Derecho a voto en el discurso de Piñera

Como se nos ha informado que el presidente Sebastián Piñera anunciaría en el discurso de 21 de mayo la largamente prometida y nunca cumplida iniciativa legal para hacer efectivo el derecho a voto de los chilenos residentes en el extranjero consagrado en la Constitución, me parece pertinente e importante volver a insistir en la absoluta […]

Derecho a voto en el discurso de Piñera

Autor: Sebastian Saá

Como se nos ha informado que el presidente Sebastián Piñera anunciaría en el discurso de 21 de mayo la largamente prometida y nunca cumplida iniciativa legal para hacer efectivo el derecho a voto de los chilenos residentes en el extranjero consagrado en la Constitución, me parece pertinente e importante volver a insistir en la absoluta necesidad de que tal derecho se haga efectivo  sin ninguna condición extra constitucional, alternativa ésta que, además de configurar un vicio de manifiesta inconstitucionalidad en la esperada ley, representaría la reinstauración en Chile del voto censitario, abolido hace cerca de un siglo por la Constitución de 1925, la que rigió hasta el golpe de estado de 1973. Se trataría de un grave e injustificable retroceso en la dificultosa y aún inconclusa recuperación de la democracia plena que interrumpió aquel quiebre institucional. Estaríamos desandando todo lo avanzado en nuestra historia republicana y volviendo a los niveles de democracia propios del siglo XIX. Ello constituiría un disparate impresentable ante los chilenos y ante todo el mundo desarrollado al que pretendemos incorporarnos.

Aquel manoseado vínculo que la derecha invoca como requisito para dignarse reconocer el constitucionalmente consagrado derecho a voto de nuestros connacionales en el extranjero, carece de toda justificación jurídica y racional, especialmente, tras la eliminación de la obligatoriedad legal de su ejercicio y el consecuente reforzamiento de su naturaleza jurídica de derecho, con lo que la mera decisión de votar que adopten los chilenos expatriados que así lo deseen, representaría una prueba más que suficiente de la ligazón y el interés que aquellos mantienen por la evolución y el destino de su patria, ya que nada los obliga a ejercer tal derecho. Toda argumentación en contrario sólo trasunta la insinceridad del proclamado interés por hacer realidad el derecho en cuestión de parte de aquellos que así lo sostienen.

Por Rafael Enrique Cárdenas Ortega

Texto -de origen externo- incorporado a este medio por (no es el autor):


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano