CLARA
Clara se despertó temprano, sintió que la lluvia golpeaba el techo de zinc de su casa y el perro aullaba, echó un vistazo a la hora eran las 7:00 y los niños debían ir a clases miró hacia el otro costado de la cama y se percató de que su marido Ernesto ya se había levantado y se encontraba en el baño, se apresuró en despertar a los niños porque sabía que si estos se demoraban podían comenzar los problemas, se incorporó rápidamente, tomo un pinche de la mesita de noche recogió su largo pelo castaño y se miró en el espejo notó las ojeras bajo sus ojos rojos e hinchados, pensó que a sus 35 años ya parecía una mujer de 40, caminó hacia la habitación de los pequeños los despertó con un beso y comenzó a vestirlos el mayor de ellos Sebastián la abrazo como un osito panda y comenzó a colocarse su buzo rápidamente, ella había precavido el poder bañarlos la noche anterior antes de que llegara Ernesto para no atrasarse durante la mañana, la hija menor Daniela estiraba lentamente sus brazos y con sus ojos soñolientos besaba a Clara en la mejilla “hola mami” le dijo mientras se sentaba en la cama y trataba de calzar sus zapatillas rápido porque “el papito nos puede retar mama” ella nerviosa los llevó al baño mientras Ernesto se vestía en su habitación los peinó y lavó sus caritas aun con sueño se sentaron a desayunar a los pocos minutos un poco de cereal y leche, Ernesto aparece con el ceño fruncido y sin deseos de conversar, justo esa mañana prefiere salir de la casa a trabajar sin despedirse de nadie, Clara trata de pedirle que salude a sus hijos pero él se niega porque «andan pasados a leche estos pendejos de mierda» ella tristemente trata de defenderlos pero él toma su mochila negra que había dejado la noche anterior encima de un sillón y guardó sus herramientas de trabajo mientras ella lo miraba suplicándole que no ignore a los niños y les regale siquiera un “hola” , pero no, nada de eso iba a ocurrir, lo siguió hasta la puerta pero él le jaló con fuerza un mechón de pelo, Clara con la cabeza ladeada le pide que no haga un escándalo, pero Ernesto la manda a la mierda «eso te gusta concha de tu madre, no quedaste contenta anoche» y se aleja arreglando el cuello de su chaqueta de jeans mientras las lluvia lo golpea en la cabeza y se ajusta la mochila en su hombro derecho, desde la reja la mira con rabia y se aleja entre tanto ella huele el perfume corriente que quedó en el aire, mezclado con el olor de un cigarro a medio encender, se toca la cabeza por que el tirón le dolió y su cuello amaneció un poco adolorido, pero no importa, corre a atender a sus hijos a darles un abrazo a tranquilizarlos para esperar que llegue el furgón escolar, agradece cada día que la escuela en donde asisten los niños tenga este servicio gratuito ya que de otra manera sería imposible para ella poder costearlo, trata de despedirse de ellos con una sonrisa pero ve en sus rostros la pena y la desilusión, no deja de mirar el furgón hasta que gira a la derecha en la esquina del pasaje “Las Palmas” rumbo al colegio Bicentenario, mientras regresa a la puerta, piensa en cómo llegó a esta situación, entra a su casa y se siente libre un minuto, está sola los niños están bien y ella al menos hasta las nueve de la noche es dueña de sus pensamientos lo demás es de Ernesto, comienza a ordenar la mesa, lava las tasas y platos sucios del desayuno y unas ollas que quedaron de la cena, siente que hace frio, la casa esta húmeda y hay ropa que secar enciende la estufa a leña con unos pocos palitos de aromo que van quedando, el invierno es crudo y no da tregua finalmente logra encender el fuego ya son las nueve de la mañana hay que comenzar a hacer el aseo de la casa, entra en la habitación de sus hijos que quedó con las camas desordenadas y juguetes en el suelo, mientras ordena su cosas huele el olor a sus colonias “osito” en sus pijamas de franela, trata de que su nariz respire y se impregne hasta la última esencia de ellos, más que mal por eso soporta todo… se sentó en la cama miró sus pies y se sintió cansada la noche anterior fue difícil, Ernesto llegó a eso de las 11:00 pm abrió la puerta de la pieza de los niños y los miró dormir plácidamente en sus camas, volvió a la cocina y le pidió a Clara que le sirviera comida mientras prendía la televisión para ver lo que quedaba de algún programa farandulero se sentó en el sillón esperando su cena, ella diligentemente colocó en la mesa un plato caliente de carbonada un poco de pan y ají Clara sabe muy bien que la comida no puede recalentarse ni menos estar fría, no puede faltar una copa de vino tinto de la caja amarilla de un litro que se deja en el mueble blanco al lado del refrigerador debe alcanzar para tres días porque así lo dispuso Ernesto y porque así lo hacía también su padre, Ernesto se sentó cogió un trozo de pan y encontró que la carbonada tenía poco aliño le reprocho “Acaso no te dejo plata para que compres condimentos, huevona” empujó el plato y se paró a buscar la caja de vino que duro un suspiro, Clara silenciosa lavó los trastos sucios en la cocina rogaba al cielo para que Ernesto no se acercara esa noche a ella porque le dolía el estómago y se sentía un poco mareada, hace poco había ido a la matrona y algo no andaba bien el jueves le entregarían unos exámenes , sabía que si rechazaba esa noche a Ernesto la forzaría, pero al parecer esa noche las líneas estaban cortadas con sus santos y Ernesto llegó a la cocina la tomó por la espalda y ella sintió su cuerpo rígido él le dijo “ esta noche me la prestas verdad?” ella trató de decirle que no, pero no fue escuchada, le dijo eres una puta una maraca no sirves para nada y la empujó hacia su habitación la tiró sobre la cama como si fuera un saco de papas exigiendo lo que es suyo, mientras Clara cerraba sus ojos para no guardar en su memoria el rostro del aquel que un día fue el amor de su vida, su amigo de la niñez, del que se enamoró y hoy la sujeta con fuerza queriendo solo terminar su deseo mal entendido sin amor, sin cariño, sin palabras bonitas mientras ella ahoga su llanto en la garganta y su dolor lo esconde en lo profundo de su alma por que sus hijos están en la habitación del lado y no quiere que escuchen no quiere que piensen que el papá no los quiere, la toma, la empuja sin control ella le suplica que no, que no tan fuerte que le duele pero no recibe respuesta excepto un apretón desmedido en sus nalgas, el olor a alcohol en su cara y la búsqueda de un beso no pedido siente los dedos de la mano derecha de Ernesto en su nuca apretando con furia para terminar explotando su ego encima de ella ….solo escuchó “eso te cuesta tanto maraca…” luego siguió el silencio…
Solo se siente el viento del invierno que mueve las ramas del abedul que está en el patio, Clara está adolorida tumbada sobre la cama llorando silenciosamente se siente enredada y avergonzada trata de recomponerse y cuando se para de la cama él su amor con un cigarro en la mano le dice que esta gorda que esta fea que parece una cerda y que sirve solo para recibir, si recibir, el fruto de su descarga de macho primitivo, ni siquiera recibió una mirada de deseo o de cariño, ni un te amo, ni un que linda estas, tampoco alguna palabra pícara que la hiciera sonrojar no, nada de eso… Clara caminó hacia el baño se ducho rápidamente, se cepilló un poco el pelo, y trato de secarse las lágrimas arregló su camisa de dormir que quedo enrollada y maltrecha y con cierta vergüenza se miró en el espejo del baño y si estaba gorda y si parecía una cerda y si no merecía ser deseada por nadie, al final así son las cosas, que podía hacer por último no hizo un escándalo, esta noche no llegaron los carabineros los niños no despertaron y los vecinos de la villa no se enteraron, en ese momento recordó que al otro día había que comprar las cosas del supermercado y ella aunque lo había intentado muchas veces no lograba salir de su hogar a trabajar porque cuando se casaron hace ya nueve años Ernesto le dijo que las mujeres no trabajaban que se quedaban en la casa cuidando a los hijos limpiando y cocinando, le dijo que no se preocupara que el llevaría el dinero a casa y que lo administraría , por que las mujeres «son malas para las matemáticas» se gastan la plata en ropa y zapatos, incluso Ernesto le compra su ropa interior y sus toallas higiénicas, y bueno no había nada más que hacer su madre había pasado por lo mismo y la vecina de la cuadra de atrás también le había comentado que su marido no la trataba muy bien, intentó convencerse de que no era la única y que esa era la vida que conocía, salió del baño y pasó a la habitación continua a mirar a sus hijos arropó a la pequeña Daniela deseando que su vida no fuera como la de ella pidiendo al cielo con todas sus fuerzas que su vida fuera diferente salió de la habitación y apagó la luz volvió con un poco de nerviosismo a su cama soñó con que esa noche Ernesto la abrazara con fuerza y que todo quedara en el olvido pero despertó con el ruido de la lluvia golpeando en el Zinc de su casa, el perro ladraba echó un vistazo a la hora eran las 7:00….bienvenida un día mas al infierno….
Fotografía: extraída de Europa Press