El presidente argentino Alberto Fernandez comenzó perdiendo la «guerra» contra la inflación que fue declarada a mediados de marzo. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de ese mismo mes arrojó, otra vez, una cifra preocupante: 6,7 %, la más alta de los últimos 20 años, según lo informado este miércoles 13 de abril por el Instituto de Estadística y Censos (Indec).
Se trata del cuarto mes consecutivo de aumento de la inflación, luego del 4,7 % registrado en febrero. Así, el acumulado de los últimos 12 meses llega a un 55,1 %.
El incremento del costo de vida se enmarca esta vez dentro de un contexto global negativo, empujado por los efectos económicos del conflicto entre Rusia y Ucrania. Pero, para el caso de Argentina, uno de los países con mayor inflación del mundo, se trata de una situación de arrastre, que acumula años de políticas de diferentes gestiones que fracasan.
La suba de los precios de los combustibles y materias primas de la industria alimenticia a nivel mundial han causado aumentos desmedidos en los valores del pan, la leche, la carne y otros productos esenciales de la canasta básica. En marzo, pese a los controles oficiales, los alimentos subieron un 7,2 %.
Días atrás, el dueño de una carnicería de Río Negro, en la Patagonia argentina, compartió la foto de un cartel pintado en su local, con el que invitaba a sus clientes a comprar a pesar de que no haya «ninguna» oferta porque «todo se fue a la mier…».
«Coma carne en Semana Santa. Ya no es pecado, es un milagro», escribió en una pizarra montada en la entrada de su negocio.
Y es que, la suba de precios se ha vuelto tan cotidiana que muchos se la toman con humor. Pero, en un país que registra un nivel de pobreza del 37,3 %, en los sectores populares el impacto es demoledor.
Fuente: RT.