Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), durante el periodo 2017-2023, el embarazo adolescente en Chile alcanzó la cifra más baja de su historia.
La organización Mundial de la Salud, considera como adolescencia «la época de la vida formada por todos los individuos entre 10 y 19 años». Bajo ese contexto, Chile registro en 2015 472 embarazos en menores de 15 años, y 16.823 en el grupo de 15 a 19 años.
Para 2021, el número llegó sólo a 158 embarazos en menores de 15 años y 7.040 en el grupo de 15 a 19 años. Pese a que hubo un leve aumento en 2022, la tendencia siguió a la baja y en 2023 llegó a 164 y 6.428 en los respectivos grupos etarios.
De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Juventudes 2022, del Instituto Nacional de la Juventud (Injuv), dentro de los argumentos que explican esta baja es el uso de métodos anticonceptivos, como el uso de condón en la primera relación sexual que experimentó un aumento exponencial en el periodo de 2015 a 2022, pasando del 59,9% al 73,8%.
Además, el porcentaje de jóvenes que utilizó algún método anticonceptivo en su primera experiencia sexual pasó del 77,5% en 2018 al 86,6% en 2022.
Según el director del Magíster en Investogación Social y Desarrollo de la Udec, Rodrigo Ganter, «el acceso a los anticonceptivos ha sido influyente en este fenómeno», señaló a La Tercera.
Por otro lado, para la psicóloga y académica de la Usach, Claudia Calquín, «hablar de evitar el embarazo adolescente más que disminuir una conducta de riesgo que tiene que ver con la falta de anticonceptivos la pregunta es, de qué manera los jóvenes son considerados sujetos de derechos en esta materia reproductiva».
Además apunta a que la política pública no ha sido lo suficientemente abordada en esta materia y recalca que, aunque menos explícita, la influencia de la Iglesia Católica sigue siendo relevante.
De acuerdo al medio mencionado, señala que para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el embarazo adolescente sigue siendo un desafío global. Pese a que las cifras han bajado a nivel mundial de 64,5 nacidos por cada mil mujeres en el año 2000 a 41,3 en 2023.
Abordar las desigualdades sociales y mejorar el acceso a la educación sexual y reproductiva, se vuelven demandas primordiales, ya que este fenómeno afecta principalmente a personas con menor educación o estatus económico.
Para Mara Ruiz, matrona de la Dirección de Desarrollo Estudiantil de la Universidad de la Frontera, la falta de información respecto a los métodos anticonceptivos disponibles, contribuye, precisamente, a la falta de acceso a estos. Además, recalca que la sexualidad sigue siendo un tema tabú y que la educación sexual integral no está estandarizada.
«Los adolescentes o no reciben esta información o la reciben de manera errónea a través de la pornografía», dice.
Además, advierte que las infecciones de transmisión sexual están en aumento , lo que destaca la necesidad de una mayor educación en prevención y una autogestión del riesgo.