Christine Jorgensen: conferencista, vedette y primera transexual estadounidense

Cantante de música calypso, modelo, actriz, fotógrafa y conferencista, preparó el camino hacia la visibilidad de otras identidades de género

Christine Jorgensen: conferencista, vedette y primera transexual estadounidense

Autor: Daniel Carpinteyro

Un día como hoy, pero de 1989, perdía la batalla ante el cáncer de pulmón y vejiga la artista escénica estadounidense Christine Jorgensen. Los medios «de farándula» la habían popularizado, más que por su trabajo escénico, por ser la primer estadounidense en transicionar quirúrgica y hormonalmente hacia el sexo femenino.

Según estimaciones del Instituto Williams, de la University of California, Los Angeles (UCLA), 1.6 millones de estadounidenses se identifican como transgénero en la actualidad, mientras que el World Population Review estima la cantidad en 1.4 millones, lo que equivale al 0.5% de los adultos entre 18 y 24 años  y 0.3% de adultos mayores de 65 años. El estudio puede consultarse aquí.

Actualmente existen algunas leyes estadounidenses en pie para proteger a las personas transexuales y transgénero de la discriminación y la violencia. Sin embargo, dichas leyes se encuentran bajo el constante asedio del Partido Republicano, actualmente orientado hacia un espectro ideológico etno-nacionalista, y a la supremacía de las etnias blancas de adscripción evangélica. Dicha batalla por los derechos de las personas transgénero encuentra su correlato en diversas legislaturas latinoamericanas y de otras regiones del orbe.

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A pesar de que en los campus universitarios y comunidades ilustradas, Christine Jorgensen se había sentido aceptada, para las audiencias típicas de los medios faranduleros ella había sido, sobre todo, motivo de morbo y cotilleos. Esto puede notarse en el tipo de preguntas que le hacían en la televisión. El presentador Gary Collins, por ejemplo, a cargo del show Hour Magazine, tras comenzar su presentación de ella mencionando el nombre que de nacimiento se había asignado a Jorgensen (algo considerado de lesa etiqueta en nuestros días), le hacía la siguiente pregunta sobre la acogida recibida por parte de comunidades universitarias:

«¿Cómo te ven? ¿Como un enigma, como una rareza, como un objeto de estudio?».

Conferencia de Christine Jorgensen en UCLA, 1972. Cortesía del UCLA Communication Studies Department

Sus orígenes

Christine nació como varón (con otro nombre) el 30 de mayo de 1926. Creció en el Bronx, en el cuadrante norte de la ciudad de Nueva York, y recibió un bautismo luterano. Tras graduarse de la preparatoria Christopher Colombus, en 1945, fue reclutada por la milicia estadounidense.

Tras concluir con esta fase de su vida, Jorgensen realizó estudios en fotografía artística y como asistente de dentista. Poco después comenzó a ingerir estrógenos.

Jorgensen tenía familiares en el norte de Europa y durante una de sus visitas a Copenhagen, conoció al endocrinólogo danés Christian Hamburger, un investigador especializado en el uso de gonadotropinas humanas.

Christine da el gran paso

En 1951, en el Hospital de Gentofte, Hamburger se sometió a una cirugía de extirpación de testículos y un año después se le realizó una penectomía. Más adelante, en Estados Unidos, recibió una vaginoplastia .

El siguiente paso consistió en explicar, mediante una misiva, las noticias sobre su identidad a sus padres.  Un fragmento de este documento declara: «He corregido un error de la naturaleza y ahora soy su hija».

La carta, sin embargo, fue filtrada al New York Daily News (un tabloide sensacionalista), misma que se publicó el 1 de diciembre de 1952. El furor subsecuente la convirtió en una celebridad, misma que Christine aprovechó para vender casi medio millón de ejemplares de su autobiografía.

Portada del Daily News, 1 de diciembre de 1952

El resto de su vida transcurrió entre los cabarets, el vodevil, el rodaje de películas y las universidades, donde constantemente daba conferencias para sembrar conciencia sobre su condición identitaria, compartida por muchas personas pero muchas veces mantenida en secreto para evitar el ostracismo y la repulsa social.

«Este cromosoma YY crea, de hecho, una hostilidad. Es un patrón de conducta humano causado por una condición genética. (…). Existen, respecto al conteo de cromosomas, no solo implicaciones fisiológicas, sino que se ha atribuido a la hostilidad, que es en gran medida una condición psicológica y emocional».

Christine Jorgensen, conferencia de 1972.

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