Día mundial del agua 2023: globalicemos la esperanza en la recuperación del agua para los pueblos

"Una delegación encabezada por el hoy gobernador de Valparaíso y dirigente histórico de MODATIMA, Rodrigo Mundaca, se encuentran en Nueva York para llevar la voz de lo que un día fue el problema emblemático de una provincia, pero que hoy es ya un tema país y, a la vista de los hechos, un problema global", expresaron las voceras de MODATIMA, Manuela Royo y Carolina Vilches.

Día mundial del agua 2023: globalicemos la esperanza en la recuperación del agua para los pueblos

Autor: Cristian Hugo García

Por Manuela Royo y Carolina Vilches, voceras nacionales del Movimiento de Defensa por el Acceso al Agua, la Tierra y la Protección del Medioambiente (MODATIMA).

Este 22 de marzo se celebrará por primera vez la Conferencia del Agua 2023, instancia levantada por la Organización de Naciones Unidas (ONU), según quienes representa «una oportunidad única para acelerar el avance en la promesa hecha por los líderes mundiales de ofrecer a los ciudadanos del planeta un acceso universal al agua potable y el saneamiento en el año 2030«.

Como organización creemos que los mecanismos ofrecidos para garantizar el acceso no pueden ser mediante la privatización y mercantilización de este elemento esencial para cualquier forma de vida en el planeta. Con esa premisa, una delegación encabezada por el hoy gobernador de Valparaíso y dirigente histórico de MODATIMA, Rodrigo Mundaca, se encuentran en Nueva York para llevar la voz de lo que un día fue el problema emblemático de una provincia, pero que hoy es ya un tema país y, a la vista de los hechos, un problema global.

Asimismo, nuestra vocera nacional Manuela Royo está en Francia en las Jornadas Mundiales por el Agua compartiendo experiencias de lucha en un país que, al igual que en otros rincones del mundo, las protestas por la defensa de este bien común natural son cada vez más frecuentes.

El agua es un elemento de la naturaleza que no siempre tenemos en mente su importancia. Se encuentra presente en casi todas las reacciones bioquímicas, tanto al interior de las células como en todos los ecosistemas, y es uno de los motores del clima en el planeta. Asimismo, es la base para la mayor parte de los procesos naturales que dan origen a los ecosistemas, la biosfera y, sin ir más lejos, es lo que permite la vida en la Tierra y donde más probablemente se originó la vida. Es tal su importancia, que basta con recordar que la superficie de nuestro planeta se encuentra cubierta en tres cuartas partes por agua, de la cual un 97,6% corresponde a agua salada, mientras que a penas un 2,4% es agua dulce.

Los seres humanos estamos compuestos en alrededor de un 60% de agua, el cuerpo humano apenas aguanta entre dos a tres días sin su consumo. Por tanto, si ampliamos la mirada, el acceso, gestión y consumo de agua tiene una importancia no tan solo individual, sino que social. Las primeras civilizaciones desarrollaron técnicas para hacer eficiente su uso para consumo, saneamiento y regadío. Culturas civilizatorias previas, como la egipcia, maya e inca utilizaron diversos métodos para gestionar el agua en sus territorios, por ejemplo, las terrazas agrícolas o el aprovechamiento de las subidas y bajadas de ríos con las mareas. Las implicancias del agua en el desarrollo de la historia de la humanidad son centrales.

Con el advenimiento del mundo moderno, la acelerada industrialización para la producción de bienes, el desarrollo de las grandes urbes y del modelo capitalista hasta su actual fase neoliberal, fueron propiciando de manera acelerada el fenómeno de la crisis climática global. Esto ha generado consecuencias perturbadoras para el funcionamiento de nuestro planeta, como el cambio en el régimen de precipitaciones local, el aumento de la temperatura global por el efecto invernadero y las afectaciones sobre la naturaleza debido a la contaminación. Esto evidentemente ha afectado paulatinamente el ciclo natural del agua.

Si bien la crisis climática ha impactado de manera sostenida en la disponibilidad efectiva de la agua dulce, es importante recalcar con la misma fuerza que la inadecuada gestión del agua ha producido graves efectos para el consumo humano, saneamiento, preservación de los ecosistemas y la cantidad y calidad del agua disponible. “Sin duda, el cambio climático es profundamente antropocéntrico, y está digitado por el apetito voraz del ser humano en el planeta” comenta Rodrigo Mundaca desde Nueva York. La gestión del agua a nivel global está atravesada por el modelo económico, institucional y político, generando patrones de consumo excesivos en los países industrializados, mientras que en aquellos llamados eufemísticamente como “en vías de desarrollo”, el principal consumo de agua está dado preferentemente por actividades extractivas depredatorias, como la agroindustria de exportación y la ganadería intensiva, entre otros, generando así brechas insostenibles de acceso al agua para la población.

En nuestro país, estimaciones indican que un 76% de la superficie chilena está afectada por sequía, desertificación y degradación de suelo. Estamos viviendo un fenómeno de megasequía que lleva más de una década, consistente en la persistencia temporal y extensión del área afectada por la sequía. Es decir, una disminución sostenida de la disponibilidad de agua dulce en esta zona geográfica, producto a la disminución de las precipitaciones normales, generando un déficit entre la demanda y la oferta de agua. Según el informe del Ministerio de Obras Públicas (2022), el 54,3% de las comunas del país están bajo decretos de escasez hídrica, lo que es equivalente a casi 6 millones de personas.

En cuanto a los usos del agua en Chile, los estudios más conservadores indican que un 72% del agua consuntiva (aquella que no vuelve al caudal) es de uso agrícola, mientras apenas un 12% es para consumo humano. Además, según datos del censo (2017), hoy en día alrededor de 383 mil viviendas en nuestro país son carentes de una conexión permanente de agua potable, generando la llamada pobreza hídrica, que está directamente relacionada con la pobreza socio-económica.

En sectores rurales, el agua se destina principalmente para la agroindustria, mientras las comunidades no tienen acceso al caudal de ríos y napas, sino que son abastecidos mediante camiones aljibe, como es el ejemplo de la provincia de Petorca en la región de Valparaíso. En dicha provincia se destinó una superficie de aproximadamente 8.100 hectáreas al cultivo, principalmente para la producción de fruta de exportación, de las cuales 5.500 hectáreas son para la producción de paltos (2020). Esta envergadura de cultivo consume aproximadamente 8.100 litros por segundo de agua, equivalente a abastecer a 3.499.200 de personas al año con 200 litros de agua diarios.

Por eso decimos, no es solo mega sequía, sino mega saqueo. Esto significa que es un problema económico y político. El modelo de privatización, mercantilización y acaparamiento de las aguas permite que algunos lucren con la posesión de grandes volúmenes de agua (muchas veces virtuales), en contraste con el precario acceso al agua para las comunidades. Esto se debe al marco jurídico establecido con la constitución del 1980 y el subsiguiente código de aguas de 1981, que deja al Estado desde una posición subsidiaria, y no con un rol protagónico en la administración, fiscalización y regulación en la gestión del agua.

Nuestro Movimiento es una organización social que ha luchado durante más de una década, primero desde la provincia de Petorca, región de Valparaíso, hasta tener alcance nacional, con el objetivo de denunciar el robo y acaparamiento de aguas. Pero ante todo, denunciamos un sistema legal amparado en la constitución dictatorial, perpetuado gracias a empresarios y políticos que no han querido hacer las modificaciones necesarias para garantizar el derecho humano (y de la naturaleza) al agua.

Nuestra línea programática apunta hacia la desprivatización y desmercantilización de las aguas, lo que quiere decir que ya no sea visto como un bien de mercado, sino como un elemento esencial para la vida. Creemos que su administración debe estar orientada hacia el dominio público, que permita la consagración del derecho humano al agua mediante mecanismos como el establecimiento de prioridades de uso, la gestión racional, democrática y participativa, el ordenamiento territorial en base a cuencas hidrográficas y una visión estratégica que haga caso de la vinculación natural e inseparable entre la salud de los ecosistemas y la provisión de agua, todo esto en pos de contrarrestar los efectos de la crisis hídrica generada por el cambio climático.

El Movimiento por el Agua, la Tierra y la protección del Medio Ambiente (MODATIMA) lleva más de diez años luchando por el agua como bien común, desde distintos frentes, tanto de acción directa como cortes de carreteras y toma de municipalidades, pero también a través de la disputa institucional. El levantamiento de la primera oficina de asuntos hídricos municipal (Petorca) es una innovación con nuestra estampa que felizmente ha sido llevada a otros territorios con similares condiciones, así como la presencia de compañeros y compañeras en gobiernos locales, concejalías y un gobierno regional que se está enfrentando de tú a tú con los poderes que defienden a rajatabla el actual sistema de despojo, canalizando la inversión del estado a resolver problemas de la gente común del campo y la ciudad. De este modo, nuestra lucha es incansable, porque es la lucha por la vida misma. Hoy en día seguimos en la senda de la recuperación de los bienes comunes, las aguas y la defensa de los territorios, desde todas las veredas, para una sociedad justa, democrática y orientada hacia el buen vivir.

Este día 22 de marzo, día mundial del agua, saludamos a nuestros compañeros que están dejando nuestra huella en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua 2023, porque sabemos que este problema local es también internacional, por lo que cualquier salida que se establezca desde esa coordinación mundial debe estar indefectiblemente ligada a la realidad que se vive en cada territorio y su historia.

La lucha por el agua no tiene fronteras.


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