Cuba está lista para emplear todo el arsenal a su disposición para enfrentar la gripe porcina, desde su bien aceitado sistema de defensa civil hasta los soldados de sus fuerzas armadas, es decir, todo menos una vacuna. Los responsables de la salud pública en la isla caribeña no confían en este método propiciado por las transnacionales farmacéuticas y los organismos internacionales.
Las autoridades sanitarias cubanas dicen que apostar a una vacuna para contener una pandemia mundial es algo arriesgado y desmoralizador.
«Todavía no se sabe si (la vacuna) funciona», declaró a la AP el doctor Luis Estruch, viceministro de Salud Pública. «¿Qué seguridad va a tener? Eso no lo sabe el mundo científico todavía».
También mencionó el alto costo de una vacuna cuya confiabilidad todavía no está plenamente demostrada.
El avanzado sistema de salud cubano y su aislamiento geográfico han hecho que se registrasen apenas 435 casos de gripe porcina en una población de 11 millones de habitantes, y ninguna muerte. Esto representa un infectado por cada 25.000 personas, comparado con 6.900 en Estados Unidos y 4.000 en México.
Las preparaciones para combatir un posible brote en el invierno boreal involucran a todos los ministerios y las fuerzas armadas. De ser necesario, el gobierno aislaría barrios e incluso pueblos enteros, cerraría carreteras y despacharía equipos médicos a las comunidades afectadas por la gripe, indicó Estruch.
Los soldados pueden ir de puerta en puerta para asegurarse que se cumplen las órdenes de cuarentena y de evacuación. Las autoridades están dispuestas a aislar personas y comunidades si lo consideran oportuno.
«En cuestión de horas podemos determinar cuáles recursos enviar», dijo Estruch. Agregó que se han contemplado numerosas variantes: «Si hay que paralizar un pueblo, si hay que paralizar el transporte público, si hay que parar las escuelas, si hay que tomar otras medidas…».
El modelo cubano funciona, pero a costa de las libertades individuales, según José Azel, economista del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Estadounidenses de la Universidad de Miami.
Cuba «tiene la ventaja de que puede hacer algo que nosotros no podemos hacer: darle órdenes al pueblo», expresó.
El virus ha causado al menos 3.205 muertes a nivel mundial, según la Organización Mundial de la Salud. Se han confirmado más de 250.000 casos, aunque la mayoría no requirieron tratamiento.
Las vacunas son el eje central de la batalla contra la gripe porcina de muchos países, incluido Estados Unidos.
OTRO ENFOQUE: RED DE CLÍNICAS BARRIALES
Pero Cuba tiene otro enfoque, y no porque no esté en condiciones de producir una vacuna.
La isla tiene un Centro de Biotecnología e Ingeniería Genética que fabrica un centenar de productos, incluidas más de tres docenas de drogas para combatir enfermedades infecciosas. Y cuenta con 12.000 científicos, una cifra muy alta para un país tan pequeño y pobre, lo que refleja la importancia que se le da a la medicina y la ciencia.
«Si tuviésemos confianza en una vacuna, la conseguiríamos. De inmediato», dijo Estruch.
Pero agregó que no es recomendable prometer una cura para un tipo de gripe que puede mutar en cualquier momento. Y recordó la campaña que hizo Estados Unidos en 1976 para vacunar a millones de personas en previsión de un brote de gripe porcina que nunca se dio.
Cientos de personas atribuyeron a la vacuna otras enfermedades y hubo demandas que costaron al gobierno casi 100 millones de dólares.
Cuba tiene un sistema de defensa civil que ha realizado evacuaciones masivas y salvado muchas vidas cuando huracanes azotaron la isla.
Su programa de respuesta a emergencias, supervisado por el presidente Raúl Castro y las fuerzas armadas, está organizado a nivel de cuadras en cada pueblo y el gobierno recoge información sanitaria a diario de su amplia red de clínicas barriales.
«Cuando hay huracanes, hay gente en cada sector responsable de estar pendiente de lo que sucede: quién necesita asistencia, las mujeres embarazadas, los ancianos, los edificios vulnerables», dijo Wayne Smith, un ex diplomático destacado en Cuba y quien trabaja hoy con el Centro para Política Internacional de Washington. «Lo mismo sucede con el sistema de salud».
Fue así que los cubanos detectaron sus primeros casos de gripe porcina.
Luego de que se reportó el brote en México el 24 de abril, el ministerio de salud observó a toda persona proveniente de ese país y luego prohibió durante un mes los viajes a y de México.
Diez días después, Cuba confirmó sus primeros casos: tres estudiantes mexicanos que habían llegado recientemente de su país.
«Los detuvimos en cuestión de horas, el 15 de mayo», dijo Estruch.
Los estudiantes fueron atendidos y se les permitió permanecer en Cuba.
Todos de los barrios tienen clínicas gratuitas y Estruch explicó que cuando una persona va a uno de esos centros de salud por una influenza, se investiga si tiene el virus de la gripe porcina.
Agregó que Cuba no volverá a cerrar sus fronteras porque ya se sabe cuál es el problema. Indicó que las medidas de mayo fueron «totalmente necesarias» en ese momento porque nadie sabía en qué consistía el brote.
El doctor Jarbas Barbosa, de la Organización Panamericana de la Salud, elogió la estrecha colaboración de Cuba con los organismos internacionales de salud. Pero cuestionó el concepto de aislar personas para evitar la diseminación del mal.
«En general, no hay evidencia de que eso funciona», manifestó Barbosa, quien es jefe del manejo de enfermedades. «Y puede tener un profundo impacto social y económico».
Agencia AP