Las exportaciones chilenas cayeron un 40,4 por ciento durante el primer semestre del 2009, comparado con el mismo período del 2008, en dólares corrientes. Se confirma de este modo la gravísima caída que viene manifestándose desde enero del presente año (ver nota “Hablando en serio”).
Las caídas por país las encabeza Italia, con un 72,6 por ciento, seguida de Holanda, con un 63,4 por ciento, de Japón (49,4), Brasil (47,2), Alemania (45,6), México (43,5) Corea del Sur (42,7) y Canadá (41,3).
Las economías de casi todos estos países se caracterizan por una fuerte dependencia de las exportaciones, por lo cual han sido afectadas fuertemente por la crisis.
Las exportaciones a los EE.UU. caen “solo“ un 31,4 por ciento.
Menos afectadas fueron las destinadas a Perú, que cayeron un 20,5 por ciento, parecido a Argentina (20,1).
Uno de los destinos menos afectados fue China, que cayó un 13,2 por ciento. Sin embargo, ello no debe mover a engaño, puesto que se debe en parte no menor a las masivas compras de cobre que ese país ha realizado con la finalidad de transferir a stock del metal parte de su gigantescas reservas, la mayor parte de las cuales está en dólares. Asimismo, ha influido el enorme paquete de estímulo fiscal y crediticio que China ha implementado para contrarrestar su propia caída de exportaciones (ver nota “¡Vamos China!”).
Las exportaciones de China cayeron un 21,8 por ciento el segundo trimestre del 2009 comparado con el mismo período del año anterior, mientras sus importaciones bajaron un 24,4 por ciento en el mismo período (EM 16/7/2009).
Casi todos los rubros mostraron fuertes caídas, encabezados por el cobre, que cayó un 50 por ciento. Ello se debió principalmente a la baja del precio promedio, el que disminuyó de 3,67 a 1,83 dólares por libra, es decir, exactamente a la mitad.
Cabe señalar que aparte del acaparamiento por parte de China, el precio del cobre aparece todavía inflado fuertemente por los especuladores internacionales, al igual que el petróleo y otras materias primas (ver nota “Oro negro”).
Por lo tanto cabe esperar bajas adicionales muy significativas en los meses venideros en la medida que reviente la burbuja que se ha inflado nuevamente desde octubre del 2008.
De continuar la tendencia del primer semestre, el 2009 va camino a ser el segundo peor año de la historia de Chile en materia de caída de exportaciones.
Como se puede apreciar en la tabla adjunta, el peor de todos fue 1932, cuando cayeron 61,5 por ciento, sobre una base ya muy disminuida por las fuertes caídas de los años previos.
La tasa de caída del 2009 supera la de 1930 y es peor que la de 1931, los primeros dos años de la Gran Depresión.
Es peor a las experimentadas en 1975 y 1981, que fueron asimismo años de fuerte contracción de las exportaciones.
Según las estadísticas nacionales seculares compiladas por el equipo de la Universidad Católica de Chile, dirigido por el economista Rolf Lüders, a lo largo el siglo 20 no hay peores años que todos los arriba mencionados.
La única excepción fue 1919, año en que las exportaciones cayeron un 60 por ciento a raíz de la violenta disminución de la demanda de salitre para explosivos debido al término de la Primera Guerra Mundial, sólo para recuperar inmediatamente su nivel y continuar creciendo al año siguiente.
Las peores depresiones mundiales del siglo 20 antes de la actual fueron las iniciadas en 1929 y 1969, respectivamente. Esos años marcaron el inicio de recesiones seculares que se extendieron a lo largo de varios ciclos y abarcaron treinta y veinte años, respectivamente (ver nota “Un siglo de capitalismo”).
Como se aprecia en la tabla, la Gran Depresión significó una caída en las exportaciones chilenas de 82,2 por ciento entre 1929 y 1932.
La recesión mundial de 1970-1972, por su parte, significó una caída de las exportaciones chilenas de 35,2 por ciento.
Las otras dos recesiones mundiales del siglo 20 que significaron caídas importantes en las exportaciones chilenas fueron las de 1955 -1958, cuando cayeron un 32,9 por ciento y la de 1980-1984, cuando bajaron en 29,3 por ciento.
En todas las recesiones importantes del siglo 20 las exportaciones no cayeron un año, sino al menos dos. En el caso de las iniciadas en 1929 y 1969 cayeron durante tres años seguidos.
La recesión actual va superando en el primer año de caída lo que todas las demás, excepto la de 1929, cayeron en toda su trayectoria descendente.
Incluso, ha caído significativamente más que en el primer año de la Gran Depresión.
A la luz de esta evidencia desoladora ¿quién puede afirmar razonablemente que las exportaciones se van recuperar rápidamente?
Puede ser, pero la probabilidad que ello ocurra es ínfima. Sería un milagro.
Estas cifras demuestran el impacto terrible de la crisis mundial sobre la economía chilena. Lo más probable es que la caída general de las exportaciones se agrave todavía de modo significativo. Asimismo, que se prolongue durante un largo período, como ocurrió en las depresiones seculares iniciadas de 1929 y 1969.
Ello comprueba el gravísimo error de haber fundado la estrategia de desarrollo del país en la utopía que el mercado mundial iba a crecer de modo permanente. El país se verá forzado a dar un giro decisivo, similar al que tuvo lugar en 1929.
Es decir, del “desarrollo hacia afuera” la economía se deberá orientar nuevamente hacia el mercado interno.
Sin embargo, la experiencia de la Unión Europea demuestra que hay una manera realista de ampliar los mercados nacionales de modo estable y efectivo.
Para ello se requiere construir junto a países vecinos las instituciones estatales supranacionales necesarias para regular y proteger la libre circulación de dinero, mercancías y personas sobre un espacio mayor de soberanía compartida.
Es precisamente lo mismo que hicieron los Estados nacionales, los que nacieron durante el siglo 19 para barrer con las viejas aduanas feudales (ver nota “Del desarrollo hacia afuera al desarrollo hacia adentro de América Latina”).
Chile tiene la posibilidad de reemplazar el agotado modelo de “desarrollo hacia afuera” por un promisorio y más realista “desarrollo hacia adentro de América Latina.” Es el momento de reemprender con toda decisión el camino de la integración del cual el país nunca se debió apartar.
Manuel Riesco
Economista CENDA