En el año 2006, en Latinoamérica causó gran conmoción la telenovela colombiana “Sin tetas no hay paraíso”, que mostraba la realidad de las mujeres que mutilan sus cuerpos con tal de obtener belleza y “éxito” en la vida. ¿Qué tan lejos estamos de esta realidad? ¿Hasta dónde tenemos metida la silicona?
Si hace quince años le preguntábamos a un grupo de adolescentes de 18 años o menos qué harían con dos millones de pesos, sus respuestas rondaban entre elegir un viaje a Disneyworld, un auto o comprarse mucha ropa y maquillaje. Hoy, las chicas de la misma edad pueden dar respuestas similares, pero un alto porcentaje no dudaría en gastar ese dinero en hacerse una cirugía plástica y específicamente agrandarse los pechos con silicona.
Este es el caso de María Cecilia (solicitó sólo publicar su nombre de pila), quien hoy con 19 años ya cuenta con una cirugía de implantes mamarios y una pequeña corrección de nariz. Cuando cumplió 17, le pidió a sus padres que le cumplieran el sueño de agrandar sus pechos. “Desde muy chica me di cuenta que era muy plana y no lograba llamar la atención de mis compañeros, ni menos de los hombres que me interesaban… mi única esperanza, para convertirme en una mujer de verdad, era operarme”.
Los padres de María Cecilia, pese a que se opusieron al principio, asumieron que su hija no era feliz con el cuerpo que tenía y accedieron a darle en el gusto. “Se me partía el corazón verla tan acomplejada y deprimida por tener poca pechuga… tenía muy claro que era una niña cuando se operó, pero la felicidad de ella, estaba por sobre todo”, comenta Paulina, la mamá.
Una situación parecida se vivió en el mundo de la televisión, cuando salió a la luz pública que la modelo adolescente, María José López, de 17 años, ya contaba con tres pasadas por los quirófanos y sus padres la justificaban, aduciendo que fue para apoyar su carrera televisiva.
Así como María Cecilia y María José, son muchas las jovencitas que sueñan con esa belleza artificial de los “arreglos quirúrgicos”. Y es que el prototipo que hoy día nos muestra la sociedad, la televisión y una serie de “mujeres exitosas de la TV” se basa en no asumir nuestra anatomía e introducir productos químicos en nuestros cuerpos.
Pero más allá del análisis de si es cuestionable o no adulterar nuestros cuerpos con implantes de silicona, botox, metracril y una infinidad de productos que hoy tanto hombres como mujeres están ‘consumiendo’, los expertos tienen una opinión de hasta dónde el poder de la imagen de un cuerpo perfecto va a valer más que cualquier otra condición o atributo que tengamos.
Según el médico cirujano de la Universidad de Concepción y especialista en Biomédica, Félix Campoera, las cirugías plásticas comenzaron con la finalidad de ser una solución para corregir un defecto o malformación física, pero con los años, cada vez son más las mujeres y hombres que se realizan una intervención médica para corregir una insatisfacción psicológica con sus cuerpos.
“Actualmente, la medicina y la tecnología médica han avanzado en pos de brindar una mejor calidad de vida”, dice Campoera. “Sin embargo, son tantos los casos cuando los cirujanos recibimos mujeres muy hermosas que llegan a las consultas implorando por una trasformación radical de sus cuerpos y sólo demuestran que tienen una realidad muy trastocada de su imagen, basada en el prototipo de belleza que les brinda la televisión”, agrega.
TAMAÑO V/S SENSIBILIDAD
En 1971 comenzaron en Chile a utilizarse los primeros implantes mamarios compuestos de silicona en mujeres que habían sufrido una mastectomía -pérdida de uno o dos pechos- debido a un cáncer o malformaciones congénitas. Pero ya a mediados de los años ochenta su consumo tuvo una fuerte alza, llegando a crearse clínicas especializadas en este tipo de intervenciones.
Aunque su valor actualmente fluctúa entre los dos y tres millones de pesos y la edad mínima es dieciséis años (con autorización de los padres, como sucedió con María Cecilia), actualmente es una de las cirugías plásticas más solicitadas por las mujeres que buscan obtener un buen resultado tanto en el aumento como en la sensibilidad.
El sexólogo Carlos Pérez Lintroff discrepa, pues sostiene que en muchos casos las mujeres pierden gran sensibilidad en el busto, tanto al tacto como en la erección de los pezones, provocando otra insatisfacción. “A la mayoría de los hombres los vuelve locos unos senos grandes y voluptuosos, pero dentro de su razonamiento sexual saben que están tocando algo sintético y siempre será mucho más excitante un cuerpo natural que uno relleno de artificios”.
Ante esto, el doctor Campoera sostiene que dentro de nuestra génesis sexual nos hemos metido en la cabeza que unos pechos grandes son mejores que unos chicos, así “que conducimos nuestros comportamientos a preferirlos a cualquier costo”.
Según Pérez Lintroff, “tenemos la silicona tan metida en el cerebro y en los ojos, que muy difícilmente podremos aprender a apreciar lo natural y bello de un cuerpo femenino. Todos los días somos bombardeados con cuerpos de mujeres que sólo por medio de las cirugías plásticas han logrado llegar donde están y ser deseadas por millones de hombres”. Lo que motivó a “la Coté” su familia a invertir en pechos para sostener su carrera.
Para Elizabeth Salas, psicóloga del Centro de la Salud Femenina, es tan latente la imagen de mujeres perfectas que proyecta la televisión en las adolescentes, que más de alguna va a centrar sus esfuerzos en acceder a una cirugía plástica, porque cree que sólo así logrará tener éxito. “A diario vemos cómo en programas de televisión, en horarios para adolescentes, nos muestran a niñas de las mismas edades, que triunfan en la tevé adulterando sus cuerpos completamente. La pantalla chica valida ese tipo de belleza y lo estandariza, al tiempo que genera una importante frustración y no aceptación de su propio cuerpo en las adolescentes”, asegura Salas.
“Es tan fundamental el trabajo de valoración personal y familiar que deben ejercer los padres para derribar estos mitos de la televisión basura que vemos a diario, que hace imperativo concienciar a las adolescentes en aceptarse tal cual son. Y esto no corre solo para las jovencitas, sino también para las mujeres que en muchos casos creemos que para lograr ser más deseadas por los hombres debemos someternos a cirugías”, sostiene María Paz Fernández, psicoterapeuta del Centro de Salud Femenina.
Todos podemos estar disconformes con algo de nuestro cuerpo y si tenemos la opción de arreglarlo, podemos hacerlo. El problema surge, según coinciden los especialistas, cuando la motivación es con base en un concepto de belleza mal entendido que asocia un cuerpo artificial con la consagración del éxito, tanto con el sexo opuesto, en lo profesional, como en el ámbito social.
Un concepto que María Cecilia y María José, ambas en ámbitos distintos de la vida social de Chile, han enfrentado luego de unas horas de bisturí.
Por Claudia Pedreros Saá
El Ciudadano N°93, segunda quincena diciembre 2010