No podemos resolver los problemas con el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando se crearon.
Albert Einstein
Hace ya tiempo -teniéndolo todo en casa para hacerlo en la dirección contraria- decidimos ser un país dependiente en lo que a materia energética se refiere. La red de energía que maneja principalmente el Sistema Interconectado Central (SIC), depende casi en un 50% de combustibles fósiles importados (casi el 100% del petróleo y el 96% del carbón) y los números se agrandan cuando sumamos los sistemas eléctricos del resto del país.
En Chile, el consumo domiciliario está más que resuelto con la capacidad energética del país, los nuevos proyectos para generar energía obedecen a una proyección de la necesidad que principalmente tienen la gran minería y la industria, seguidas por el comercio y el transporte, para mantener su tasa de crecimiento infinito que actualmente demanda el 85% de la electricidad en el SIC. Frente a esto, “nos” vemos en la necesidad de aumentar nuestra capacidad energética, igual que siempre, apostando por la solución rápida y barata aplicando el mismo pensamiento que generó el problema.
Para evitar la construcción de grandes monstruos del MegaWatt, con tecnologías riesgosas y de alto impacto medioambiental -entre otros delitos- debemos pensar y absorber tres ideas fundamentales.
Eficiencia energética; recursos limitados, uso inteligente
Hoy derrochamos energía, y como profundicé en otro artículo la idea que tenemos sobre el concepto de Eficiencia Energética (EE) es muy pobre. Generamos energía en la Patagonia para traerla a la capital levantando torres y tendiendo cables lo largo de 2.300 kilómetros; nuestros procesos industriales lejos están de ser eficientes y circulares en su aprovechamiento de los recursos y a nivel doméstico la educación es poca y las campañas para incentivar el uso eficiente e inteligente de la energía no obedecen a políticas sostenidas. Es necesario entender la EE de forma amplia e integral, como una idea dirigida a utilizar la menor fuerza de acción (energía) para conseguir el mayor objetivo (eficiencia), logrando así una relación óptima (que no puede ser mejor). La EE es un combate al derroche poniendo atención al ciclo completo de un producto o una acción, promoviendo el uso inteligente de los recursos en un mundo finito, de recursos limitados.
Diversificación de la matriz; no hay que poner todos los huevos en la misma canasta
Que la diversidad es la base de todo ecosistema es una idea fundamental que sustenta la vida sobre la tierra, y el establecimiento de una matriz energética inteligente debiera obedecer al mismo principio. Debemos apostar por diversificar nuestras fuentes de energía, eso reduce la dependencia, el riesgo ante fallos (ya conocemos historias de país pobre, de fallas a escala nacional) y el impacto medioambiental. Es bastante obvio que las grandes inversiones suponen grandes riesgos y desde una perspectiva ecológica el planeta no es laboratorio de pruebas. Debemos diversificar la inversión para reducir los riesgos.
Generación local de energía; desarrollo y autosuficiencia
Y aquí llegamos a un tercer punto que se desprende de los dos anteriores. Si queremos una generación eficiente y diversificada de la energía, debemos apostar por su desarrollo regional, convocando a la industria local para desarrollar tecnología que aproveche las fuentes energéticas del propio ecosistema. Es absurdo construir presas en los ríos del sur para llevar electricidad al desierto del norte. Y aquí los incentivos gubernamentales son parte fundamental para conducir a quienes más usan energía, al ahorro y la autosuficiencia local. Países tan distintos como Dinamarca y Brasil, ante una crisis energética apostaron por el desarrollo local y localizado, resolviendo sus necesidades energéticas y generando tecnología; Dinamarca ahora fabrica más del 80% de las turbinas eólicas del mundo y Brasil es líder en el desarrollo de la industria del etanol. Me gustaría ver el resultado de desafiar por ejemplo a la gran minería a auto proveerse la energía requerida para sus procesos (de fuentes renovables no convencionales, claro está), estimulando de paso la (buena) industria, el desarrollo local, la investigación, el capital humano avanzado, la conciencia, la eficiencia.
La ética no es otra cosa que la reverencia por la vida
Albert Schweitzer
Redefinir con ética, con reverencia por la vida la noción de progreso, es para mí el real tema de fondo. Si bien ya profundicé en una columna anterior sobre este tema, es necesario recontextualizarlo con la pregunta de qué es lo que queremos como país –si es que eso existe– y qué mentalidad queremos promover. ¿La de monito que ostenta nuestra miope clase política que decide en base a la contingencia y con la ganancia económica como religión? ¿Seguiremos empujando la crisis ecológica global dejando que el precio determine el valor, fieles a una ideología sin código ético que conduce a un desarrollismo muy lejos del progreso? ¿O apostaremos con voluntad política, altura de miras y valentía por la riqueza natural, el futuro, el respeto, la auto contención, el ahorro, la conservación? Me temo que será lo primero. Aprovechen lo que queda mientras dure.
September 14, 2010
Fuente: entrelaspiedras.cl
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