El artista colombiano Oscar Murillo desvela una peculiar «biblioteca de referencias» gráficas realizadas por escolares de una treintena de países en el proyecto ‘Frequencies’ (Frecuencias), que ha instalado en su antiguo colegio de Londres.
Dibujos y marcas
El archivo contiene 40.000 lienzos con dibujos, líneas, marcas, grafos, mensajes, espacios en blanco y coloreados. Los ejecutaron unos 100.000 estudiantes, de 10 a 16 años de edad, de 350 colegios repartidos entre 35 países de los cinco continentes.
Las telas son del tamaño de la superficie de un pupitre, que Murillo hizo llegar a medio mundo para uso de los chavales a lo largo de un trimestre escolar. Relaciona la «inyección y motivación del proyecto» con la forma más primitiva de comunicación, las siluetas y marcas descubiertas en cuevas prehistóricas. «El dibujo nace de una descarga directa del cerebro a la mano y estamos perdiendo ese tacto físico en el mundo en que vivimos de tanta tecnología», apunta en una entrevista con Sputnik.
Inquietudes juveniles
«¿Si el servicio militar es obligatorio, por qué la educación no lo es?», cuestiona un estudiante del Instituto Belisario Peña, de Roldanillo, en Colombia. Ha estructurado su tela como viñetas de comic en torno a una figura de melena larga. «Nos regalan miedo para vendernos seguridad», sentencia en letras mayúsculas a boli negro.
La calma se restaura ante la visión de un pajarillo que posa sobre una rama en otro dibujo de la misma escuela. La bandera mexicana luce en la tela del próximo montón y, en la siguiente, una fan ha homenajeado a la banda One Direction entre un revuelto de grafiti. Los colores vivos prácticamente desaparecen de los retales procedentes en Ghana y otros países con pocos recursos educativos.
Las obras se exhiben físicamente, junto con ediciones de algunos dibujos en formato digital, vídeos y varias reproducciones pictóricas de Murillo, en el gimnasio del Colegio Católico Cardinal Pole, del distrito de Hackney, en el noreste de Londres. La productora Artangel, especialista en creaciones inusitadas y excepcionales, contribuye en la puesta en escena de este archivo cultural, que por primera vez se muestra en su totalidad.
Sintonías y disgresiones
Murillo estudió en la misma institución religiosa —»el gesto es romántico porque este edificio es de nueva construcción», puntualiza— desde que, con 10 años, emigró a Londres con su familia. El carácter multiétnico y la diversidad social del barrio incentivó su «curiosidad» por explorar y trazar conexiones mundiales. «Acá en Europa, independientemente del tiempo y por mucha integración que uno haga y asimilación social que exista, uno siempre va a ser emigrante», observa.
Trabaja en distintos géneros y con materiales diversos —desde pintura a collage, intervenciones y videos— y sobresale a nivel comercial y crítico. En 2019, fue seleccionado al premio Turner, el más prestigioso en arte contemporáneo del Reino Unido. Fue una edición sorprendente en tanto que los cuatro candidatos decidieron repartirse el premio.
Describe el insólito gesto como «una manifestación de solidaridad» y un «comentario social en el contexto británico de ruptura con Europa». El país estaba dividido social y políticamente acerca del significado y dimensión Brexit.
Colaboración y terapia
«La colaboración es esencial en la creación y producción de cultura. No me interesa el arte como algo de pasatiempo. Me interesa la idea del arte como una terapia humanística», describe.
Murillo inició Frecuencias en su tierra natal de La Paila, en el Valle de Cauca, en 2013. «Decidí colaborar con un grupo de niños en una edad que están entrando en el adoctrinamiento social, independiente de qué frecuencia social, urbana o rural se encuentre esa persona», recuerda.
El punto de arranque es central a la concepción del proyecto. «Está a unos 400 kilómetros de la línea ecuatorial que, para mí, es una entrada apolítica, como un punto 0, del que puede haber movimiento al sur, norte, oeste u oriente», dice.
Lectura política
Si la construcción del archivo partió de un área geográfica neutra, la lectura de su contenido está abierta a la interpretación de cada visitante o usuario. «Lo veo como una biblioteca de referencias, donde se pueden construir una infinidad de historias y de artículos a partir de choques sociales. Traer un lienzo de Singapur, un lienzo de Sudáfrica, otro de Nepal, de La Paila, y tenerlos conviviendo aquí, ya es un acto muy físico», señala antes de recalcar que la «construcción política la hace el individuo».
La pandemia interrumpió los planes de estudios de millones de niños y va a ser un cortafuegos del colosal proyecto. La socióloga y politóloga argentina Clara Dublanc, que desempeñó un papel central en su desarrollo, lo encauzará ahora por la fase de investigación académica a través de la entidad Frequencies Foundation, según desvela Murillo.
«Debido a la pandemia estamos repensando que, tal vez, sea la conclusión del desarrollo del archivo. No es el fin, sino que vamos a aprovechar las condiciones en que está el mundo para llevar el proyecto a otra etapa», explica. Digitalizar y compartir los 40.000 trabajos infantiles está entre los objetivos de Murillo.
Cortesía de Lourdes Gómez Sputnik