Israel está sumido en una crisis política que se acrecienta por los rumores sobre que el ministro de Defensa, Yoav Gallant, supuestamente se niega a abandonar el cargo luego de haber sido destituido por el primer ministro, Benjamin Netanyahu, sumado al descontento por los planes para debilitar el poder de los tribunales.
Además, surgen preocupaciones por las sospechas de que Netanyahu haya prometido demasiado a los políticos de extrema derecha a cambio de un acuerdo destinado a sofocar las manifestaciones en todo el país.
En horas de la noche del lunes el primer ministro anunció un retraso en las propuestas y dijo que quería tiempo para buscar un compromiso con los opositores políticos, como medida para intentar calmar el clímax en el movimiento de protesta de 12 semanas.
No obstante, los organizadores de la protesta prometieron continuar con las manifestaciones, acusando al primer ministro de engaño. Sumado a su ansiedad y la de la oposición, la coalición gobernante presentó el martes una lectura final de un proyecto de ley que le daría a Netanyahu, quien está enjuiciado por cargos de corrupción que él niega, un mayor control del sistema de selección de jueces, reseña The Guardian.