Alternancia binominal: Adiós Concertación

En este mes de marzo, El Ciudadano cumple 5 años de periodismo sin pelos en la lengua, 5 años rompiendo el cerco informativo que acorrala la libertad de expresión, opinión e información, 5 años investigando y publicando sólo noticias que importan


Autor: Wari

En este mes de marzo, El Ciudadano cumple 5 años de periodismo sin pelos en la lengua, 5 años rompiendo el cerco informativo que acorrala la libertad de expresión, opinión e información, 5 años investigando y publicando sólo noticias que importan.

Cinco años trabajando en pos de que el ocultamiento de información, por parte de grupos reducidos de la población, no afecte los intereses y los derechos del colectivo.

Se vienen tiempos difíciles pero, para El Ciudadano, siempre ha sido difícil perdurar en el tiempo y lograr sostenibilidad en el duopólico escenario nacional de la prensa escrita.  Hemos sobrevivido a la Concertación y la incertidumbre ronda nuestras salas de prensa, que se preparan para coordinar nuestros esfuerzos comprometidos con un periodismo que logre masificar las demandas ciudadanas que acalla el gran capital.

No podemos no decirlo. En este aniversario, en tiempos de cambio de gobierno, fuimos sorprendidos por un terremoto y tsunami que arrasó con pueblos y ciudades. Desde ya expresamos toda nuestra solidaridad con los afectados en todo el país, los pueblos de Chile, los afectados de siempre, los que poco tienen pero mucho generan, quienes hacen posible la riqueza de los ricos.

En nuestro sitio Web encontrarán buena cantidad de artículos, notas, relatos, comentarios e interpretaciones de lo acontecido y sus consecuencias psico–sociales. Todo en el marco de nuestra labor de contrainformación respecto de los medios empresariales, quienes se han festinado criminalizando a quienes desesperados corrían con comida y quienes aprovechaban la situación para obtener los bienes a los que la sociedad de consumo no les permite acceder. Lo más importante, en www.elciudadano.cl hay un listado de lugares y organismos donde acudir con ayuda a los damnificados.

Desde estas páginas hacemos un llamado a individualizar y juzgar a los responsables de la muerte de muchos, sea por defectos en las construcciones, por demora en las alertas, o por el motivo que sea. Así como a los inescrupulosos empresarios que se han aprovechado del sufrimiento y necesidades del pueblo, por ejemplo, alzando los precios a los productos de necesidad básica.

Pero esta edición ya estaba siendo preparada y su tema es el período del conglomerado que gobernó posterior a la dictadura.

Después de 20 años, la Concertación se acerca a su final. La coalición difícilmente podrá sobreponerse a la derrota electoral y ya se vislumbra el re acomodo de los partidos políticos. Claramente, Piñera gobernará con el apoyo de la Democracia Cristiana y otros afines.

En este contexto quisimos dedicar una edición especial de El Ciudadano a realizar un balance, un análisis de estas dos décadas de gobiernos concertacionistas. Pero, no se trataba de llevar al papel nuestra visión personal de este período reciente de la historia del país, con nuestro equipo de periodistas y colaboradores habituales.

Quisimos invitar a diversos analistas, hombres y mujeres a que desmenuzaran el actuar del arco iris. Y lo solicitamos a cada uno de ellos planteando una estructura. Lo que buscamos es ofrecer a nuestros lectores un análisis serio, donde por un lado se identificaran los aciertos, por otra parte los errores cometidos, como también lo pendiente, lo que la Concertación prometió y jamás cumplió.

Lo invitamos a que se entere del desempeño de la coalición política que algunos de sus próceres llaman la más exitosa en la historia de Chile.

Nuestra opinión personal la expresamos donde corresponde, en este editorial.

El arco iris de esperanzas en el que ignorantes de sus transas de origen creímos tantos se fue destiñendo poco a poco, hasta convertirse en una mancha negra en la historia de este país. Una serie de cuatro gobiernos en los que se avanzó en muchos temas, pues ciertamente hay menos pobres que hace dos décadas, más empleo y menos desnutrición. Sin embargo, estos “progresos” no son suficientes para devolverle el color al arco iris que se traicionó a sí mismo. De las profundas reformas que prometió realizar la coalición que estuvo más tiempo en el poder que la propia dictadura de Pinochet, sólo obtuvimos maquillajes.

Aquellas reformas de fondo que prometían transformar el país que dejó el tirano quedarían en el olvido, cometiendo la Concertación su pecado de origen al reconocer como legítima la Constitución dictatorial impuesta a muerte y torturas, aquella Carta Magna redactada por los Chicago Boys para hacer posible y consolidar en Chile el sistema neoliberal capitalista de mercado desregulado.

Así condenaron al país a ser un laboratorio de Estados Unidos, firmando luego Tratados de Libre Explotación que vendieron en la prensa de la patronal como de Libre Comercio para implementar en forma extrema un modelo depredador. A esta fase del capitalismo se le ha denominado neoliberalismo. Fue tan extremamente implantado en Chile, que incluso se implementaron medidas que ni siquiera Estados Unidos se atrevió a aplicar en su territorio, como la privatización absoluta del sistema de pensiones, sin dejar opción a un sistema público.

La Concertación, que en su génesis prometió revertir el camino emprendido por la dictadura, no hizo otra cosa que profundizar más aún el modelo neoliberal, privatizando lo poco que quedó en manos estatales al culminar el régimen militar y dejando absolutamente todo en manos del mercado, es decir de los ricos; y creemos fielmente que en la coalición hubo muchas personas valiosas que trataron de construir un país mejor, pero lamentablemente sus dirigentes no lo permitieron.

Desde que se produjo el mayor quiebre de la historia republicana de Chile –el golpe de estado de 1973- el país no se ha podido recomponer. Se instauró un sistema político absolutamente ilegítimo. Para decirlo claramente, un régimen político no representativo. Esto, porque no existe posibilidad alguna de relevar la voluntad de los pueblos de Chile hacia la elección de sus representantes y su ejercicio.

Cada vez nos parece más claro que esta Concertación agotada y trasnochada ya deseaba pasar la batuta a la Alianza derechista. Con esto se intenta validar esta supuesta democracia mediante la alternancia del poder y, de paso, se consolida y perpetúa aún más el sistema binominal impuesto por la Constitución de Pinochet, y refrendado por la Concertación, desde que se transa el fin de la dictadura con los golpistas.

La tarea es titánica, pero clara, mientras no seamos capaces de cambiar la Constitución de Pinochet, Guzmán y sus secuaces, no será posible efectuar los cambios y reformas que el pueblo requiere y comienza a exigir a gritos en cada movilización y en cada experiencia de construcción de organización social que estos gobiernos se han encargado tan bien de reprimir y anular.

El Ciudadano


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