Jen Sloan, una enfermera de 52 años que vive en las afueras de Pittsburgh, en Pensilvania, ha votado por los republicanos toda su vida. Pero en los comicios de medio mandato del 8 de noviembre lo hará por los demócratas porque quiere proteger el derecho al aborto, un asunto muy presente en la campaña.
Para esta madre de tres hijos divorciada, «todo cambió» a fines de junio, cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos anuló la sentencia «Roe versus Wade» de 1972, que garantizaba desde entonces este derecho federal constitucional, dejando su regulación en manos de cada estado.
«Fue como una bofetada. Creí que era algo intocable (…) que nunca en mi vida ocurriría», cuenta. Por ello, es imposible darle su voto al partido de Donald Trump, por el que votó en 2016 y 2020. «Simplemente, no es lo que soy», dice decepcionada.
En el estado de Pensilvania (noreste) donde se anuncia una batalla feroz para conquistar un escaño de senador que será clave en la mayoría de la cámara alta en Washington, la campaña demócrata parece para un referéndum sobre el derecho al aborto, en un contexto de fuerte inflación que no los favorece.
En Doylestown, una tranquila ciudad residencial del norte de Filadelfia, la filial política de la organización de planificación familiar Planned Parenthood les echa una mano.
«Vital»
«Nuestras pacientes no vienen a nuestros centros de salud por razones políticas» ni «por razones religiosas: vienen porque necesitan cuidados», dice su vicepresidenta Lindsey Mauldin, que lleva una camiseta rosa de su organización bajo su bata blanca.
«Las pacientes vienen de Ohio o de Virginia occidental», los estados vecinos que han restringido o prohibido el aborto, dice a la AFP.
Y es que Pensilvania se ha convertido en un «estado vital para proporcionar estos servicios en el noreste» de Estados Unidos, pese a que solo cuenta con menos de una veintena de clínicas para más de 13 millones de habitantes.
Entre carteles que rezan «Mi cuerpo, mi decisión», Angela Jacobs, una madre de 51 años, cuenta que es la primera vez que sale a la calle a protestar.
«Tuve un aborto a los 20 años, y durante años nunca hablé de ello por vergüenza. Pero ahora tengo una hija de 20 años y quiero que sea accesible por si un día lo necesitara», explica. «Las mujeres no pueden permitirse» perder esta opción.
«Mayoría silenciosa»
Lara Putnam, profesora del departamento de historia de la Universidad de Pittsburgh, dice que desde el mismo instante de la decisión del Tribunal Supremo, en las listas demócratas se apuntaban más electores para votar que en las de los republicanos.
«Una ruptura clara» que cambia temporalmente una tendencia estructural en el estado, donde la base que tenían los demócratas en la era industrial se ha ido reduciendo, explica.
¿Lo suficiente como para que la balanza se incline a su favor en las elecciones?
Cerca de Doylestown, frente a su casa al lado de una carretera, Randy Charlins, un elector republicano de 61 años, no lo cree.
Charlins, gerente de un bar, está seguro de que el «Dr Oz», como se conoce a Mehmet Oz, médico estrella de la televisión que se presenta en las listas republicanas, «será elegido» frente al demócrata John Fetterman, otro candidato atípico, antiguo alcalde de una pequeña ciudad desindustrializada conocido por su gran corpulencia y sus sudaderas de capucha.
«Está muy ajustado. Pero creo que hay una mayoría silenciosa. Hay muchos conservadores que se callan por miedo», asegura en el porche de su casa de piedra, donde ya asoman las decoraciones de Navidad.
Inflación
Para Randy Charlins la principal preocupación es la inflación, al igual que para el 18% de los electores, según un sondeo nacional de Siena College, que publicó este lunes el diario New York Times, frente al 5% que considera el aborto una prioridad.
«Mis clientes solían venir tres veces por semana (…) y ahora solo vienen una vez. La inflación afecta mis ingresos, pero también los de mi jefe, lo que significa que no puede subirme el sueldo«, asegura.
En todo el país, los republicanos han manejado con discreción su opinión sobre el aborto, conscientes de que posiciones demasiado extremas les pueden costar votos.
La publicidad de la campaña republicana se centra sobre todo en la lucha contra la inseguridad y la inflación, y enarbolan la amenaza de la legalización de todas las drogas y de una explosión de la inseguridad con John Fetterman.
Los demócratas recuerdan que Mehmet Oz y el candidato republicano al puesto de gobernador en Pensilvania, Doug Mastriano, un ultraconservador, están a favor de restringir e incluso prohibir casi totalmente el aborto.
Pensilvania es conocida por sus ajustadas batallas políticas: en 2016 dio una estrecha victoria a Donald Trump y cuatro años después apostó por poco margen al bando demócrata con Biden.
Fuente: France 24