Sólo 15 días restan para recolectar el monto necesario para financiar la etapa de post producción y realizar el lanzamiento.
Fuertes dolores producto de un colon irritable llevaron a Susan donde un médico, quien le comenzó a recetar diversos opiáceos: tramadol, metadona, codeína, morfina, fentanilo, etc. Al cabo de unos meses, esta mujer –adulta mayor- se había convertido en una adicta a los derivados del opio. Cuando intentó dejarlos, sufrió un síndrome de abstinencia que la llevó a intentar suicidarse en varias oportunidades. Más de un año demoró en desintoxicarse, pero su cerebro quedó dañado; tiempo después le sobrevino una demencia senil y finalmente falleció.
Francisca estudió en una prestigiosa universidad, se tituló de una carrera de pregrado y luego cursó un magister. Después de egresar, se casó y tuvo tres hijos. Un trastorno bipolar la llevó a consultar a psiquiatras y a la medicación. Pasó un tiempo, tuvo su primera crisis nerviosa y la internaron en una clínica psiquiátrica; estas estadías se hicieron periódicas al igual que los electroshock que le aplicaban. Años después, es una persona que tiene sus facultades neurológicas perjudicadas, su familia desembolsa enormes cantidades de dinero en su manutención y “tratamientos”.
Estos son sólo un par de casos (reales; sólo se modificaron los nombres) de los muchos que cotidianamente afectan a gran cantidad de familias chilenas, en un país con altos niveles de consumo de fármacos, malos índices de salud mental y en que el suicidio es la segunda causa de muerte en adolescentes. Al igual que con los niños atendidos en los hogares del Sename (Servicio Nacional de Menores) o que la situación de hacinamiento de los presos en las cárceles, se trata de un sufrimiento invisibilizado, oculto.
UNA CRISIS SOLAPADA
Según el segundo informe de Evaluación del Sistema de Salud Mental en Chile, publicado en 2014, el 22% de la población experimentó trastornos mentales entre 2013 y ese año, mientras que un 23% de las enfermedades en el país corresponden a trastornos neuropsiquiátricos.
Según el Minsal un 30,3% de los años perdidos por discapacidad o muerte en niños y niñas entre uno y nueve años se debe a enfermedades ligadas a salud mental, lo que aumenta entre los diez y diecinueve años a un 38,3%.
“Lo más llamativo de los resultados es que siete de cada diez chilenos está teniendo o ha tenido algún tipo de enfermedad o problema psicológico como angustia, depresión, trastorno de sueño, estrés laboral o académico, crisis de angustia, trastorno alimentario o estrés postraumático. En un país en que tratar la salud mental es además caro, este es un dato que tiene que preocuparnos”, dijo respecto de los resultados de la encuesta El Chile que Viene Salud 2019, la gerenta general de Cadem, Karen Thal.
Alberto Larraín, psiquiatra de la Universidad Autónoma de Chile, y director de la Fundación ProCultura, en un matinal de televisión afirmó que hoy día uno de cada cuatro chilenos (3.800.000) tiene una enfermedad de salud mental: Trastornos de ansiedad, depresión, drogadicción y alcoholismo, entre otros. Pero sólo el 20 % recibe tratamiento. Además, indicó que 945 mil licencias médicas en 2018 fueron emitidas por problemas de salud mental, siendo la primera causa de ausencia laboral, con el 57% del total.
Un estudio, aplicado en 24 países, señaló que la prevalencia de problemas externalizantes, como déficit atencional, hiperactividad o agresividad, a nivel global llegaba a cerca del 15% de los niños, versus el 25% que afectaba en Chile. Esto, en niños menores de 6 años. Y, por otro lado, los llamados problemas internalizantes, como ansiedad y depresión, afectan a entre el 12% y el 16% de los menores chilenos. A nivel global el porcentaje no supera el 5%.
«Tenemos una crisis de salud mental que no se hace explícita o tan evidente porque los padecimientos relacionados a la salud mental no siempre se ven hacia fuera. Yo siempre digo que tú no ves una mano sangrando o un hueso quebrado porque muchas veces el dolor se lleva por dentro, pero sin embargo existe, es real, la gente lo padece y está generando consecuencias graves en nuestra población», expresó el diputado Gabriel Boric.
MIRADA CRÍTICA
Más allá de constatar una crisis de salud mental en Chile, cada vez más voces vinculan este tema con el contexto socioeconómico-político y cultural que vive nuestro país.
“En un escenario neoliberal, los valores del individualismo, el consumismo, la competitividad y la productividad, refuerzan la idea de responsabilidad de los sujetos sobre su propio bienestar y su involucramiento activo para afrontar dificultades de acuerdo a los parámetros de lo normal y lo deseable. En ese marco, adquiere sentido que un individuo aislado y autosuficiente acuda a la consulta del psiquiatra y acepte tomar psicofármacos, en la medida que se ha construido socialmente una determinada forma de concebir el proceso de buscar ayuda, solicitar atención, expresar su problema y pensarse a sí mismo, de acuerdo a las presiones e imposiciones de la narrativa neoliberal. De esta manera, en el campo sociocultural, la producción de significados en torno al consumo de psicofármacos, se imbrican con las fuerzas políticas y económicas arraigadas en los procesos de comercialización de estos medicamentos, como son los intereses comerciales de los laboratorios, cuya finalidad es obtener beneficios económicos y vender sus mercancías en el mercado”, reflexiona Juan Carlos Cea Madrid quien es psicólogo clínico y militante del colectivo Locos por nuestros derechos.
Compartiendo este cuestionamiento al hegemónico enfoque biomédico en salud mental -funcional al capitalismo y el patriarcado-, se desarrolla el documental realizado por Nathalie y Pablo Bravo, cientista social y cineasta respectivamente, quienes han lanzado una campaña que busca conseguir fondos para efectuar la post producción del largometraje.
«Construyendo este proyecto de manera autogestionada, honesta y solidaria, es que nos planteamos llevar a estreno este documental, el cual se encuentra en una de sus últimas etapas, y que ha sido financiado mediante la colaboración colectiva de sus propios realizadores de forma autogestiva», señalan.
Los aportes monetarios (solo quedan 15 días) pueden hacerse desde: El dolor invisible, largometraje documental
Adelanto del documental «El dolor invisible»
Más información sobre el proyecto:
El dolor invisible: adelanto y entrevista
«El dolor invisible» el inminente documental sobre salud mental
«El Dolor Invisible»: Un documental desde el activismo audiovisual en Salud Mental
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