Aunque la luz artificial nos facilita la vida desde su invención hace más de 144 años, iluminando calles oscuras, casas y animando la vida de noche, el uso de luces LED y otras formas de iluminación, como el alumbrado público, los anuncios o los grandes centros de eventos, está iluminando el cielo nocturno de manera que impide nuestra visión de las estrellas.
La Vía Láctea en el cielo nocturno, e incluso nuestra galaxia satélite, la Nube de Magallanes, debería ser claramente perceptible a simple vista, pero en la actualidad un tercio de la gente no puede verlo debido al nivel de la contaminación lumínica, que aumenta cada vez más en el planeta.
En Chile, más del 30% de los habitantes se encuentra en lugares donde el impacto de la luz artificial es tal, que no permite el avistamiento de estrellas con características propias del crepúsculo, más que de la oscuridad de la noche; mientras que solo el 1% de la población vive en zonas con cielos oscuros.
La norma lumínica chilena actualmente vigente, tiene como objetivo ambiental la protección de la calidad del cielo para el desarrollo de la astronomía y una aplicación circunscrita a las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo, reseña La Tercera.
Sin embargo, en los últimos años se ha revelado que la contaminación lumínica ha aumentado a niveles muy rápidos y preocupantes, y que esta no solo impacta a la observación del cielo, sino también a la biodiversidad y a nuestra salud.
Christopher Kyba, del Centro Alemán de Geociencias, advierte que de continuar este crecimiento exponencial de contaminación lumínica, habrá una intensa pérdida cultural y científica, anulando la visión de todas las estrellas, con excepción de las más brillantes, en apenas una generación.
Su estudio sugiere que la iluminación extrema está causando que el cielo nocturno se ilumine a un ritmo de alrededor del 10% anual, lo que quiere decir que, según sus proyecciones, un niño que nazca en un lugar donde hoy se ven 250 estrellas de noche solo podrá ver unas 100 cuando cumpla 18 años.
“Hace un par de generaciones, la gente se habría enfrentado regularmente a esta brillante visión del cosmos, pero lo que antes era universal ahora es extremadamente raro. Solo las personas más ricas del mundo, y algunas de las más pobres, siguen experimentando eso. Para todos los demás, se ha ido más o menos”, dijo Kyba al Observer.
No obstante, el científico considera que aún queda por hacer, ya que se pueden realizar pequeños cambios en la iluminación que generarían “un impacto enorme”, como que las luces exteriores estén protegidas y alumbren hacia abajo, tengan un límite en su brillo y que tengan componentes rojos y naranjas y no solo azul y blanco.
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