile. ¿Nos la podrías contar? 

Fue algo así. Durante mucho tiempo quise tener un hijo o una hija y con mi pareja en ese tiempo buscamos mucho un embarazo. Pero nunca pensé en realidad que iba  a ser tan difícil, hasta el punto que una vez logrado, esto iba a generar un tránsito tan doloroso. No porque este no llegara a término, sino porque en el fondo te encuentras con un sistema que es muy poco empático, muy poco humano con respecto a las situaciones particulares que vivimos las mujeres en torno a un embarazo, sea cual sea la característica que este tenga y sea cual sea la decisión que una toma en torno a esto. Porque además, al parecer, estadísticamente existe una alta probabilidad de que el embarazo no llegue a buen término. Muchas mujeres se embarazan y pierden esos embarazos a las poquitas semanas y a veces ni siquiera se dan cuenta, o se dan cuenta en ese momento que estaban embarazadas. 

En mi caso, yo tuve antes un embarazo que no llegó a término, fue un aborto retenido durante ocho semanas y claro, también viví una situación que fue bastante maltratadora, que fue muy violenta en términos de tratos porque tuve que llegar al hospital a las 8 semanas con un embarazo que ya se sabía que no iba a finalizar y me obligaban a que este fuera un aborto espontáneo. Entonces fue una situación agresiva y dije bueno, me voy a ir de este lugar, estaba en la Clínica Indisa. Y aún así pasé un tiempo sin querer embarazarme de nuevo. 

¿Cuánto después quisiste nuevamente lograr un embarazo?

Fue una decisión muy consciente. La verdad es que siempre fui muy planificada para todo, entonces dijimos: Ya ahora. Decisión. Y pasó mucho tiempo, entonces dije bueno, hay que buscar las formas que hay y estuvimos en un tratamiento: yo me hice algunas inseminaciones y logramos un embarazo. Fue una ilusión, pero pensando también que en el fondo podía tener una pérdida, pero una pérdida es diferente a lo que yo viví. No es lo mismo, lo había pasado mal. 

¿Qué edad tenías?

Cuando tuve el embarazo inviable tenía 36 años puede ser, más o menos. Era mamá vieja igual, no tanto pero si llegaba era bien, sentía que era mi momento. Bueno, yo me sentía super bien, todo iba excelente, muy ilusionada. Porque una no puede hacer como que no está embarazada aunque tengas miedo de si llega o no. Estás embarazada, no hay término medio y es inevitable sentir eso. 

Cuando fui a la ecografía de las 12 semanas, como había sido con inseminación, llegué a la Indisa de nuevo. Y chuta, se vio al tiro que no estaba bien. De inmediato. Fue super duro por el impacto. En ese momento pensamos en buscar otro médico y todo el revuelo. Yo creo que la doctora que estaba haciendo la ecografía estaba muy impactada, y no sé si realmente ella tenía una experiencia anterior, porque a pesar de que ocurre, no es tan frecuente. 

¿Qué era exactamente lo que había pasado?

Era un feto acraneo, eso quiere decir que no tenía la conformación posterior de la cabecita. Entonces, no tenía ninguna posibilidad de desarrollar su cerebro, por ende todas las funciones neurológicas estaban imposibilitadas también. Fue un impacto horrible, pero más allá del impacto y del deseo que yo tenía de ser mamá, en ese momento recuerdo que la doctora me dice algo así como “vamos a tomar igual las medidas, vamos a hacer todo el esfuerzo porque vamos a ver cómo está el flujo sanguíneo, cómo funciona el corazón, todo porque por cualquier cosa necesitas estos exámenes y antecedentes (por si en el fondo el embarazo sigue)”, y mi expresión inmediata fue: No. 

¿Y ella qué te respondió?

La doctora me dijo  “no, si no te digo que debas seguir, es por si en el fondo esto no tiene una consecuencia de un aborto espontáneo o algo así”. Yo no tenía mucha claridad sobre qué consecuencias podría tener. Si este embarazo iba a llegar a término o no, pero lo único que caché altiro fue que en el fondo era un feto que estaba conectado a mí y que por esa razón podía vivir. Era imposible que viviera fuera de mí. Y claro, son de esas particularidades en la naturaleza, en donde un organismo no identificaba que tenía esa imposibilidad de vivir por sí mismo en la vida extrauterina, porque el resto de los órganos sí estaba, tenía corazón y todo lo demás. 

Luego, me derivaron a un médico y le dije que necesitaba saber qué posibilidades tenía de interrumpir el embarazo. Porque una pregunta cosas que parecen ser naturales y el mundo te dice que no. Todo el mundo te dice que no y es muy impactante porque en el fondo nadie considera que tengas posibilidades de decidir sobre tu propio cuerpo. Porque imagínate, yo hice un tránsito rápidamente durante cinco días viendo cinco médicos distintos y todos me dieron la misma respuesta. 

¿Y en la clínica volviste a preguntar? 

Sí, el médico me dijo “mira, esta es una situación difícil, nosotros hemos tenido casos de mujeres en las cuales también sus embarazos vienen con alguna malformación y yo dije que no era una malformación simplemente, en donde el niño o niña pudiera tener una vida autónoma, sino que iba a salir de mi cuerpo y no iba a poder vivir por sí mismo, entonces no era una malformación, era incompatible con la vida y frente a eso, me imaginé altiro que me crecería la guata, que iba a pasar por un tiempo de embarazo que es inevitable porque la gente te ve en la calle y te puede decir oh, cuánto tienes y cosas así. Si una misma lo hace. 

Es una preparación psicológica también, es imposible separar ese proceso mental y corporalmente. 

Es imposible. Y yo dije, con dolor, esto no lo quiero vivir. Realmente caí como en un estado de shock, me acuerdo que no era de negación sino que quise resolver. Me puse en esa actitud, porque era demasiado el límite, casi de sobrevivencia, porque yo decía, si continúo con este embarazo, mi vida va a ser un desastre, no voy a vivir del modo que quiero vivir, voy a caer en un estado depresivo y mi vida va a ser terrible y yo que quería ser madre, dije bueno, si quiero ser mamá, también tengo que estar bien psicológicamente, no puedo estar en un estado que finalmente me cause rechazo, que caiga en un estado depresivo tal que mi plan de vida se marque al punto que no voy a poder concretarlo. 

¿Y tu compañero, lograba entenderlo?

Mi pareja en ese momento apoyó todas las decisiones que tomé, pero nos pasó que saliendo de la clínica, en el ascensor íbamos con una doctora que me pasó una tarjeta -yo sé que lo hizo de buena fe, pero eso fue como pensar que las cosas son de un solo modo- y me dice mira, nosotros acá tenemos un centro de ayuda psicológica para ayudar a las mujeres a que puedan llevar bien este tipo de situaciones, (te va a ayudar a seguir este embarazo que es inviable hasta su término), porque entiendo que era su visión de las cosas, pero me llamaba mucho la atención de que no se tomara en cuenta el hecho de que mi situación era incompatible con mi vida misma. Hay muchas mujeres que llevan a término su embarazo inviable y esa es una decisión que yo considero válida, pero no es la mía, entonces era imposible. 

¿Qué tipo de razones te daban?

Intentaban hacerme ver que yo estaba mal por pensar así. Pero eso no fue tan relevante, lo que realmente me impactó fue el tránsito que hice con todos los médicos que visité por datos de amigas y otras personas. Siempre se ha sabido que en algunas clínicas hacen abortos clandestinos, pero lo hacen en buenas condiciones, después te lo hacen pasar por otra cosa, pero yo no había conocido nunca a nadie que hiciera algo así. Hice este recorrido con alguna esperanza y todos me dijeron que no, pero por una cosa legal, porque el aborto era ilegal en ese tiempo y era penalizado con cárcel a los médicos que lo hicieran, independiente de la condición del embarazo. 

¿Y pensaste en hacerte un aborto en casa?

Consulté con algunas médicas amigas, pero tenía que ver con la cantidad de semanas que tenía también, yo tenía 13 semanas y por lo tanto un aborto en casa era riesgoso, entonces no, no era una opción por el riesgo, porque de hecho me acuerdo que una de las alternativas que busqué, era que una médica no iba a estar conmigo, sino que en el fondo me daba las indicaciones con misopostrol, pero yo ya había tenido esa experiencia con el embarazo de 8 semanas en la clínica, donde finalmente me pusieron este medicamento. Y yo no abortaba y tenía 8 semanas y no abortaba y era terrible porque estuve cinco días hospitalizada, después me tuvieron que intervenir, entonces, conociendo como mi organismo había reaccionado la vez anterior, dije esto puede ser riesgoso, así que decidí en el fondo no hacerlo en casa.

Necesitabas sí o sí un pabellón disponible. ¿A quién recurriste?

Rápidamente llamamos a amigos en Argentina, en Uruguay y otros países cercanos pero en todos lados era para extranjeros residentes, si hubiera ido a Argentina, que en ese tiempo en algunas causales específicas estaba legislado el aborto, igual para mí era ilegal. Así que ahí un amigo uruguayo me dijo: Cuba. En Cuba es el lugar más cerca que tienes donde no hay restricciones para extranjeras que quieran hacerse un aborto. Contactamos por internet en una página donde ofrecen un montón de tratamientos para extranjeros, incluidas interrupciones del embarazo en varias semanas, la respuesta fue muy rápida y nos fuimos. 

¿Qué tan diferente fue el trato que te dieron allá?

Es increíble el nivel de humanidad y esa era mi reflexión. Yo dije “este es un país bárbaro”. Una no piensa que en una situación límite para las mujeres, todo el mundo te va a cerrar las puertas. Yo tuve la posibilidad de hacerlo no solo por convicción, sino porque además tenía recursos para hacerlo. Y tenía redes que me permitieron encontrar una vía y poder realmente decidir. Pero acá no es lo que pasa con el resto de las mujeres que no tienen los recursos ni las redes. De hecho, después con el tiempo y con toda la discusión de la interrupción del embarazo en tres causales, conocí mujeres que no pudieron hacer lo mismo que yo. Conocer sus casos, sus vidas, que tuvieron finalmente bebés que no pudieron ser siquiera sus hijos, porque no tenían cómo sostener esa pérdida. Conocí muchísimos testimonios así, terribles. 

¿Qué sentiste cuando tu situación se incluyó en la Ley de Aborto?

Creo que con la Ley de Aborto hubo una reparación moral, así lo sentí yo por lo menos, porque fue muy injusta la forma, no solo para mí, sino para todas las mujeres que yo conocí. Fue inhumano. Mujeres que quedan marcadas para toda su vida, yo salvé entre comillas porque pude interrumpir mi embarazo antes de que se me notara la guata, antes de los cambios hormonales, antes de todo eso. Pero hay mujeres que no pudieron. 

Yo creo que en el caso del aborto, que no es lo único pero es muy importante, hay que buscar una manera de que -no es una consigna- pero que sea de acceso libre, universal y gratuito, porque aquí lo que se manifiesta es una diferencia de clase. Acá hay mujeres que siempre han podido decidir, sea o no el aborto legal, nunca ha habido ese problema porque el dinero en nuestro país resuelve muchas cosas y lamentablemente, hay mujeres y niñas a las que no les alcanza para decidir. Entonces no es solo una consigna de lo que significa el derecho a decidir, sino que también tengas posibilidad de eliminar ese problema de injusticia social. 

¿Qué piensas del juicio que ejercen los/as “provida” sobre los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres?

Aquellos que se llaman provida en realidad hablan sólo de lo que significa llevar un embarazo a término y parir. Pero no estamos hablando de una vida integral para esas mujeres y niñas para que tengan posibilidad de hacer un proyecto de vida, entonces los derechos sexuales y reproductivos marcan los proyectos de vida de las mujeres. Porque si estudian en la escuela, muchas veces tienen que dejar de estudiar, porque no hay condiciones para que puedan alimentar a sus hijos e hijas ni sacarlos de un espacio de hacinamiento probablemente o de los cuidados que tenga que tener ese bebe, entonces acá hay un sesgo de clase que marca cómo se tratan los derechos sexuales y reproductivos.

¿Cómo establecer estos derechos desde la educación?

Yo creo que el tema del aborto es importante, muy importante, pero también lo es el que las niñas sepan que tienen derecho a decidir sobre su cuerpo y que su vida sexual tiene que ser lo más plena posible. Y eso no siempre lo van a encontrar en la casa, pero tiene que haber un Estado que permita que ellas tengan opción y que puedan decidir libremente y con todas las herramientas posibles cómo iniciar su vida sexual cuando ellas quieran, que aprendan a conocerse, que tengan acceso a métodos de prevención, el que mejor les parezca y no uno impuesto. Que alguien realmente se preocupe de ellas, de mostrarles opciones, de que puedan conocer lo que significa su sexualidad y que lo puedan hacer desde que son niñas, porque también hay un tema con pensar de que las niñas no tienen un desarrollo sexual hasta que tienen su primera relación sexual y eso es falso. Los niños y niñas nacen sexuados, no asexuados y por lo tanto necesitan también ir conociendo esa sexualidad de acuerdo a su edad de desarrollo. Y yo como profesora, también pude darme cuenta de eso, porque uno se encuentra- -no sólo en las escuelas públicas- con que no es un tema relevante o abordable, porque lo importante son las materias tradicionales y el desarrollo de niños y niñas no pasa por hablar de sexualidad. 

¿Hiciste, aunque no fuese tu rol, educación sexual en tus clases?

Yo asumí que era mi rol hablar de educación sexual y creo que fue algo importante, porque el otro día pude escuchar a algunas de mis ex alumnas hablando de eso. Una no se da cuenta de lo importante que es. Con el tiempo notas que fue muy relevante. Y creo que las clases de educación sexual fueron algunas de las clases donde más atención tuve. Tu crees que los niños y las niñas se van a reír o que lo van a agarrar a la chacota por vergüenza porque pasa mucho que algo te da plancha entonces ¡paf!: una talla. Pero no. Nunca me pasó. Todo lo contrario, nunca tuve una burla en clases sino que al revés, existía mucha necesidad de preguntar. 

¿Nunca recibiste críticas de parte de los apoderados o de otros/as colegas?

No, porque sentía que todos sabían que era una necesidad, pero era difícil abordarla y si otro lo hace, eso sirve y es más fácil. Yo no tengo problema con eso, pero creo que eso no puede pasar por la voluntad de un profesor o profesora puntual, creo que tiene que ser parte de la formación de los docentes, tiene que haber docentes preparados para eso y también tenemos que entregar herramientas a los padres por separado.

¿De quién es finalmente la responsabilidad entonces de romper ese esquema familiar, cultural o social de no hablar de derechos sexuales y reproductivos?

El Estado, no sólo a través de las escuelas públicas, sino que el Estado como Ministerio de Educación debe poner a disposición herramientas que realmente sirvan para enfrentar estos temas que marcan mucho el desarrollo psicológico y emocional de todo ser humano. 

Cuando nosotros hablamos de lo que significa los sesgos de género, los estereotipos, el patriarcado y cómo esto marca las relaciones sexuales en todas las etapas del desarrollo de los niños, niñas y jóvenes, también hablamos de ese rol de las escuelas, porque hay que romper ese género, hay que buscar que la educación no perpetúe roles esteriotipados y que las responsabilidades -como a todo el mundo le encanta hablar de responsabilidades- no sean individuales. Porque si no, tienes frases como “ella se tiene que cuidar”, y miles de mitos y estereotipos que aún duran y es impactante. 

Entonces, cuando dices en una discusión como esta, el aborto ¿es importante? Muchos de estos jóvenes probablemente están de acuerdo, pero muchos no, dando cuenta de que también existe una visión muy arraigada en términos culturales que pone a la mujer una sanción, la penaliza porque su rol es procrear y reproducirse, independiente a su proyecto de vida, condiciones del embarazo o incluso los costos que tenga.

Revive acá el relato de algunas de sus alumnas:

https://twitter.com/i/status/1366156122525216768

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