La implementación del Pacto de Glasgow y el acuerdo climático de París en discusión.
Mejor conocida como la Cumbre del Clima de la ONU, las Conferencias de las Partes son el órgano rector de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, estipulado en 1992 en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro. Desde entonces, cada año los representantes del gobierno se reúnen, con la participación de la sociedad civil con las ONG admitidas como observadoras, para implementar este tratado internacional.
La intención, es estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero dentro de un nivel no peligroso. A pesar de las 26 conferencias y los acuerdos de Kioto y París, las concentraciones de CO2 han pasado desde entonces de 350 ppm a 414 ppm y, en cambio, las emisiones han aumentado un 67 %. A continuación, detallamos los objetivos de la COP 27.
Frente a esta cumbre, Vía Campesina, señaló: “Las empresas transnacionales (ETNs) utilizan su control sobre una mayoría de los gobiernos nacionales y las instituciones multilaterales para mercantilizar la crisis, negar que el capitalismo de los combustibles fósiles tenga algo que ver con ella y limitar cualquier posibilidad real de cambio transformador”.
La Vía Campesina, fundada en 1993, es un movimiento internacional que reúne a millones de campesinos/as trabajadores/as sin tierra, indígenas, pastores, pescadores, trabajadores agrícolas migrantes, pequeños/as y medianos agricultores, mujeres rurales y jóvenes campesinos de todo el mundo.
Al respecto, su pronunciamiento de cara a la cumbre sobre Cambio Climático en Egipto.
Año tras año, una tras otra Conferencia de las Partes de la ONU sobre el Clima (COP), no hace más que empeorar la crisis climática mundial. Causada en gran parte por el agronegocio y el sistema capitalista destructivo que la fomenta, la crisis actual es el resultado directo de un sistema económico que explota toda forma de vida sin reconocer ningún límite a la naturaleza. Los intrincados sistemas de la Madre Tierra y los ciclos que sostienen la vida están quebrados. La devastadora pandemia de COVID-19 y la falta de acceso a la atención sanitaria para muchas personas demuestra lo cruel que puede ser el capitalismo a la hora de repartir dolor, sufrimiento y pérdidas relacionadas con la destrucción de la naturaleza. Ya sea en Pakistán, Palestina o Puerto Rico -por nombrar sólo algunos-, la otrora lejana amenaza del “cambio climático” se presenta ahora en oleadas sucesivas de “fenómenos meteorológicos catastróficos” que convierten las tragedias provocadas por el clima en elementos demasiado frecuentes en la vida cotidiana de las personas. De las sequías a las inundaciones, pasando por los incendios forestales y los huracanes, estos eventos extremos han amenazado e incluso destruido vida y la Soberanía Alimentaria de los pueblos, que exigen soluciones reales para limitar el calentamiento global al 1,5%. Por si eso fuera poco, los hambrientos de poder producen nuevas guerras, ocupaciones y sanciones sin tener en cuenta los derechos reconocidos por la ONU a la alimentación, la salud, la paz y la autodeterminación, y mucho menos el derecho ahora universal a un “medio ambiente limpio, sano y sostenible” (Asamblea General de la ONU, 2022). El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo (SOFI, 2022) reportó que la vulnerabilidad y los extremos climáticos ponen de manifiesto el aumento del número de personas con hambre, pobreza y desigualdad.
En la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y sus COP anuales sobre el clima, las empresas transnacionales (ETNs) utilizan su control sobre una mayoría de los gobiernos nacionales y las instituciones multilaterales para mercantilizar la crisis, negar que el capitalismo de los combustibles fósiles tenga algo que ver con ella y limitar cualquier posibilidad real de cambio transformador. Aunque el sistema alimentario corporativo es responsable de más del 50% de todos los gases de efecto invernadero (GEI), los Bayer-Monsanto del mundo no ofrecen más que propuestas ávidas de beneficios empaquetadas en vergonzosos esquemas de “emisiones netas cero”. En lugar de una reducción muy real, urgente y necesaria de las emisiones -cuya principal responsabilidad recae en las élites de los emisores históricos, como Estados Unidos, Europa, Canadá y Australia-, las falsas soluciones corporativas ofrecen un pase libre al núcleo colonial mientras lideran un asalto global a las comunidades rurales, los medios de vida y los territorios. Las llamadas “soluciones basadas en la naturaleza” (NBS), como REDD y REDD+, la “Agricultura del carbón” y otros esquemas de comercio basados en el mercado, y la toma de posesión de la agricultura por parte de las empresas mediante las patentes, la “digitalización”, la “intensificación sostenible” y la “agricultura climáticamente inteligente “, son todas ellas grandes victorias para el agronegocio, pero terribles pérdidas para lxs campesinxs, los pueblos indígenas, lxs pescadorxs, lxs habitantes de los bosques y otrxs en la primera línea de la crisis climática mundial. Y cuando el gran engaño de las “emisiones netas cero” no consigue calmar el clima, las empresas transnacionales prometen que la geoingeniería de altísimo riesgo salvará el día (o al menos sus márgenes de beneficio). Ésta ha sido la norma en todas las Conferencias de las Partes sobre el Clima, y es poco probable que la 27ª Conferencia Anual de las Partes (COP27) sea diferente.
La COP del clima de este año, llamada a ser “la COP de África”, se celebrará en el énclave elitista y artificial que es Sharm el Sheikh, en Egipto. Lejos de las firmes luchas de los pueblos africanos y árabes por la autodeterminación, la COP27 está dejando muy poco espacio para que las comunidades organizadas digan la verdad al poder corporativo. Por esta razón, entre otras, muchas de nuestras organizaciones hermanas del Colectivo por la Justicia Climática en África (ACJC) organizaron la Contra COP de los Pueblos Africanos exigiendo soluciones reales basadas en la justicia climática, una prioridad para las personas y el planeta, y el fin del control corporativo del CMNUCC. Tal y como se recoge en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de lxs Campesinxs y Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales (UNDOP): “Los Estados adoptarán todas las medidas necesarias para garantizar que los actores no estatales cuyas actividades estén en condiciones de regular, como los particulares y las organizaciones privadas, así como las sociedades transnacionales y otras empresas, respeten y refuercen los derechos de los campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales… (y) adoptarán medidas apropiadas para que los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales disfruten, sin discriminación alguna, de un medio ambiente seguro, limpio y saludable.”
Es precisamente por este contexto que La Vía Campesina estará en la COP27. Lxs delegadxs de nuestras organizaciones miembros harán oír sus voces, tradiciones, experiencias y soluciones. Seguiremos promoviendo, practicando y elevando la Soberanía Alimentaria como el derecho de los pueblos a alimentos sanos y culturalmente apropiados producidos a través de métodos ecológicamente sanos y sostenibles, y el derecho a definir nuestros sistemas alimentarios y agrícolas. Explicaremos una vez más que lxs campesinxs, mediante prácticas y territorios agroecológicos, cultivan más del 70% de los alimentos producidos en el mundo en menos del 30% de las tierras cultivables. Haremos hincapié en que la agroecología es un camino sostenible basado en siglos de experiencia y evidencia acumulada – es una ciencia, un movimiento social y un estilo de vida practicado por millones de personas en todo el mundo a través del trabajo significativo, la cooperación, la estrategia y la organización. Ampliaremos y compartiremos la UNDROP, un instrumento jurídico internacional que ayudamos a crear y que defiende los derechos de los pueblos sobre sus territorios, semillas, aguas, bosques y que promueve una forma de ser y vivir más sostenible. Nos solidarizaremos con todos los que luchan por los derechos colectivos y reiteraremos la necesidad de “responsabilidades comunes pero diferenciadas” entre los Estados – incluyendo un vibrante Fondo Verde para el Clima libre de cualquier influencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) o del Banco Mundial (BM), vacío de todas las imposiciones neoliberales que sólo sirven para explotar aún más a las personas y al planeta, y totalmente financiado a través de reparaciones climáticas por los legados coloniales del pasado y del presente.
Nos solidarizamos y apoyamos a nuestrxs aliadxs del movimiento por la justicia climática que exigen reparaciones climáticas justas y no sólo “financiación climática”. Por último, en la COP27 seguiremos extendiendo nuestras manos y brazos construyendo solidaridad, acciones y estrategias comunes con organizaciones de base, alianzas y movimientos sociales de todo el mundo que luchan por la justicia climática y social.
Mientras la mayoria de los gobiernos nacionales y las instituciones multilaterales ofrecen soluciones capitalistas que continúan fracasando en la lucha contra la crisis climática, nosotrxs, la voz organizada de más de 200 millones de campesinxs, pueblos indígenas, trabajadorxs sin tierra, pescadorxs, pastorxs, trabajadorxs agrícolas migrantes, pequeñxs y medianxs agricultorxs, luchadores por la Soberanía Alimentaria, miembros de comunidades rurales, costeras y urbanas, mujeres, jóvenes y personas de diversas identidades de género que conforman La Vía Campesina, en convergencia con una diversidad de movimientos por la Justicia Climática, reiteramos aquí y ahora nuestras soluciones reales: ¡LA SOBERANÍA ALIMENTARIA ENFRIA EL PLANETA! La logramos con la Agroecología y los Derechos Campesinos para garantizar una Transición Justa arraigada en el poder popular, el bienestar ecológico y social, y la solidaridad en el contexto local, regional e internacional. ¡Juntos, en la lucha, venceremos!