Desigualdad en Latinoamérica: Las venas continúan abiertas

La fórmula de la maldición de las riquezas de Eduardo Galeano parece recorrer transversalmente la historia de nuestro pueblo latinoamericano; condición que lo ha hecho acreedor del título del continente más desigual del mundo según el Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y El Caribe 2010, elaborado por el Programa de las Naciones […]

Desigualdad en Latinoamérica: Las venas continúan abiertas

Autor: Cesarius

La fórmula de la maldición de las riquezas de Eduardo Galeano parece recorrer transversalmente la historia de nuestro pueblo latinoamericano; condición que lo ha hecho acreedor del título del continente más desigual del mundo según el Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y El Caribe 2010, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD. No somos los más pobres, pero sí los más desiguales, eso es lo que básicamente revela el informe.

Latinoamérica es lejos la región más inequitativa del mundo, siendo superada incluso por países que históricamente eran más desiguales, como Taiwán y Corea: “El coeficiente de Gini (el sistema de medición de la desigualdad de los ingresos) del ingreso en la región es un 65% más elevado que el de los países de ingreso alto, un 36% más alto que el de los países del este asiático y un 18 por ciento más elevado que el del África Subsahariana”, sentencia el informe del PNUD. Chile se encuentra en un 0.55, a escasa distancia con el punto crítico que señalan los expertos como situación de revuelta social, esto es un 0.60.

En una entrevista para El País de España, el director regional para América Latina y El Caribe del PNUD, Heraldo Muñoz (chileno), afirmó lo peligroso para la institucionalidad democrática estos índices de inequidad. “A la larga, la situación no es sostenible. Afecta a la cohesión social y, evidentemente, pone en peligro a la gobernabilidad. De 2000 a 2008, la gente ha visto un crecimiento muy significativo en las economías de la región pero no se refleja en su situación. Por tanto, hay desilusión y frustración que generan desapego. La desigualdad puede desafiar a la democracia», aseguró Muñoz.

“Si bien la región ha vivido el periodo democrático más largo de su historia, hay un problema muy grave. Hay apatía entre la población, y es necesario mejorar la institucionalidad y la representación política. Hay grupos minoritarios que tienen mucha más influencia que la mayoría. Hay una separación creciente entre los gobiernos y las bases, un acceso muy diferenciado al poder y a la riqueza. Además, hay elementos subjetivos que hacen que la desigualdad se transmita de generación en generación. Las aspiraciones de los más pobres muchas veces son más bajas porque creen que como siempre han sido pobres, así seguirán siéndolo”, señala el experto.

Por Sebastián Fierro Kalbhenn
El Ciudadano


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