Un horrible episodio ocurrió en la provincia rural de Phetchabun, Tailandia. Un hombre de 36 años, llamado Naiphum Promratee, se acercó al recinto donde estaba un oso en cautiverio, en un refugio de animales al cuidado de unos monjes. El hombre se habría aproximado con un grupo de amigos, y unos cuencos de arroz que amarraron con cuerdas, para alimentar al animal. Hace unos días, los cuidadores del recinto habían llamado a la gente a llevar comida a los animales, que estaban pasando hambre desde hace varios días, por la escasa cantidad de alimento que les podían proveer los monjes.
El hombre comenzó a jugar con la comida para molestar al oso, ofreciéndole y luego retirándole el cuenco, con la mitad del cuerpo proyectado hacia dentro del recinto, donde apenas una pared separaba al grupo de impertinentes del hambriento animal.
En medio de ese juego cruel y arriesgado, el oso se irguió sobre sus patas traseras y alzó su forma imponente para lanzarse con sus fieras garras sobre el hombre y arrastrarlo al interior del recinto, donde tras luchar en vano, perdió el conocimiento.
En el impactante registro se puede ver cómo el animal clava sus garras y dientes en el hombre, que magullado grita y e intenta protegerse, mientras los expectadores intentan herir al oso con un palo, para disuadirlo de soltar al hombre antes de devorarlo y quitarle, final e irreparablemente, la vida.
El hombre finalmente pierde el conocimiento y es arrastrado por el oso hacia su jaula, al fondo del recinto. Ahí se puede ver cómo sus dientes desgarran la carne del hombre con toda la crudeza de una naturaleza salvaje perturbada y suspendida.
Naiphum logró salvarse gracias a que sus amigos entraron con palos al refugio del oso y lograron quitarlo, literalmente, de las garras del animal, y arrastrarlo, de nuevo, pero esta vez fuera del recinto. Al poco tiempo llegaron los servicios de emergencia y lo llevaron al hospital donde se está recuperando, y ya es capaz de hablar.
Los servicios de emergencia llegaron justo después de las 11 am hora local y se precipitó al hombre ensangrentado al hospital, donde ahora se está recuperando y es capaz de hablar.
Como ocurrió con el Franco Ferrada, el chileno que saltó a la jaula de los leones en el Zoológico Metropolitano de Santiago, mientras los animales sigan siendo encerrados en jaulas para la entretención de los humanos, casos como estos seguirán ocurriendo. Los zoológicos deberían ser lugares de conservación de especies amenazadas o de ejemplares rescatados, pero no esta vitrina cruel para el placer de algunos.
Mira el impactante video aquí (Advertencia, el registro puede resultar demasiado fuerte):
https://www.youtube.com/watch?v=sU85MgAUe24