Conozca a Elvira Espejo y su aporte en la divulgación de la cultura indígena

La directora del Museo Nacional de Etnografía y Folklore de Bolivia relata la importancia del patrimonio de los pueblos originarios, su recorrido, su trabajo actual y sus proyectos

Conozca a Elvira Espejo y su aporte en la divulgación de la cultura indígena

Autor: Sofia Belandria

Una artista multifacética. Así es Elvira Espejo, directora del Museo Nacional de Etnografía y Folklore en Bolivia. En entrevista, compartió una trayectoria tejida entre colores, poemas y cantos. Y además un recuerdo oscuro, cuando el Gobierno de facto de Jeanine Áñez la removió de su cargo en 2020.

Nació en el ayllu (comunidad) Qaqachaka, en el departamento de Oruro, oeste del país. Lleva más de dos décadas produciendo arte en diversos formatos: tejidos, poesía, pintura, cerámica y canto. En 2013 asumió como directora del Museo Nacional de Etnografía y Folklore (MUSEF) en La Paz. Removida de su cargo durante el Gobierno de facto de Jeanine Áñez (2019-2020), recuperó su lugar al volver la democracia a Bolivia.

La cosmovisión artística de Elvira Espejo es muy particular. En su mirada conjuga el encuentro de dos mundos: el del arte formal, originado durante los últimos siglos en Europa, y el arte de los pueblos indígenas de los Andes, quienes milenariamente ponen en práctica diversos saberes al momento de producir sus obras. En el MUSEF perduran tejidos ancestrales, así como cerámicas con más de 1.000 años.

Cuando la entrevistan, muchos medios de comunicación la mencionan como una «artista indígena». Pero cuando los mismos periodistas captan a artistas que viven en las ciudades, no los citan como «artistas urbanos», lo cual refleja un trasfondo discriminatorio.

«Creo que esa clasificación viene de gente que se siente distinta. Yo me siento como cualquier otro artista. Todos hemos tenido una formación, ya sea desde la raíz, desde la comunidad, desde la región, desde el país, desde la universidad», consideró Espejo en su oficina del MUSEF.

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«Pero siempre se me clasificaba como artista indígena. En las clases sociales altas he escuchado que incluso me dicen que soy una artesana. Eso es porque la mente es bien limitada. Solo hablan desde su clase social», agregó.

«La alta jerarquía, la clase media puede acceder a estos espacios artísticos. Y no acepta que otras personas estemos dentro. Esa jerarquización es de una mente muy limitada», afirmó.

Creación artística en la sangre

Espejo creció en una comunidad aymara. Aprendió a narrar de su abuelo Daniel Espejo. En 1994, con 13 años, ganó un concurso de Literatura Indígena de la Casa de las Américas, de Cuba, con su primer libro de cuentos, Ahora les voy a narrar.

Estudió en la Academia Nacional de Bellas Artes, en la ciudad de La Paz, donde pudo conocer el modo de vivir de las ciudades, también el de las familias migrantes campesinas, en las periferias urbanas. Conocer las tres realidades le permitió a Espejo tener una amplitud de mirada, que se manifiesta en la diversidad de soportes materiales que usa para expresarse.

«Quizás he tenido la gran oportunidad de tener una lectura de ambas partes (la indígena y la urbana). Muchas personas no tienen el privilegio de leer esos dos polos. Más el intermedio, que es el periurbano. Esto me da facilidad para entender y comprender en una dimensión más amplia, sin limitarme», sostuvo.

Espejo recordó que durante sus años en Bellas Artes, «me hicieron cortar con el tema de lo comunitario local y su filosofía. Absorbí los conocimientos del eurocentrismo anglosajón. En ese momento quería hilarme finamente en ese medio».

Cuando regresó a su comunidad, le surgieron muchas preguntas: «¿Por qué no somos como los urbanos, que tienen el privilegio de vivir en estabilidad económica? También me preguntaba qué es formarse, qué es ser profesional, cuáles serían los aportes, cómo compartimos».

A partir de estas reflexiones, Espejo comprendió «cuál es la dinámica del arte de la comunidad. Ahí comprendí la importancia del desarrollo textil, de la cerámica, la agricultura, la crianza mutua».

Y agregó: «Eso me llevó a un despliegue multidisciplinario. Ya no enfocarme en un solo detalle, sino ver la interconectividad de la multidisciplinariedad y abarcar dimensiones más amplias. Hacer textil, cerámica, canto o investigación es como hacer un puente entre la praxis y la teoría».

El tejido es todo

Arte textil andino expuesto en MUSEF - Sputnik Mundo, 1920, 29.04.2021
Arte textil andino expuesto en MUSEF
© Sputnik / Sebastián Ochoa

Espejo relató que el arte de los tejidos andinos va más allá de la mirada acotada de algunos académicos: «El textil es un todo. Pero las investigaciones académicas lo han reducido a una terminología monocultural dominante».

Según la artista, los tejidos recopilan saberes científicos y tecnológicos ancestrales, que se expresan en el cuidado brindado a las materias primas, su obtención, su tratamiento y la elaboración. Crear infinidad de colores e impregnarlos en fibras de lana exige exhaustivos conocimientos de química.

«El textil no ha sido del todo comprendido en términos lingüísticos, económicos, sociales ni científicos», sostuvo.

«Para mí es muy amplio. Es lo más grande que he podido comprender. De la misma forma puedo hacer un despliegue con las otras especialidades».

Y agregó: «Hacer lecturas simplificadas desde el antropocentrismo muchas veces nos lleva a un despliegue minimalista. Nosotros planteamos pensar en un despliegue de múltiples acciones para generar debates desde la epistemología, desde la filosofía de los Andes».

La actualidad del MUSEF

En sus ocho años como directora del MUSEF, Espejo logró llenar las salas con obras alineadas a su mirada. El recorrido por este edificio, situado en pleno centro paceño, permite conocer la trayectoria de la arcilla hasta convertirse en tinajas de más de mil años. En sus vitrinas se puede observar el recorrido de la lana de llama u oveja hasta transformarse en un colorido poncho.

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Otra de sus salas muestra máscaras elaboradas por pueblos indígenas de todo el país, que son utilizadas para ceremonias, así como para fiestas comunales.

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La prevalencia de la pandemia de COVID-19 en el país obstruye los planes de Espejo para el MUSEF. Como tantos museos del mundo, durante el último año se vio obligado a dar un fuerte impulso a su área virtual.

Espejo también propuso que se otorgue el merecido reconocimiento a las y los sabios comunales que aportan con sus conocimientos a investigaciones como las realizadas por el MUSEF.

«En las investigaciones que se llevan en las comunidades hay un saqueo epistemológico. No hay un reconocimiento a las y los maestros que han compartido conocimientos. De aquí en adelante queremos trabajar en coautoría con las comunidades», destacó.

La sombra del golpe

Elvira Espejo, artista boliviana y directora del Museo Nacional de Etnografía y Folklore de Bolivia - Sputnik Mundo, 1920, 29.04.2021
Elvira Espejo, artista boliviana y directora del Museo Nacional de Etnografía y Folklore de Bolivia
© Sputnik / Sebastián ochoa

La exitosa gestión de Espejo también fue afectada por el golpe de Estado de 2019. Cuando asumió el Gobierno de facto de Áñez, tomó la determinación de desfinanciar al sector cultural de Bolivia. Incluso fue cerrado el Ministerio de Culturas, así como varios museos. En ese contexto, Espejo fue removida de su cargo y —también de facto— se designó a un nuevo director.

En febrero pasado, con el retorno de la democracia a Bolivia, la artista recuperó su puesto en la dirección del museo.

«El golpe de Estado ha sido horrible. Ha generado un debate muy sesgado de juzgar a las personas por sus raíces, por su color de piel, por su vestimenta o su apariencia. Hemos visto que todo el trabajo desarrollado en el museo no fue valorado en ese momento», reflexionó Espejo.

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«Lo peor fue cuando dijeron que la cultura es un gasto insulso. Eso quiere decir que la ignorancia no solamente está en las comunidades. También está en las clases sociales que se pretenden educadas, pero que no conocen la educación», comentó la artista.

Para ella, en este momento «es bien importante que retomemos nuestro trabajo con mayor fuerza. Las comunidades han resguardado epistemologías y filosofías que permiten hacer un equilibrio con el medio ambiente. Creo que ellas nos van a dar un nuevo lenguaje».

Cortesía de Sebastián Ochoa Sputnik

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