Esta mañana, el medio francés Libèration confirmó el deceso del cinematógrafo Jean-Luc Godard a sus 91 años, a través de muerte asistida voluntaria y sin ninguna enfermedad de base.
El artista nacido en París en diciembre de 1930, dedicó toda su vida al cine, iniciando su carrera como crítico escribiendo en la revista Cahiers du Cinema.
Tras varios intentos en el cine, Goddard se ubicó en el escenario del espectáculo siendo parte del movimiento artístico de la Nouvelle Vague. Estilo cinematográfico experimental caracterizado por el uso de cámara en mano, luz natural, diálogos improvisados y uso de planos secuencia, revolucionando así la cinematografía francesa.
Su filme estelar de este movimiento fue Al final de la escapada de 1959, protagonizada por Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg. Quien le otorgó su primero oso de plata en el festival de Berlin.
Otra de sus obras que lo hizo mundialmente famoso, pero lo excluyó del cine nacional, fue El Soldadito (1960), que fue prohibida en Francia por su crítica a la guerra de Argelia.
Casi una década después, el realizador consagrado hizo eco en la sociedad de la época al llamar junto a Francois Truffaut, otro cineasta de renombre, a cancelar el festival de Cannes del año 1968 en apoyo a los estudiantes y trabajadores afectados por la revolución de mayo, poniendo su obra e influencia al servicio de las causas sociales que rechazaban el capitalismo, la sociedad de consumo, el autoritarismo y el imperialismo.
Una muerte que rompe esquemas
Además de su basta filmografía y huella que deja Godard en la cultura cinematográfica y popular, el artista que nos deja a sus 91 años, eligió con la libertad y rebeldía que lo caracterizaba su forma de morir.
Y es que, durante las primeras horas de anunciado el fallecimiento del artista, sus mas cercanos no comentaron las causas de muerte de Godard. Sin embargo, a las pocas horas el medio La voz de Galicia hizo eco de su osadía, comentando que “Sabemos ya que Godard, irreductible, no quiso negociar ni con las leyes de la biología. Se decantó por la muerte asistida sin otra razón que su libre elección por sentirse cansado de vivir en un mundo feo. Un mundo donde ya no cabía espacio no ya para las grandes transformaciones sino apenas para la reflexión.”