La burocracia oficial de Cartagena y del Departamento de Bolívar intenta mostrar una Cartagena sin gente a los visitantes que se esperan durante la Cumbre de las Américas, y se empeñan en esconder las úlceras sociales que la miseria, la pobreza, la exclusión y el robo de los fondos públicos han abierto en la piel de una de las ciudades más injustas del país.
Los primeros elementos a esconder serán los perros callejeros que por manadas, hicieron del centro su lugar de habitación, sin dueños aparentes, pero que despiertan la solidaridad de indigentes y vendedores ambulantes que les arrojan algunas sobras frente a la torre del reloj, en los dinteles de los bancos, de almacenes, cajeros electrónicos y restaurantes que dejan filtrar por debajo de las puertas algo del aire acondicionado. Son tantos los perros callejeros que es imposible contarlos pero sobre ellos pesa la amenaza de una recogida en camiones para sacarlos de tal manera que queden desorientados.
También se anuncia un «cierre de playas», como si estas tuvieran puertas y no fueran un hecho geográfico natural que es, por cierto, uno de los adornos atractivos de la Cartagena turística. Contra esta medida ya se escuchan voces de protesta de quienes desempeñan oficios del rebusque, como el alquiler de carpas y sillas plásticas, la venta de comidas rápidas, langostinos, camarones y otras delicias del mar. En pocas palabras, no quieren gente en las zonas donde precisamente se reunen miles de visitantes, ahora, en plena temporada vacacional.
Un joven que vende anteojos oscuros para la playa dijo con mucho acierto: «lo importante es que los presidentes de países invitados a esa cumbre, nos vean como somos, que observen la forma en que aquí nos ganamos la vida, que vean a los carretilleros con sus carros de mula, que le compren dulces a las palenqueras y que caminen por el Portal de Los Dulces, porque hasta ese lugar estará prohibido para la ciudadanía».
Los propietarios de griles, pubs, restaurantes, bares y similares, están alarmados porque ya se anuncia también una «ley seca» precisamente en momentos en que el turista invade a Cartagena para disfrutar una cerveza bien fría, un «margarita», un daiquirí o un whisky con hielo a la orilla del mar intensamente azul de estos días de abril. La ley seca con motivo de la Cumbre de las Américas es una exageración, opina gran parte de la ciudadanía, pero con más énfasis el gremio de los empresarios de la oferta turística.
El centro colonial, que es la médula histórica de Cartagena, con sus construcciones antiguas, sus baluartes, fortalezas, garitas y callejones evocadores estará cerrado en forma total con motivo de una «cena de gala» en donde estarán las «pimeras damas» y otras personalidades pertenecientes al improductivo turismo diplomático.
En la zona antigua de Cartagena viene produciéndose en forma silenciosa, un proceso de expulsión de habitantes originales, a quienes les aumentaron los impuestos prediales, los servicios públicos y otras arandelas para obligarlos a salir y vender las casas donde nacieron, a los nuevos ricos, banqueros, especuladores de finca raíz, nacionales y extranjeros, que ya tienen mansión colonial, con sirvientes esos sí, nativos de esta ciudad.
La falta de piedad del sistema que impera en Colombia, se refleja ahora con más crueldad sobre la impresionante cantidad de dementes que deambulan harapientos por el centro de la ciudad, quienes serán escondidos de manera urgente, luego de una batida que los llevará a un «apartheid» improvisado, los mendigos, ni se diga, van a ser excluídos aún más en una sociedad con la más alta tasa de desempleo y de falta de oportunidades en la cual ya es poco lo que falta por privatizar.
Ninguna de esas laceraciones sociales que hieren la piel de Cartagena estará en la agenda de la Cumbre de las Américas organizada por el gobierno de Washington y la Organización de Estados Americanos (OEA), muy bien llamada por Ernesto Che Guevara «el Ministerio de Colonias yanquis».
A pocas cuadras del Centro de Convenciones estará la verdadera agenda social de latinoamérica, en la Cumbre de los Pueblos, a pesar del manto de silencio que le tienen tendido los medios informativos de la burguesía gobernante.
Por Libardo Muñoz
Publicado en Otramérica