Bolivia: el terror que persiste en las sombras

El asesinato de Orlando Gutiérrez, importante dirigente sindical, particularmente después de las elecciones, es algo sin precedentes en la historia moderna de Bolivia

Bolivia: el terror que persiste en las sombras

Autor: Marian Martinez

Por Denis Rogatyuk

La muerte de Orlando Gutiérrez, líder de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), pocos días después de la victoria del Movimiento Al Socialismo (MAS) en las elecciones generales, conmocionó al movimiento sindical y socialista del país.

Gutiérrez fue considerado uno de los líderes sindicales más importantes del país sirviendo como secretario ejecutivo de una de las federaciones mineras más militantes, así como un organizador clave de la resistencia contra el régimen de Jeanine Áñez. Durante los primeros días del golpe —tras las elecciones de octubre— Gutiérrez encabezó las marchas de mineros armados con dinamita (símbolo tradicional de la lucha contra dictaduras y regímenes militares) hacia La Paz en defensa de la victoria de Evo Morales. Fue uno de los líderes de las protestas y bloqueos masivos de agosto de este año que casi paralizaron al país y obligaron al régimen a confirmar la fecha de las elecciones para el 18 de octubre. 

Durante la campaña electoral del MAS, jugó un papel clave en la organización del apoyo del sindicato minero y de otras organizaciones de trabajadores a Lucho Arce y al restablecimiento de la democracia. Al día siguiente de las elecciones, se informó que Gutiérrez fue atacado por un grupo de matones armados y sufrió graves heridas en la cabeza. Pasó los siguientes días en cuidados intensivos en una clínica privada, antes de fallecer el 28 de octubre, a los 36 años. Su abogada personal, Nadesha Guevara, ha informado que el dirigente sindical había estado recibiendo amenazas de muerte desde agosto de este año (por su participación en las protestas y huelgas) e incluso solicitó medidas de protección a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que nunca fueron otorgadas. Algunas de estas amenazas se originaron en el grupo paramilitar con sede en Cochabamba, Resistencia Juvenil Cochala (RJC).

Orlando-Gutierrez
Gutiérrez jugó un papel clave en la organización del apoyo del sindicato minero. Foto: Web.

El asesinato de un importante dirigente sindical, particularmente después de las elecciones, es algo sin precedentes en la historia moderna de Bolivia y marca un punto de inflexión en el nivel de violencia que la extrema derecha del país está dispuesta a emprender. El asesinato de una figura tan importante en el movimiento sindical como Gutiérrez demuestra la desesperación de la extrema derecha por evitar el regreso del poder popular al Gobierno y su objetivo de aterrorizar y marginar, tanto al MAS, como a las organizaciones sociales y sindicales que lo apoyan. Sin embargo, no es la primera vez que la extrema derecha asesina a un miembro de la resistencia antigolpista en el país.

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El Gobierno de Áñez desató una ola de violencia. Foto: web.

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Otro grupo que ha aparecido de manera destacada en las nuevas protestas es una ONG financiada por Estados Unidos, Rios de Pie (Standing Rivers). De julio a septiembre de 2019, llevó a cabo una intensa campaña en las redes sociales #SOSBolivia con el fin de «aplacar» la presidencia de Evo Morales por los fuegos que asolaron la región de Chiquitania en Santa Cruz. La organización también jugó un papel destacado en la legitimación del golpe y el Gobierno de Jeanine Añez, así como de la violencia perpetrada por ella. Curiosamente, a pesar de su perspectiva «ambientalista», el grupo ha estado casi completamente ausente en cualquier esfuerzo por contener los incendios forestales masivos que asolaron Santa Cruz durante 2020 (incluso más grandes que los de 2019), y en cambio ha centrado sus esfuerzos en intentar deslegitimar los resultados de las elecciones de 2020 y protestar contra las medidas legislativas del MAS.

El grupo está dirigido por Jhannise Vaca Daza, una graduada de la Harvard Kennedy School que cuenta entre sus exalumnos a personas como el líder golpista de extrema derecha venezolano Leopoldo López y el economista neoliberal Ricardo Hausmann. Sin embargo, el currículum de Daza es más impresionante que su historial académico. Entre las organizaciones para las que ha trabajado se encuentran la Human Rights Foundation (fundada por el primo libertario de Leopoldo López, Thor Halvorssen), el Centro para Estrategias y Acciones No Violentas Aplicadas o CANVAS, financiado por NED, y la más destacada de todas, Red Atlas. Esta última organización está compuesta por movimientos políticos de derecha, libertarios y de extrema derecha de todo el mundo, y se ha vinculado a la creación de cientos de miles de cuentas falsas en las redes sociales con el propósito de apoyar a regímenes de derecha (como en el caso de Bolivia) desestabilizar Gobiernos de izquierda, como los de Venezuela y Nicaragua, o intentar intervenir en los procesos electorales del lado de la extrema derecha, como fue el caso del plebiscito nacional chileno del 25 de octubre de 2020. Uno de los patrocinadores y financiadores más destacados de la organización es el ex primer ministro de derecha de España, José Maria Aznar. Además, se convirtió en una de las voceras clave del proceso golpista en Bolivia, presentándose durante la reunión de la OEA el 14 de diciembre y descartando la existencia de un “golpe” en Bolivia o las masacres ocurridas durante noviembre.

Por último, pero no menos importante, al igual que sus contrapartes en la UJC, ha mantenido puntos de vista de la supremacía blanca, llegando incluso a decir «nunca pensé que diría esto, pero estoy de acuerdo con Hitler», en un tuit publicado en 2012. Estas opiniones parecen haber pasado desapercibidas tanto para sus partidarios como para sus detractores. Es probable que desempeñe un papel importante en cualquier movimiento de protesta anti-MAS y antiindígena en el futuro, así como en cualquier intento, en curso, de cambio de régimen en el país.

Conclusión

La victoria electoral del MAS ha revitalizado la lucha anticapitalista y antiimperialista en la región, además de ayudar a romper el ciclo de golpes de Estado, victorias electorales de la derecha y el regreso del neoliberalismo. Sin embargo, esta victoria podría ser agria y de corta duración si los peligros de la violenta oposición de derecha en el país no se reconocen y se tratan adecuadamente. Los próximos cinco años verán una batalla larga y prolongada entre el Gobierno socialista elegido democráticamente de Lucho Arce y David Choquehuanca, y la oposición de extrema derecha opuesta a la mera idea de ser gobernada por una mayoría plurinacional. La izquierda internacional debe estar inequívocamente del lado del Movimiento al Socialismo.


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