Alejandro Modarelli, escritor argentino, colaborador del suplemento Soy de Página 12, llegó a Chile la semana pasada y se apronta para presentar su último libro, La noche del mundo, en el que exhibe algunas crónicas escritas desde la diversidad sexual, desde lo gay, con distintos hechos como punto de partida. Uno en particular, quizás: la vez en que estuvo cerca de morir arriba de un vuelo hacia Buenos Aires. En entrevista con El Ciudadano habla de Pedro Lemebel, de las políticas de Macri, de su paso por Santiago y mucho más.
Tuviste un episodio arriba de un avión. Casi te mueres. Estuviste en coma. ¿Cómo fue eso?
No lo pasé tan mal. Fue un coma inducido por psicofármacos. Yo sufrí un neumotórax entre Bogotá y Buenos Aires, el 16 de diciembre de 2013. El avión tuvo que aterrizar de urgencia por orden de un médico, que fue el que me salvó dentro del avión. De pronto tuve una asfixia. Estaba seguro de que me iba a morir. Viajaba con dos amigas y me despedí: chau chicas, les dije. Ni siquiera muriéndote dejabas de mariconear, me dijeron ellas. Me trasladan atrás en el avión. Ahí sentí una paz maravillosa. Después no me acuerdo más.
¿Dónde despertaste?
En Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, donde me esperaba mi hermana de 35 años. En el despertar y todas las frecuencia farmacológicas yo le iba diciendo a mi hermana que anotara cosas para no olvidarlas.
¿Ahí sueñas con Lemebel?
Uno de los sueños fue con Pedro. Yo lo admiraba harto a Lemebel. Lo curioso era que no conocía Santiago. Tenía esa imagen del pinochetismo residual. No tenía ganas de venir. Soñé esa vez el Santiago de mis prejuicios, en blanco y negro, y para mí era la época de Allende, un film noir. Así como los noticieros con los bombardeos de La Moneda. En el sueño también había grupos evangelistas, que eso es más actual. Era algo medio erótico. Esos evangelistas eran como rotos calientes.
¿Cuando viniste a Santiago te juntaste con Pedro Lemebel?
El simulacro de la muerte me impedía venir a Santiago. Yo vengo y le mando un mensaje. Sabía que estaba insoportable. Ya no tenía voz. Estaba irritable. Me escribe por Facebook y me comenta que iba a hacer una reunión. Ahí me dice si es que yo quería venir con algunos amigos. Fuimos con Jaime Lepé y Víctor Hugo Robles (Che de los gays). Ahí los conocí y nos hicimos amigos con ellos. Es una amistad que subsiste, como un legado.
¿Murió tiempo después?
Al poco tiempo se enferma. Me voy a Buenos Aires con la idea de volver. Ya sabía que Pedro estaba muy mal. Se le había expandido el cáncer. No me imaginé que iba a ser tan rápido. Y todo ese último tiempo estuvimos al lado con Jaime, con el Che, pero yo ya había vuelto a Argentina cuando él muere.
¿Qué es tu literatura sin Lemebel?
Aunque este último libro es sin Pedro, me dejó marcas, huellas, y después confluyen con otras de forma inconsciente e inconsistente. Vos me leés y no leés a Pedro. Otros me nombran a alguien que no había leído nunca. Otros ven a Puig, que yo no era un gran lector de él.
¿Qué relación tienes tú con Manuel Puig?
Tiene que ver con ciertas voces, medias secundarias, que yo incorporo en la crónica. Viste que hay como una especie de monólogos de algún narrador que es como si fuera una voz de afuera.
Convengamos que El beso de la mujer araña fue un aporte al mundo homosexual.
El beso de la mujer araña en realidad es un debate que se desvía a la izquierda. Puig lo trata de saldar, no siendo de izquierda. Pero le comenta a algunos amigos que él lo escribe como respuesta a la izquierda homofóbica, a los revolucionarios homofóbicos que veían en la marica la inevitable traición. Como si fuéramos más sensibles a la tortura. La moral revolucionaria es estricta y heteronormativa.
No te influyó, entonces.
Más que una influencia es un modo de sensibilidad. Un modo de experimentar la homosexualidad muy diferente a los escritores que son parte del nuevo modelo gay.
¿Cuáles serían esos?
Alberto Fuguet, Pablo Simonetti. Y de otra forma, lejos de la literatura, Jaime Parada. Bayly también.
Eso. Te quería preguntar por el escritor peruano Jaime Bayly.
Hizo un culto de la ironía y el petardismo que le funciona y a veces te hace gracia. Yo le leí una sola cosa. Muy logrado el personaje pero se agota ahí, no alcanza. Si no está acompañado por nada que sorprenda como escritor, se agota.
¿Cómo se ve el panorama literario marica en latinoamérica?
Hay un colombiano John Better, que publica mucho y es como el gran marica colombiano. Es más joven. Está en esta tradición del homosexual revoltoso. En Argentina está Pablo Pérez, que escribió dos libros interesantes, uno en el que relata el momento en que se entera que está con sida, todo ese curso y cómo se va atando a la forma de supervivencia, y no despide lo erótico de su vida. Hay una película muy buena sobre el libro: Un año sin amor.
A Víctor Hugo Robles le dijiste, para Agencia Presentes, que peligraba el panorama.
Es que también hay un tema generacional. El tema es que sean buenos escritores. Como que ahora parece más una postura. Lo otro era más una experiencia de vida, como que escribías sobre las ruinas de una época. Un chico de veintipico años lo que puede hacer es tratar de imitar a Lemebel.
María Pía López, en el prólogo de tu libro, dice que el territorio está demarcado por la disidencia política, entre paréntesis, “defender lo puto como alteración y no como piedra fundacional de una nueva normalidad”. Me da la impresión que los autores que mencionaste, Simonetti y Fuguet, no están en esa onda.
Es ahí donde vos podés señalar esa división. Decía yo que una literatura sin tragedia queda muy débil. Si vamos a imitar los romances de adolescentes heterosexuales y los transformamos en gays… Y un amigo me dijo entonces vos estás adscribiendo a la tradición como homofóbica de la literatura, esa que ve que toda historia donde hay un homosexual tiene que terminar mal o está asociada al drama. Yo digo no. Cuando hablo de tragedia hablo de intensidad. Yo creo que nosotros hemos sido vanguardia en muchas cosas, incluso en la literatura, incluso en el arte. Justamente por haber desestabilizado el sistema. Cuando hablo de tragedia no hablo de telenovela, te estoy hablando de una intensidad del deseo homosexual, de una particularidad, una forma disruptiva de interpelar a la sociedad. A mí me parece que eso la debilita. Yo la verdad no lo leí ni a Simonetti. Lo que me cuentan es que resulta como el escritor del sistema gay igualizante. Eso es lo que menos me interesa.
La primera vez que entrevisté al Che Robles le pregunté si seguía siendo revolucionario ser homosexual. Te hago la misma pregunta a ti…
Creo que queda poco, y que hay que defender esa posibilidad. Creo que siempre va a haber una particularidad en la experiencia de ser homosexual. Hay un resto no asimilable del todo por la sociedad. Por ejemplo, nosotros nacemos en una familia donde sigue funcionando el relato freudiano. Te dicen que si sos homosexual tenés un Edipo no resulto con tal o cual cosa. Creo que siguen ciertas reivindicaciones que nos hacen estar por fuera de la heteronormatividad.
¿Cuál es el tema que tienes con la asimilación?
Uno se reconoce en otra tradición, que es la tradición de cierta lucha callejera. De estar de igual a igual con el proletario, esa coalición entre grupos disidentes. Una vez que desaparece eso desaparece nuestra magia, que para mí fue algo que tenía que ver con desestabilizar el orden establecido. Vos mismo te preguntás qué tiene de revolucionario. Hace un rato me lo dijiste. Si vos querés ser revolucionario te hacés esa pregunta. Y esa pregunta no se la vas a hacer a alguien que va a La Moneda con saco y corbata a aplaudir a Piñera.
–También tiene que ver con que nosotros adscribimos a una tradición literaria y artística que se siente muy molesta en esa especie de vulgaridad del casamiento, del wedding planner. Ahora están los wedding planner para maricones. Después tenemos un crucero para maricones. No veo nada más aburrido que eso. A mí que me gustan los chongos, el roto, no sé cómo se dice acá, qué aburrido tener un mundo de iguales, donde te estás mirando en un espejo permanentemente, donde no hay posibilidad de mirar al opuesto. En una crónica que pongo ahí dice que nos vamos transformando en mariclones. Estamos proponiendo una forma de ser divinos, y entre los dioses no hay posibilidades de complemento.
ARGENTINA Y DIVERSIDAD
¿Cuándo empezaron los cambios de la comunidad LGTBI en Argentina?
A partir de 2001 la Argentina vivió un cambio de época velocísimo. Se había desestabilizado todo el andamiaje social, político. Para mí de ahí se hizo posible todos los avances del colectivo LGTBI, porque no había nadie que prestara mucha atención, y fuimos tomando posiciones.
¿Y cómo es la política de Macri, primero con la gente?
Macri tiene una visión muy gorila. Gorila es esta cosa antipopular. Son antipopulares en todo. Un cierto asquete. Creen que tocarle el timbre a la vecina de la pobla los pone cerca de la gente, porque cambian la palabra «pueblo» por «gente». Las performances estas son tan idiotas que se descubren todo el tiempo. Macri decidió subirse a una micro para conversar con la gente, y vos lo ves agarrado hablando con gente arriba de la micro. Y después sacan una fotografía de la verdad. Esa micro estaba en un descampado, detenida. Es una foto maravillosa. Está rodeada de los pacos, de negro, y en el medio del descampado está la micro. No hay nada más maravilloso que describa cómo es la política hoy en día.
¿Estuviste a favor del matrimonio igualitario en Argentina?
Yo estuve a favor a pesar de todo. Me parecía que había que tener el mismo derecho para luego repudiarlo. Lo festejé porque lo sentí como estar arrebatándole algo al Estado. Arrebatarle al Estado y a la Iglesia ya de por sí es interesante. Por otro lado el precio fue alto. El precio de la asimilación.
¿Crees que Macri les puedan quitar derechos?
No creo. Él los tiene como una guirnalda. Te diría que un buen porcentaje de los gays votaron a Macri. Y tiene sus maricones.
¿Qué tan vulnerable la ley de cupo laboral para transexuales?
Yo trabajo en el Ministerio Público Fiscal. La procuradora viene de la época de Cristina y era considerada como kirchnerista. La quieren echar pero no pueden porque tiene estabilidad en el cargo. Ella tomó personas trans. Yo tengo compañeras que son personas trans. Eso es casi impensado. En la época de Cristina vos veías que habían personas trans. Pocas. Para mí ella falló en algo, eso lo hablaba con Víctor Hugo. No alcanzó con incorporar a las trans al trabajo. Habituar a esa trans al modelo burocrático es un trabajo que no es nada más que nombrarla. Donde trabajo yo faltó ese acompañamiento porque la mayoría había trabajado en la calle, entonces viene con cierta problemática.
¿Peligra el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi)?
A mí me parece que no es un tema que le moleste al poder. No tienen una alianza fuerte con grupos ultracatólicos. De hecho Francisco está enfrentado con Macri.
Es peronista Francisco.
El papa es peronista. Cuando fue el debate del matrimonio en Buenos Aires una jueza ordenó casar. Macri podría haberse opuesto, podría haberle ordenado al fiscal de la ciudad que se oponga y no lo ordenó. Tuvo que cruzar a la catedral a dar explicaciones al futuro papa. Para Macri no era un tema, él era un homofóbico que lo tiene naturalizado porque pertenece a una clase social, machista, de clase alta. El machismo de la clase alta suele tener más consecuencias que el machismo de la clase baja, porque son los que tienen el poder.
–De pronto surge el maricón de Macri, que es un chico de clase alta que lo golpean en una fiesta cuica porque andaba de la mano con otro, y unos compañeritos le pegaron una trompada. Parece que él ya trabajaba en Propuesta Republicana (PRO, partido de Mauricio Macri), y usó eso para lanzarse a la fama. Cristina tuvo la muy mala idea de recibirlo en la Casa Rosada y lo llevó para que se hiciera famoso. Lo recibe Macri y ahí empieza la gran carrera de Pedro Robledo, Piter Robledo, actual subsecretario de la juventud. Tiene 24 años y está armando su carrera para diputado. Vos lo escuchás y parece muy tonto pero es un tremendo zorro. Y tiene otro grupo.
No tiene problemas con la diversidad sexual entonces…
Los problemas son los pobres que van a estar más pobres, los mapuches que acaban de balear, los vendedores de la calle que los acaban de golpear. Se viene una onda muy represiva. Aunque siempre separo a las trans. Porque son de la calle, ocupan un espacio público. Por ejemplo hay una trans trabajando en el Ministerio de la Seguridad, sobrina de la ministra. Están los maricones del campo popular y están los del PRO, esa clase media pretensushi.
¿Cómo era Diana Sacayán? La activista por los derechos trans en Argentina.
Diana Sacayán era marginal. Trabajó mucho en el conurbano de la ciudad y trabajaba en el Inadi. Redactó la ley del cupo laboral trans junto a una diputada que se llama Karina Nazabal, y la hicieron prosperar en la ciudad y tuvieron mucho apoyo. Cuando fue la ley de identidad de género la votó todo el mundo. Parecía que no tuviera límites.
¿Se supo quién la mató? (Diana Sacayán fue asesinada el 11 de octubre de 2015. Todavía no hay culpables).
Está el juicio en curso; hay un detenido.
Tú escribiste un artículo sobre Fidel y la homofobia.
Yo lo único que digo que no soy quién para perdonar en nombre de las víctimas. Yo defiendo el legado de la revolución pero también defiendo la revolución dentro de la revolución. Soy crítico de Cuba, aunque no tengo una mirada de Miami. Se encerraba a la gente que era considerada antisocial, entre ellos las maricas y los testigos de Jehová, y muchos se suicidaban, o eran violados. Ellos consideraban que la homosexualidad era una lacra del capitalismo. Era parte del pensamiento de la época. No digo que fuera solo cubano.
¿Pasó en Argentina?
Cuando llega el 73 la izquierda con Cámpora los homosexuales los acompañaron a las manifestaciones en Plaza de Mayo, pero se creaba como un cordón sanitario. El verdadero tema era el fin de la represión policial, y fueron a hablar con Cámpora y les dijeron no se preocupen, la represión se termina. Nosotros vamos a hacer institutos donde ustedes puedan ser tratados con medicamentos, con psicoanálisis, es decir no tenían el concepto de un deseo diferente. Era como una especie de malformación síquica, que era un karma.
Para qué decir después con López Rega.
Ahí ganó la batalla peronista la derecha.
Por Nicolás Massai (@nmassai)
Fotos: Vasti Abarca (@VastiAbarca)