En junio pasado, en Colombia, la youtuber Daneidy Barrera se pintó la cara de negro, exageró algunos rasgos de su rostro y grabó un video simulando ser una persona afrodescendiente.
Pocas semanas después, ante una denuncia presentada en su contra, un juez ordenó a Barrera que pidiera disculpas por el contenido racista de su publicación.
En julio, en un programa argentino llamado ‘Polémica en el Bar’, apareció el actor uruguayo Álvaro Navia pintado de negro, personificando al trompetista y cantante estadounidense de jazz Louis Armstrong. Esta actuación fue duramente criticada y tildada de «racista».
En agosto, sucedió algo similar en Perú. La surfista Vania Torres, ganadora de una medalla de plata en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, publicó un video en el que se apreciaba con la cara de marrón y muchas arrugas, aparentando un rostro viejo y demacrado que enfatizaba el estereotipo racial de una mujer andina; acto seguido, en la grabación, se ve cuando toma unas toallitas desmaquillantes y se deshace del maquillaje que tenía, emergiendo su tono de piel más clara.
Ante las críticas, Torres pidió disculpas y dijo que fue «un personaje hecho con mucho cariño para una escena de drama de un taller de actuación» y que no buscaba «hacer comedia ni burla».
Lo que realizaron estos famosos se conoce como ‘blackface’ (cara negra) y ‘brownface’ (cara marrón); aunque también hay otras variantes como el ‘yellowface’ (cara amarilla) y el ‘redface’ (cara roja).
«Todas son representaciones de la diversidad, a partir del criterio y la visión blanca […] se construyen estereotipos sobre el otro y para ello se apropian de su imagen y de características culturales para representarlas a partir de su propia visión, de una manera estereotipada», dice, en entrevista con RT, Newton Mori Julca, del Centro de Culturas Indígenas del Perú Chirapaq.
¿De dónde viene el ‘blackface’?
No se sabe en realidad cuándo comenzó esta práctica. Pero, los primeros registros se tienen de 1830, en Nueva York, EE.UU., cuando el actor y guionista Thomas Dartmouth Rice, profesionalmente conocido como Daddy Rice, se pintaba la cara de negro para sus actos y hacia bailes de afroamericanos. Su personaje se llamó Jim Crow y se trataba de un esclavo del territorio sur estadounidense.
«Esto tiene una larga tradición dentro del teatro; pero, tal como se le conoce ahora al ‘blackface’, hay diferentes estudios que lo ubican en los inicios de la televisión y del cine», menciona Mori.
Una de las primeras películas que se recuerda que recurrió a esta técnica es ‘El nacimiento de una nación’ (The Birth of a Nation), de David Wark Griffith, estrenada en 1915, en Los Ángeles, EE.UU., en la cual actores blancos actuaron con el rostro pintado de negro, para representar a los afroamericanos; pero, además, son presentados como haraganes, borrachos, ladrones y ansiosos de violar a mujeres blancas.
Esta práctica es ofensiva, dice el entrevistado, porque conlleva «una carga racista», que muestra «esa imagen de negros tontos, muy sexuales, violentos, con características y conductas propias de salvajes».
De igual manera opina Mónica Carrillo, fundadora y exdirectora del Centro de Estudios y Promoción Afroperuanos Lundu. Señala que además de oscurecerse la cara y agregarse rasgos fenotípicos (pelo afro, boca grande), el ‘blackface’ y sus variantes se relacionan «a las conductas» que se le añaden a la caracterización estereotipada.
Mori dice que desde el nacimiento de la televisión peruana se comenzaron a ver estos personajes estereotipados, principalmente a mujeres indígenas representadas por actores blancos, quienes, además de ponerse su ropa característica, se pintaban el rostro, haciendo ‘brownface’. Así, recuerda a la «Chola Eduviges», representada por el actor Guillermo Rossini en el programa ‘Teleloquilandia’, que data de 1969, cuyo lema era: «amor serrano, más me pegas más te quiero».
El Negro Mama
Uno de los casos más emblemáticos de la lucha contra esta práctica en Perú es el del Negro Mama, un personaje interpretado por el humorista Jorge Benavides, que apareció en los programas ‘JB Noticias’ al final de la década de 1990 y luego en ‘El Especial del Humor’ ya en la década del 2000, en el canal Frecuencia Latina (ahora Latina Televisión) y posteriormente en otros espacios. Para personificarlo, el actor se pinta la cara de negro, usa nariz y labios falsos, manos peludas y cabello afro.
La organización Lundu, que se fundó en el 2001, le hizo seguimiento al Negro Mama al final de esa década, encontrando una importante carga racista en el personaje con características como la «animalización, antiestética, estereotipos en el trabajo, fealdad, etc.», cuenta Carrillo.
Detalla que hubo un incidente en Perú donde un hombre afroperuano robó o se asoció a robar un camión de caudales, los que transportan el dinero de los bancos. «Era un caso común, pero un sábado el Negro Mama hizo un sketch basado en eso, que él estaba en una cárcel y decía que era este señor que había robado, pero el argumento era que el crimen lo había cometido porque necesitaba plata para hacerse una operación y volverse blanco», recuerda la fundadora de Lundu.
Pese a tener más material probatorio del racismo y la discriminación, bastó ese sketch para que la organización se quejara ante la Sociedad Nacional de Radio y Televisión por los diálogos y conductas del personaje que afectaban la dignidad y contribuían a reforzar el racismo contra la población afroperuana.
Esa instancia emitió un «mandato de difusión» en el que exigió al canal pedir disculpas públicas a todo el pueblo afroperuano y debía hacerlo en su noticiero.
En respuesta a ello, la conductora del espacio, en lugar de leer el fallo como se indicó, dijo: «Si hubo algunas frases dichas en el sketch mencionado que fueron interpretadas como ofensivas o discriminatorias ya están dadas las disculpas, las que por supuesto no tenemos ningún problema en reiterar».
Mientras que el propio Benavides expresó: «Nosotros somos respetuosos de la sentencia y queremos dejar sentado de que si alguna persona se ha visto afectada con el sketch en discusión pedimos las disculpas del caso».
«Utilizaron esa retórica común del perdón de ‘creemos que no hicimos nada, pero si alguien se sintió ofendido pedimos disculpas'», señaló Carrillo; por lo que, inconformes con la actuación del medio, volvieron a denunciar, esta vez ante el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, donde, luego de dos años, establecieron una multa por alrededor de unos 26.000 dólares al canal de televisión.
¿Qué pasó luego? Carrillo cuenta que Benavides «hizo cambios al personaje, supuestamente para que sea menos ofensivo, pero no es que se eliminó del todo, o sea, sí se eliminó por grandes temporadas, ya no tuvo el protagonismo; pero, por ejemplo, cada mes aparecía un ratito en una escena, pero ya aparecía con un terno (traje formal), se irguió un poco y no caminaba como mono».
Paisana Jacinta
Pero el Negro Mama no es el único personaje de Benavides, puesto que también tiene a la Paisana Jacinta, que salía en sus programas y llegó a tener su espacio propio. Aquí, el actor recurre a la técnica del ‘brownface’ y personifica a una mujer indígena.
Este otro personaje fue denunciado por Chirapaq. En 2009, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) manifestó a Perú su preocupación por «la discriminación racial existente hacia los pueblos indígenas y comunidades afroperuanas en los medios de comunicación, incluyendo representaciones estereotipadas y denigrantes hacia los pueblos indígenas y comunidades afroperuanas en programas de televisión y en artículos de prensa», por lo que recomendó adoptar «medidas apropiadas para combatir los prejuicios raciales que conduzcan a la discriminación racial en los medios».
Ante la ausencia de acciones por parte del Estado peruano, específicamente sobre este personaje, que cumple con lo señalado por el CERD, Chirapaq volvió a este Comité para pedir expresamente que recomiende a Perú la cancelación de la Paisana Jacinta.
El CERD hizo recomendaciones al respecto durante los últimos años; sin embargo, el caso tuvo más avance en la justicia local, aunque se extendió hasta este año. En octubre pasado, la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Cusco ordenó que el programa de la Paisana Jacinta no vuelva a ser emitido, dándole la razón a la demanda de amparo presentada en el año 2014 por Cecilia Paniura, Isabel Suyo y otras lideresas de Cusco contra el programa.
La sentencia dice: «El Programa la Paisana Jacinta es un insulto a la mujer andina, pues muestra a una mujer serrana fea que huele mal, sin ningún tipo de intelecto ni aspiraciones, siempre maltratada por los demás personajes, hechos que no incitan al respeto de la mujer andina, sino todo lo contrario».
Además, el fallo indica que la resolución sea reportada a las distintas plataformas de redes sociales, como Facebook, Instagram, YouTube y Tik Tok, para que evalúen el retiro de este personaje, de acuerdo con las políticas operativas.
¿Qué hay detrás?
«Estas representaciones sociales, estereotipadas que se hacen en los medios de comunicación no contribuyen a construir una identidad indígena», dice Mori y señala que, hasta ahora, «comunidades indígenas se identifican como campesinas y tienen problemas en identificarse como indígenas por la carga peyorativa que ha habido con respecto al indio».
Enfatiza que el trasfondo del problema no es solamente que se pinten la cara y hagan la representación, sino que «esto termina reproduciendo a nivel social estos estereotipos que hay con respecto a los pueblos indígenas y ello, en consecuencia, trae que los indígenas no sean reconocidos como sujetos de derecho».
Carrillo, por su parte, hace énfasis en que los afrodescendientes, en Latinoamérica, siempre han estado «abajo, en el escalón inferior» en la escala del racismo y la discriminación. Indica que en la época de la colonia, esta población era propiedad de los colonizadores, quienes los consideraban unos seres sin alma, que estaban más cerca de los monos.
Por ello considera que el personaje del Negro Mama reproduce esa concepción. «Fueron como 12 años donde todos los fines de semana lo tenías en la televisión y el lunes, en el colegio, los niños afro eran producto de escarnio, de burlas, de bullying», señala.
Otros casos de América Latina
«Cada país tiene su Paisana Jacinta en mayor o menor grado», dice Mori, al referirse a medios de comunicación, celebraciones y otros espacios en otras naciones de la región, donde hay personajes que se burlan de los indígenas y los afrodescendientes, haciendo ‘blackface’ o ‘brownface’.
En Colombia, está el soldado Micolta; es la representación de un militar afrodescendiente, un tanto ingenuo y medio perezoso, interpretado por el actor Roberto Lozano, quien se pinta la cara para hacerlo. Hace algunos años, el colectivo Chao Racismo hizo una campaña para que este personaje se eliminara. Aunque en un principio su intérprete dijo que saldría del aire, lo cierto es que solo se transformó, entre otras cosas, dejando de pintarse el rostro de negro.
En Ecuador, por ejemplo, en septiembre y noviembre, en la ciudad de Latacunga, al centro del país, se celebra la fiesta de la Mama Negra, en homenaje a la Virgen de la Merced. En la celebración, la figura central es la Mama Negra, personificada siempre por un hombre que tiñe su rostro de color negro y sus labios carnosos de un intenso color rojo carmesí.
En Uruguay, los carnavales incluyen las comparsas de negros y «lubolos», término utilizado para referirse a las personas de piel blanca que se pintaban de negro para desfilar junto a los afrodescendientes.
En Venezuela, aunque con menor énfasis respecto al siglo pasado, en los carnavales están presentes los personajes de «las negritas», que son caracterizados, principalmente, por gente blanca, que se cubre o pinta todo el cuerpo de negro, para personificar a mujeres afrodescendientes de la época de la esclavitud.
Cortesía de Edgar Romero G. RT
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