«El imperialismo digital”: Cómo las tecnológicas redefinen la democracia y controlan la información global
En un mundo donde la información es poder, las grandes plataformas tecnológicas estadounidenses han redefinido las reglas del juego democrático. Según un análisis publicado en Diario.es por Antonio Maíllo y Francisco Sierra, el control de la narrativa digital por parte de empresas como Meta (antes Facebook), X (antes Twitter) y Google ha dado lugar a un nuevo imperialismo, no basado en conquistas territoriales, sino en la dominación del espacio público digital. «Mediante el control de la narrativa, la capacidad de definir lo verosímil, los marcos de comprensión y debate, y una suerte de privatización del espacio público digital, las plataformas de origen estadounidense redefinen las reglas del juego y deliberación democrática», afirman los autores.
Este fenómeno no es nuevo, pero ha alcanzado niveles alarmantes. Desde las injerencias en el Brexit hasta los golpes de Estado en América Latina, pasando por la guerra de Gaza, estas plataformas han demostrado su capacidad para moldear la realidad política y social. «El poder nada sutil de estas empresas afecta a la política interna y al sistema internacional de Naciones Unidas», señalan Maíllo y Sierra, destacando cómo operadores como Facebook o Twitter actúan como «cómplices activos y necesarios del sionismo en la guerra de exterminio contra el pueblo palestino».
La desregulación de algoritmos y la eliminación de controles internos en plataformas como X y Meta han exacerbado el problema. «Este cambio de escalada y visión de los principales actores de la comunicación-mundo tiene consecuencias no solo en la convivencia de culturas y corrientes de opinión, sino que afecta sobremanera a la sostenibilidad de la información comprometida por la velocidad y la viralidad del contenido digital», advierten los autores.
En este contexto, figuras como Donald Trump y Elon Musk han emergido como actores clave. Según un reportaje de Camilo Vega Martínez en Radio Diario Universidad de Chile, la alianza entre Trump y los magnates tecnológicos plantea serias dudas sobre la neutralidad de las redes sociales. «Ellos representan proyectos políticos que no se caracterizan por ser garantistas. La desinformación y los discursos de odio no son bienes jurídicos que quieran proteger», explica Ignacio Sánchez, académico del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.
Ana María Castillo, académica de la Facultad de Comunicación e Imagen de la misma universidad, profundiza en el peligro de estas alianzas: «Podemos desconfiar de que esas intenciones sean transparentes y sean tan libres como dicen ser. Se habla mucho de libertad de expresión, pero en el fondo no nos han dado ninguna muestra de que no haya un sesgo deliberado a favor de las campañas del presidente Trump», resalta Diario UChile.
La desregulación de las nuevas tecnologías es otro tema crítico. «Estas empresas buscan objetivos propios y ven posibles vías de colaboración con fuerzas políticas que ofrecen normativas laxas en protección de datos, seguridad y responsabilidad», señala Sánchez. José María Lassalle, filósofo y exministro de Cultura de España, va más allá: «Estamos permitiendo que grandes empresarios tecnológicos acumulen cantidades indecentes de dólares y poder, porque apenas los obligamos a pagar impuestos».
En última instancia, la pregunta que queda en el aire es: ¿qué oculta esta alianza entre Trump y los oligarcas tecnológicos? Como concluye Castillo, «¿Cuáles son las otras conversaciones que están ocurriendo y que son probablemente las que impacten mucho más en la vida de la población?«. La respuesta a esta dinámica imperial, según Maíllo y Sierra, pasa por «mayor regulación, la defensa de la privacidad y la soberanía digital, y la promoción de un espacio digital que sea verdaderamente público y democrático».
El negocio detrás de la desinformación:
Patricia Peña, académica de la Universidad de Chile y directora de la Fundación Datos Protegidos, advirtió en El Desconcierto que estas modificaciones tienen un impacto global, especialmente en países como Chile, donde no existe regulación para estas empresas.
«Las plataformas que usamos todos los días, como Meta, X y TikTok, se han convertido en nuestra fuente principal de información. Sin embargo, operan bajo reglas que no son consensuadas ni supervisadas localmente», explicó Peña al medio.
De acuerdo a sus comentarios, entre los cambios más alarmantes destaca la decisión de Mark Zuckerberg de eliminar el fact-checking en Meta, medida que, según Peña, fomenta la desinformación. «Meta prácticamente está diciendo que en el discurso todo vale«, recordó, aludiendo a escándalos como Cambridge Analytica, que influyeron en procesos electorales clave.
Por otro lado, X, bajo el liderazgo de Elon Musk, ha implementado cambios drásticos en su algoritmo, priorizando contenido viral sobre calidad. «Hoy en X puedes encontrar desde pornografía hasta cuentas que promueven publicidad constante«, señaló Peña, subrayando cómo esta transformación afecta el debate público, destaca El Desconcierto.
En contraste, Brasil ha establecido marcos regulatorios efectivos que obligan a estas empresas a responder ante las autoridades locales. «Chile debería liderar junto con Brasil para generar una regulación regional«, argumentó la académica, destacando la experiencia europea como un ejemplo a seguir.
Finalmente, Peña instó a fomentar el pensamiento crítico en los usuarios ante un panorama donde el negocio de estas plataformas prioriza la viralización sobre la veracidad. «Sin regulación, estamos cada vez más encerrados en burbujas de información, fragmentando el debate público y debilitando los cimientos de la democracia digital», concluyó.
Mira la entrevista completa de El Desconcierto a Patricia Peña