Detenciones ciudadanas: Un negativo fenómeno en aumento

Desde hace meses hemos sido testigos de cómo la gente común y corriente quiere tomar la justicia con sus propias manos. Asaltos que terminan en duras golpizas que luego son publicadas en internet son parte de un fenómeno que aumenta en Chile. ¿Qué motiva a la gente a actuar con tanta violencia? y ¿Qué hay detrás de la delincuencia? Son preguntas que debemos responder y reflexionar antes de justificar actos de abuso desmedido.

Detenciones ciudadanas: Un negativo fenómeno en aumento

Autor: Jimena Colombo

Los smartphones nos permiten estar conectados desde cualquier lugar,hablar con amigos, acceder a las distintas redes sociales y a través de estas expresar nuestras inquietudes, pensamientos y actualizar nuestros perfiles con las actividades que desarrollamos. En el marco de esa conducta cotidiana de mostrar lo que hacemos, es que la acción de sacar fotografías y grabar vídeos se ha naturalizado al punto que en las calles, restaurantes, micros, autos y donde sea hay alguien fotografiando o grabando alguna cosa. Además, la posibilidad de interactuar a través de redes que nos sitúan como reporteros ciudadanos, ha hecho que el teléfono se transforme en un arma dispuesta a capturar ese preciso instante en que alguna situación novedosa con potencial de convertirse en viral, nos sume al perfil nuevos seguidores y unos cuantos likes.

Es así como gracias a estas tecnologías hemos sido testigos del fenómeno social de las detenciones ciudadanas. Concepto que comprende el actuar en grupo de transeúntes que solidarizan con una víctima de robo o asalto y detienen al asaltante, acudiendo a golpes y humillaciones que han terminado en horribles situaciones que lamentablemente se han difundido como una situación justa y ejemplar.

Actualmente, los medios de comunicación masivos como la televisión e internet, recogen de la red las distintas grabaciones que hacen los ciudadanos que tienen éxito y son las más vistas. El fenómeno que crece día a día y que los medios insisten en justificar con «lo aburrido que esta la gente de la puerta giratoria y la incompetencia de la justicia» ha contribuido a que estos ajusticiamientos  callejeros sean validados por la sociedad, que en vez de cuestionarse el trasfondo de la delincuencia, castiga a quién la comete incluso transgrediendo los derechos mínimos de quién es detenido.

Las «detenciones ciudadanas» que hemos visto desde hace varios meses, responden también a esta lógica de por una parte hacer justicia con nuestras propias manos y de exponer al rídiculo y humillar a quién cometió el delito. Estas acciones desesperadas protagonizadas en un comienzo por personas afectadas por robos o lanzazos han ido derivando en verdadero salvajismo construido por grupos de personas que sólo reunidos, aplican castigos físicos públicos a quién ha cometido el robo. Grupos de más de 10 personas que se ensañan con los ladrones, mientras son grabados por otro espectador que más tarde subirá el material a la web, para así darse más créditos.

A raíz de esta conducta social que se está replicando cada vez con más frecuencia, es que nos cabe preguntarnos el valor que tiene la justicia para la ciudadanía y a qué responde la violencia brutal de quienes se transforman de víctimas a victimarios. Pues cabe señalar que la mayoría de estas detenciones ciudadanas no terminan en denuncias ante las autoridades y parecen solo saciar las ganas sentirse poderoso y «valiente» frente al detenido.

detencionEn noviembre, dos casos a estas alturas «símbolicos» de las detenciones ciudadanas tuvieron lugar en el centro de Santiago y en Providencia. La primera fue una de las más impactantes pues terminó con un joven de 16 años amarrado a un poste, desnudo y envuelto en papel Alusa. El segundo, terminó con dos asaltantes duramente golpeados por quienes lo detuvieron. En aquella ocasión, el vocero de Gobierno, Álvaro Elizalde se refirió a la tendencia de detener asaltantes y luego golpearlos, y señaló que los arrestos están permitidos, siempre que estos no deriven en golpizas. Elizalde señaló que «en esto queremos ser muy claros, en Chile la detención en caso de flagrancia por los ciudadanos está autorizada, pero para poner a disposición de las autoridades y particularmente de la policía a los detenidos». El ministro agregó que «En ningún caso nuestra legislación autoriza que se cometan vejámenes, por tanto en caso de flagrancia los ciudadanos pueden detener a quien está cometiendo un delito, pero deben ponerlo a disposición de la justicia” y finalizó afirmando que «El Estado de Derecho lo construimos entre todos y por tanto es muy importante cumplir con la legislación».

En un artículo publicado en diciembre por emol a propósito de estas detenciones ciudadanas, Catalina detencionMertz -directora ejecutiva de Paz Ciudadana- afirmó que no existen estadísticas sobre este fenómeno, pero que las redes sociales han permitido visibilizarlo. Mertz afirmó que las conductas violentas imitativas o que aprovechan una oportunidad de sumarse a un grupo que está cometiendo este tipo de actos de manera impune requiere un análisis de psicólogos sociales, de sociólogos. Además señaló que “Desde el punto de vista de la relación del ciudadano con el sistema de justicia, la gran dificultad que se tiene es que, en Chile, el sistema funciona muy bien para los homicidios, pero no tan bien para los delitos contra la propiedad de poca monta y que son frecuentes y que es lo que, en general, aqueja a la ciudadanía. Por eso, en nuestros estudios los que hacen una denuncia le ponen mala nota a las instituciones, pero peor nota a policías y fiscales. Al no desencadenarse una respuesta de parte del Estado, hay una insatisfacción por parte de la ciudadanía por la escasa solución de estos problemas que son masivos”. En cuanto a los derechos que son transgredidos en estas detenciones por parte de los civiles, Mertz confirmó que «lo que creo importante es que las personas entiendan que el respeto de los derechos vale tanto para ellos como los otros y eso es lo que nos caracteriza como estado democrático moderno. Hay que encausar la preocupación en que se hagan las denuncias, que en estos casos no ocurrió».

 En tanto, hace dos días el concepto volvió a ser noticia cuando un hombre que intentaba robar un auto
quedo atrapado al interior de este y fue detenido por los testigos. El asaltante quiso robar el auto de un adulto mayor, sin embargo no pudo escapar y en el intento 3 vecinos y transeúntes lo detuvieron. El hecho puso de manifiesto también las ganas de los familiares por defender a la víctima y ajusticiar al asaltante. Este caso, que no tuvo tintes tan violentos en contra del menor de edad que cometía el ílicito puso en evidencia también que los afectados debieron esperar cerca de dos horas para que llegaran Carabineros.

A razón del preocupante fenómeno, el Defensor Nacional, Andrés Mahnke señaló el 30 de enero, que «Tomar la justicia por las propias manos puede traer consecuencias negativas mucho mayores que las que, aparentemente con un margen de error muy grande, se quiere o pretende evitar». Agregó que «las posibilidades de que durante una investigación se determinen los responsables y se aplique la sanción es lo que implica un sano sistema de justicia. Si los ciudadanos toman la justicia por sus propias manos, las posibilidades de causar un perjuicio mucho mayor están a la orden del día».

Observados los aspectos de este fenómenos más o menos reciente en el país,  cabe señalar que los medios de comunicación que insisten en algunos casos en celebrar esas detenciones y no advierten los abusos que se cometen -casi igualando las faltas de los detenidos- podrían estar errados al suponer que la gente está en lo correcto. El rol de los medios de comunicación debe ser responsable en tanto la violencia vista constituye también un exceso y una falta. Por otra parte, las audiencias deberían evaluar si celebrar el actuar desmedido con el que algunas personas han actuado para defenderse es lo correcto, pues independiente de las falencias de la justicia, humillar y golpear no es menester de la ciudadanía, ya que también constituye una falta y evidencia lo violento y salvajes que somos cuando actuamos en grupo. Detener con el fin de esperar el actuar policial y preguntarnos el porqué de tanta violencia y  qué suscita los robos podría ser cuestionamientos para toda la sociedad y un aporte para ésta.


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