La nebulosa del Anillo Azul, descubierta por una misión de la NASA en nuestra galaxia en 2004, ya no es tan enigmática como parecía desde entonces. El Instituto de Tecnología de California (EE. UU.) informó este miércoles que una colaboración de astrónomos ha podido explicar cuál es la estructura de esa nebulosa y cómo se formó.
Señalan que se trata del producto de la fusión de dos estrellas, una de las cuales tenía aproximadamente el mismo tamaño que el Sol en su estado original, mientras que la otra era algo menor. Ambos astros constituían un sistema binario muy estrecho hasta que colisionaron hace varios miles de años terrestres. Finalmente la estrella de masa solar engulló a su compañera, pero gran parte de su materia se propagó en el espacio hacia dos direcciones opuestas.
El aparente anillo es en realidad una proyección de dos conos formados por los escombros fluorescentes de ambas estrellas y, si pudiéramos verlo desde otros puntos de observación, no desde la Tierra, podríamos apreciar esta estructura cónica, según los investigadores, que incluso confeccionaron una visualización de las supuestas proyecciones laterales.
Dentro de esta figura cónica se encuentra un remanente del antiguo sistema binario, una estrella designada en los catálogos como TYC 2597-735-1. Su exceso de emisión infrarroja y la velocidad radial variable pueden ser indicios de un disco circunestelar de polvo, según el estudio. Mientras tanto, el aparente brillo azul no es más que un efecto óptico, porque la nebulosa en realidad no emite luz visible para el ojo humano, sino ultravioleta.
Aunque el anillo descubierto en 2004 era un objeto diferente de todo lo que los astrónomos habían observado en la Vía Láctea hasta ese momento, los astrofísicos de EE. UU. se muestran dispuestos a generalizar la información obtenida.
Afirman que la mayoría de las estrellas de nuestra galaxia forman parte de sistemas binarios. Si los astros de un sistema binario se encuentran lo suficientemente cerca, pueden asimismo acabar fundiéndose el uno con el otro y convertirse en una nebulosa. A medida que la compañera menor se acerca en espiral a la mayor y pierde su energía orbital, puede reventar y expulsar su material, revela el comunicado.
«Las observaciones espectroscópicas fueron clave para permitirnos comprender mejor este objeto, a partir de ellas vemos que la estrella central está inflada y apreciamos indicios de acreción, probablemente de un disco de escombros circundante», detalló el astrofísico Gudmundur Stefansson, de la Universidad de Princeton (Nueva Jersey). Asimismo, otra estrella de nuestra galaxia, Mira, que también brilla con la luz ultravioleta, ayudó al equipo a entender qué está pasando en el Anillo Azul.
Un artículo científico publicado este 19 de noviembre recoge los principales datos de este estudio y enfatiza que se trata de una nebulosa ultravioleta, poniendo en entredicho el color que dio el nombre al objeto celeste.
Fuente: RT.