La crisis social de Colombia y el fútbol se mezclaron en la Copa Libertadores. En la noche del miércoles, el club argentino River Plate empató ante el Junior de Barranquilla mientras afuera del Estadio Romelio Martínez las fuerzas de Seguridad perseguían a manifestantes y les lanzaban balas de goma y gases lacrimógenos.
A pesar de las quejas de jugadores y entrenadores, algunos de los cuales pedían suspender el partido, la Conmebol decidió que el show del futbol debía continuar a toda costa, así sea en un país en el que en las últimas dos semanas más de 40 personas han muerto durante las masivas protestas contra el Gobierno del presidente Iván Duque.
River Plate padeció la presión como visitante desde la víspera del partido, ya que afuera del hotel en el que se concentró el plantel llegaron manifestantes que también fueron dispersados por policías. A diferencia de otras giras en las que la intención de los locales era afectar el desempeño deportivo de los rivales, ahora la prioridad es dar a conocer la crisis social y política en la que están sumidos los colombianos.
El miércoles, al llegar al Estadio, los jugadores argentinos postergaron el reconocimiento del campo, que estaba invadido de los gases lacrimógenos con los que las fuerzas de Seguridad intentaban dispersar a quienes marchaban afuera de la cancha. De hecho, el inicio del partido se retrasó en varios momentos, ya que era evidente que los gases afectaban los ojos de los futbolistas y el equipo técnico.
Mientras en las redes sociales se multiplicaban los videos de la violencia institucional y los reclamos para que se suspendiera el partido, la Conmebol aseguró que no había ningún tipo de riesgo.
La decisión contrastó con lo ocurrido la semana pasada, cuando el máximo organismo del futbol sudamericano permitió que River Plate enfrentara a Independiente Santa Fe de Bogotá en Asunción, Paraguay, debido a la tensión política que ya predominaba en Colombia.
El pretexto para permitir que ahora sí el partido se realizará en Barranquilla fue que en esa ciudad el clima social era más tranquilo que en otras urbes como Bogotá o Cali, en donde las marchas masivas son diarias, al igual que las represiones.
Quejas
El partido comenzó tarde y siguió siendo accidentado, ya que al promediar el primer tiempo varios jugadores estaban afectados por la nube de gases lacrimógenos que llegaban de afuera, por lo que el árbitro Esteban Ostojich tuvo que paralizar el encuentro.
Una vez recuperados los futbolistas, el choque continuó y Junior abrió el marcador a los 20 minutos pero no logró consolidar la ventaja y River terminó empatando al final, ya en el tiempo de descuento.
En la conferencia de prensa posterior, el director técnico del club argentino, Marcelo Gallardo, se quejó por el contexto en el que tuvieron que viajar y jugar.
«No es normal venir a jugar un partido de fútbol en una situación tan inestable en medio de lo que está viviendo el pueblo colombiano, se jugó en situaciones muy incómodas, con humos de gases lacrimógenos durante varios momentos, fue una situación anormal en todo sentido», dijo.
Pero parece que el futbol seguirá imponiéndose a la protesta social, porque el próximo mes Colombia y Argentina serán las sedes de la Copa América.
Cortesía de Cecilia González RT
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