Arrogancia Antisísmica

Mucho se ha hablado sobre los edificios colapsados y por demoler que fueron víctimas del reciente terremoto en Chile

Arrogancia Antisísmica

Autor: JavierVillalobos

Mucho se ha hablado sobre los edificios colapsados y por demoler que fueron víctimas del reciente terremoto en Chile. Pero parece que algo sigue intacto, nuestra arrogancia.

Por televisión, se cuestiona al deporte en las olimpiadas Odesur, que les fue mal porque no lograron la cantidad de medallas esperadas. En los diarios se cuestiona a la selección de fútbol chilena porque empató con Venezuela. Y políticamente se critica que se hagan recortes presupuestarios para financiar la reconstrucción, con el cliché «Desvestir a un santo, para vestir a otro». ¿Por qué quieren ocultar que el terremoto nos golpeó fuerte? Seguimos contando chistes de peruanos y bolivianos, ¿y las 60 toneladas de agua que mandó Bolivia, no cuentan?

Chile ganó una guerra hace muchos años, pero para muchos el cómo se desarrolló ésta no tiene cuestionamientos, se ganó y punto. Y resulta que parte de la motiviación para ir a una guerra es el hecho de odiar al adversario. Así fue, se odió al adversario. Pero una vez ganada la guerra, se recolectaron los trofeos y el odio se transformó en burla. Ahora, parte de la reconstrucción significó esfuerzos por salvar al preciado trofeo Huáscar, y decirle a los chilenos: «Salvamos esa daga que seguimos clavando al pueblo peruano. Podemos seguir contando chistes».

Tal vez exagero al decir que el terremoto nos demostró que no servimos para nada. Sí, es cierto, es exagerado decir «para nada». Pero nos ocultan la realidad, ¿se dan cuenta? Se oculta la realidad de aquella parte de la sociedad que no sabe ponerse de pie. Mientras que los que estamos de pie, buscamos imperiosamente culpables por no haberse levantado a emitir la alarma, o por haberla comunicado tarde, o por haberse desdicho de haberla emitido, o por no haber comprado el instrumental necesario, o por haberle echado más agua de lo normal al concreto de los edificios destruidos. Y mientras tanto, debemos seguir siendo mejores en el Dakar, en el tennis, en el fútbol, en el canotaje, en el ámbito económico. ¿Para qué? Para que quienes lucran con las inmobiliarias lo sigan haciendo, y sigan ganando proyectos de construcción, demolición y reconstrucción. Si basta con decirle al pueblo chileno que son campeones de la solidaridad, para que suelten la plata, permitan la alza de impuestos y la venta de empresas públicas.

¿No se dan cuenta que la arrogancia fue educada? ¿No se dan cuenta que estamos encerrados en una burbuja que nos impide ver más allá de dos cuadras? ¿Que la solidaridad no es un asunto de «oportunidad» para salir en la tele? Es un negocio, eso sí. Desastres seguirán ocurriendo, sin duda. Hoy fue para los que están sin casas, y sin familiares. Mañana será para el resto, los que parados en la arrogancia gritan a viva voz: «No nos pasó nada, porque somos mejores que ustedes».


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