¿Los muertos y los santos no tiene conflicto de interés?. Primero habría que estar muerto o ser santo para poder asegurar ello, y poder contarlo.
Incluso creo que sentir satisfacción por ayudar a otros ya representa un conflicto de intereses. Un beneficio a cambio de otro. Al parecer, un personaje bíblico dijo que había que amar al enemigo. Desde mi punto de vista, es una frase compleja que produce desigualdad. Pues, cuando consideras a alguien un enemigo, de por sí ya sientes algo antagónico hacia él, luego, si lo amas deja de ser tu enemigo. Por lo tanto, si todos amaran a sus enemigos todos viviríamos en paz (supongo que eso indica dicha receta). La desigualdad se produce porque olvidamos lo «bueno» en comparación con lo «malo», el amor en comparación con el odio. Vivimos comparando, así aprendemos: Prueba y error. No pongas las manos al fuego porque te vas a quemar, y eso duele, lo contrario es sentir alivio. Si todo fuese bueno, se perdería la motivación precisamente de eso… alcanzar «lo bueno».
¿Dónde está el problema en los conflictos de intereses entonces?. El Dr. Miguel Kottow en su blog en La Tercera expone un ejemplo muy interesante. Él receta medicamentos para el bien de la salud de las personas. Los medicamentos se compran, si suponemos que él comprara acciones en la industria farmacéutica, saldría ganando algo más. ¿Conflicto de intereses?. Claro que sí, pero ¿dónde está el conflicto? o más bien ¿quién tiene el conflicto? ¿La sociedad con el doctor? ¿El doctor con la sociedad? ¿Quién es el enemigo? o ¿En qué momento el doctor se transforma en nuestro enemigo? Tal vez la respuesta radica en la desigualdad.
De alguna manera, buscamos ser «iguales», iguales en derecho, iguales en oportunidades, iguales en distribución económica. Si le doy de comer a alguien, en desmedro de mi propia hambre, sentiré la satisfacción de hacer «feliz» a otra persona, pero me moriré de hambre: conflicto con mi propia vida. ¿Y si le doy la mitad de lo que tengo? Tal vez, si el doctor ayudara a bajar los precios de los medicamentos ayudaría a la «igualdad» de acceso a los medicamentos. Pero, entonces, ¿por qué el doctor compraría acciones? ¿acaso desea ser más rico que los demás? (pregunta especulativa).
Luego, el conflicto lo tiene uno. Cuando no deseo que el doctor sea más rico que yo, tengo un conflicto con él. Me opongo, él es mi enemigo. Si el doctor desea ser más rico que yo, el conflicto lo tiene él también, su felicidad depende de compararse conmigo, yo soy su enemigo. Pero cuando el beneficio del doctor también me beneficia a mi, no hay conflictos. Entonces, cuando vemos políticos reclamando por los conflictos de intereses, ¿por qué ellos tienen conflictos con los interesados? Claro, cuando se legisla para aumentarse el sueldo, no hay conflictos. El conflicto lo tenemos el resto con ellos, pero ¿y qué le vamos a hacer?, ya votamos por ellos.
Ama a tu enemigo, no tengas conflictos por los intereses que él tiene. Pero si él, para conseguir lo que persigue, te daña (que es diferente a uno decidir sentirse dañado), creo que el equilibrio entre el bien y el mal te facultará para defenderte, y si no lo piensas dos veces, ambos serán destruidos y los beneficiados serán los traficantes de armas. Así que, creo que sale más barato el beneficio mutuo y si aprovechamos las teorías de los seis grados de separación, nos daríamos cuenta que somos muchos los que preferimos las igualdades.