Claudia Apablaza:  ”Todas deberían escribir la historia de sus lenguas”

La escritora acaba de publicar el libro “La historia de mi lengua”, junto a la editorial Overol

Claudia Apablaza:  ”Todas deberían escribir la historia de sus lenguas”

Autor: Ciudadano

La escritora acaba de publicar el libro “La historia de mi lengua”, junto a la editorial Overol. 

Foto: Isabel Wagemann 

Claudia Apablaza es autora de los libros autoformato, Diario de las especies, La tristeza de la no historia, Siempre te creíste la Virginia Woolf, Goø y el amor, Todos piensan que soy un faquir y Diario de quedar embarazada.  Es cofundadora y editora del sello Los Libros de la Mujer Rota y este verano, acaba de lanzar junto a la editorial Overol, “La historia de mi lengua”, un relato donde se cruzan lecturas, historias y  situaciones relacionadas con el habla y la lengua.

Extracto: «Todas deberían escribir la historia de sus lenguas». 

Este texto, pienso luego de leerlo, aborda el habla y la lengua, casi como punto de inflexión para una escritora migrante y su historia, tanto por la resistencia a adoptar ciertos tipos de habla, como por la ligereza y el paso desapercibido del cambio en la propia lengua cuando se está fuera. Le digo a Claudia en broma: Encontré que jugaste con esta escritura, tipo “escribo esto extraño y sale bien”, siiiii, me responde riéndose, y nos largamos a conversar. 

¿Qué se siente escribir y publicar ahora que tienes más reconocimiento (editorial de gran prestigio, traducción de tus libros a distintos idiomas, entre otros) en comparación con tu trabajo de escritora cuando comenzaste? ¿Qué ha cambiado en ti a lo largo de este tiempo escribiendo?

Han pasado ya casi veinte años desde que comencé a publicar. Al principio publiqué textos más bien diseminados en antologías, revistas y periódicos; y libros recién desde 2005. Creo que la primera vez que publiqué un cuento fue el año 2001 en un periódico, un cuento acerca del velorio de un “angelito”, esos niños que mueren demasiado pronto. 

Ahora bien, cada vez que publico me pasa que estoy, por un lado, un poco aterrada, tanto el año 2005 cuando publiqué autoformato, mi primer libro de cuentos, como ahora que publiqué este pequeño ejercicio íntimo acerca de las formas que ha ido adoptando mi lengua. Aterrada de exponer esos fantasmas personales que circulan en los libros, sobre todo el no haber logrado mencionarlos del todo, el haber fallado en la escritura, no haberlo logrado. Pero por otro lado, está también la sensación opuesta, la felicidad de haberme acercado un poco más a ellos en esos momentos en que se dio la escritura y emanó el texto.

En otras ocasiones te has referido a escritores/as y obras de cabecera. Desde otro ángulo, ¿dónde ubicarías tu obra con respecto a la literatura chilena actual?
La ubico en varios lugares, dependiendo de dónde se mire. Me siento por ejemplo parte de la heterogeneidad de las propuestas literarias actuales, en esa hermosa fuga que se ha dado en los últimos diez años, en ese lugar de la escritura impredecible. También me siento parte de un grupo de escritoras cruzadas por el movimiento feminista, ahí converjo con muchas otras autoras chilenas, latinoamericanas y de muchos puntos del mapa donde nuestra literatura se ha visto impulsada por cierta ética del trabajo que lucha por reinvindicar nuestros derechos como mujeres y como autoras. Por otro lado me siento en conexión con autoras de generaciones anteriores en las cuales ubico el germen de mi escritura. Si no las hubiese leído, jamás podría haber escrito. 

Uno de los grandes ejes de tu escritura son los miedos y las obsesiones, de enamorarse, de ser madre, de escribir una novela y que nadie la entienda, entre otros. ¿Qué es lo que más te llama la atención de abordar ese estado mental en tus personajes?

Hay un libro de Katherine Mansfield llamado La felicidad, donde la protagonista se siente completamente feliz y la autora puede abordar ese estado emocional en su totalidad. Además, creo que en el libro La plenitud de la vida, Simone de Beauvoir al haber conquistado su independencia como mujer también aborda en parte ese estado idílico. 

En mi caso, creo que aún estoy en una tensión constante que no me permite abordar esos estados de forma plena. Lo intenté en mi libro inédito de cuentos La felicidad de los ventiladores, pero una vez más me vi inmersa en la escritura acerca de los miedos, ansiedades y fracasos.

Además del contexto, ¿Hay otras similitudes entre tú y la protagonista de “La historia de mi lengua”?

Ayer releía el ensayo de Fernanda Trías que publicó al final de la edición de La ciudad invencible de editorial Banda Propia: “El nombre propio”. En él reflexiona todo lo que le costó decir que ese libro es un libro autobiográfico y cómo se encerraba en la palabra “novela” para nombrarlo en entrevistas y conversatorios. Evidentemente me cuesta decir que un libro parte de una experiencia personal porque será tachado de no literario o falta a ese código normativo. Ahora bien, no puedo no reconocerlo, la mayoría de los fragmentos de mi libro parten de una experiencia real, y se fugan hacia un imaginario que los retuerce hasta quedar en esa frontera en que ya no sabes qué es real y qué es parte del imaginario.

¿Cómo afecta tu propia migración en el desarrollo de este libro? 

La migración afectó por sobre todo, en tanto revisité al volver a vivir a España (ya había vivido acá entre 2006 y 2012) todas esas tensiones del habla que se instalan entre españoles y latinoamericanos. Un tema histórico, efervescente que desde siempre ha estado ahí en tensión, en pugna y que una vez más lo abordé en un texto.

¿Cuáles fueron tus propias tensiones del habla allá?

Fueron bastante similares a las anteriores, eso de tensar el habla latinoamericana versus el habla española y estar en ese eterno lugar de que no te entienden, lo que evidentemente te hace cuestionarte tu habla en general, también la escritura, y no solo a nivel de diferencias culturales. Por ejemplo, como no ceceo, a veces las palabras se prestan a confusión y a eso súmale el uso de brackets, lo que dificulta más aún la comprensión. 

Antes de las recomendaciones que te quiero pedir, cuéntame qué se viene próximamente 

Primero, espero dar mi examen de doctorado en marzo y terminar ese largo proceso que comenzó en 2019. Además, en julio publicaré mi novela La siembra de nubes en Chile y Argentina por editorial Cuneta y en Cuba por Casa de las Américas.

Ahora sí, recomiéndame obras que te gusten mucho:

Una autora: Sheila Heti y su libro Cómo debería ser una persona

Una película: La peor persona del mundo
Un disco completo: Music to cry to, un compilado de canciones seleccionado por Tracey Emin.


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